El 10% y el baile de Hayek
19.12.2020
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19.12.2020
El autor de esta columna de opinión cuestiona el segundo retiro del 10%. “Significa recurrir al principio ‘sálvese quien pueda’, disfrazarlo de política social y así reafirmar lo intocable de la propiedad privada”, argumenta. Sostiene que este era el momento oportuno “para medidas radicales y una redistribución eficaz”, como “un impuesto excepcional sobre la acumulación de propiedad para enfrentar la crisis y la instalación de un sistema de jubilación enfocado en el reparto, cuyo centro sea la reducción de brechas en vez de aumentarlas”.
El segundo retiro del 10% de las AFP está en curso y “millones de chilenos” pueden acceder a lo que tanto se ha repetido: “su plata”. Esto ha significado liquidez en pandemia, que para muchos ha sido vital, y no cabe duda que había que entregar recursos a las personas sin aumentar su endeudamiento. En tal momento de crisis el gobierno ha sido reticente a una masiva iniciativa social liderada por el Estado y sus respuestas han sido lentas y limitadas, por lo cual se ha optado por recurrir a los ahorros previsionales, apoyándose en un amplio espectro político. No obstante, tanto el instrumento como el mensaje –desde una postura progresista y con perspectiva de sustentabilidad– revelan una sorprendente pobreza ideológica. Esta medida significa recurrir al principio “sálvese quien pueda”, disfrazarlo de política social y así reafirmar lo intocable de la propiedad privada.
El desarrollo sustentable, por el contrario, implica dos criterios éticos fundamentales: la justicia intrageneracional, incluyendo la equidad y obligación de asumir costos por el bien de todos y todas, y la justicia intergeneracional, basada en el resguardo de opciones futuras. El retiro del 10% es profundamente regresivo; genera más efectos negativos para aquellas personas que menos recursos tienen y limita sus opciones futuras. Este argumento, en ningún caso, es una en defensa a las AFP. Por el contrario, hubiese sido el momento oportuno para medidas radicales y una redistribución eficaz que tiene que doler, como un impuesto excepcional sobre la acumulación de propiedad para enfrentar la crisis y la instalación de un sistema de jubilación enfocado en el reparto, cuyo centro sea la reducción de brechas en vez de aumentarlas. Pero la plata propia, fruto del trabajo individual, no debe ser tocada ni por el Estado ni por la sociedad. Esta es la esencia del neoliberalismo.
Según el Banco Central, en pandemia se han perdido más de 2 millones de empleos entre enero y julio del 2020, el desempleo se ha duplicado y las ventas en muchos rubros se han derrumbado, provocando una profunda recesión con efectos sociales muy desiguales. No obstante, entre agosto y octubre algunos rubros se han recuperado en el contexto del plan “Paso a paso”, en combinación con una mayor liquidez financiera, entre otros factores, debido al retiro del 10%.
El retiro del 10% (…) es una acción anticíclica con efectos débiles sobre el empleo y pagado de manera sobre proporcional por los hogares de menores recursos. ¿Por qué lo estamos celebrando?
En el primer retiro se han movilizado casi US$17.000 millones por parte de 9,6 millones de contribuyentes, como indica la radio Pauta con datos de la Superintendencia de Pensiones. Este es un monto muy importante, similar al ingreso por exportación de todo Chile en tres meses, impulsando así la demanda interna. Además, para muchos hogares el retiro ha sido un verdadero salvavidas para pagar deudas y cubrir necesidades básicas. El esfuerzo financiero del Estado a través del ingreso familiar de emergencia ha sido importante, pero claramente menor, sumando aproximadamente US$2.300 millones según la Dirección de Presupuesto (DIPRES) del Ministerio de Hacienda.
Tal combinación entre reapertura gradual y mejor capacidad de pago ha dado resultado, por ejemplo, en el retail. Entre agosto y octubre de 2020 se recuperaron las ventas de vestuario que habían caído dramáticamente en la primera mitad del año y se encuentran hoy en niveles similares a los meses previos al estallido social, como indica el Banco Central . También las ventas mensuales de supermercados superan el nivel del 2019. No obstante, el comercio había perdido 431.000 empleos hasta agosto, recuperando hasta octubre solo unos 126.000, según la misma fuente. Con los ahorros previsionales se ha financiado la recuperación, pero no se han reinstalado todos puestos laborales y es incierto si esto ocurrirá. El retiro del 10% de los fondos previsionales es una acción anticíclica con efectos débiles sobre el empleo y pagado de manera sobre proporcional por los hogares de menores recursos. ¿Por qué lo estamos celebrando?
En vez de una reforma social con fundamento, se ha elegido recurrir a la propiedad privada, aparentemente el único principio que logra un apoyo transversal de toda la sociedad y casi todo el espectro político. Una generación de críticos que se deleita con acusar a los gobiernos de la Concertación por haber “profundizado el modelo”, celebra una política que es la reafirmación misma de lo que constituye el corazón del neoliberalismo. Veo a Friedrich Hayek aplaudiendo con entusiasmo y a Milton Friedman bailando con la diputada Pamela Jiles en una frenética celebración. Lo sorprendente es que unidos en una postura crítica, estamos cantando una oda al neoliberalismo: cada uno tiene lo que ha logrado acumular.
El retiro del 10% es profundamente regresivo; genera más efectos negativos para aquellas personas que menos recursos tienen y limita sus opciones futuras. Este argumento, en ningún caso, es una en defensa a las AFP.
Se argumenta que el retiro ha sido una victoria sobre “el sistema”, porque las “intocables” AFP se han hecho vulnerables. Es verdad que se ha logrado un cambio constitucional impensado, permitiendo el acceso a activos resguardados en la mano de pocas instituciones. Excelente, pero CADEM informa que el retiro ha mejorado la confianza en las AFP y se ha fortalecido la conciencia de las personas de que son dueñas de sus ahorros guardados en el sistema. Cuesta identificar esto como el gran golpe ideológico a las AFP.
El sistema chileno de pensiones es perverso y una declaración de bancarrota de la idea de solidaridad, tan apreciada y fundamental para la identidad cultural del país. Tristemente, este año la sociedad ha celebrado la reafirmación de esta bancarrota. Espero estar equivocado y que en realidad se busque un cambio de fondo, pero para esto habría que cuestionar el concepto de propiedad y reinstalar con urgencia la responsabilidad de cada uno hacia los demás. Esto implica relegitimar el Estado y fortalecer los débiles mecanismos de redistribución existentes, asumiendo que esto tiene un costo y significa esfuerzos importantes.
Me gustaría que bailemos una celebración alocada cuando por el bien común suban los impuestos a quienes gozamos de un puesto laboral bien remunerado; cuando instalen un sistema solidario de jubilación y un mecanismo de redistribución que nos duela a muchos, pero que sirva a todos.