CIPER ACADÉMICO / OPINIÓN: MANUAL PARA ENTENDER LA PERMANENTE CRISIS POLÍTICA PERUANA
Crisis política en Perú I: La cuadratura del círculo
30.10.2020
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CIPER ACADÉMICO / OPINIÓN: MANUAL PARA ENTENDER LA PERMANENTE CRISIS POLÍTICA PERUANA
30.10.2020
La política peruana está sumergida en una espiral de crisis permanente, con episodios de colisiones entre poderes que se repiten, aunque los elencos cambien. La volatilidad de los actores, la vorágine de reformas normativas y los efectos de la crisis pandémica, hacen difícil la tarea de seguir analíticamente los eventos políticos de un país sin estructuras partidarias. En esta serie de cuatro columnas el autor explica cómo funciona una arena política fluida posterior al colapso del sistema partidario peruano, intentando responder estas preguntas: ¿En qué se basa la racionalidad de gobernar sin partido ni bancada parlamentaria? ¿Con qué criterios legislan congresistas sin vínculos estables con la sociedad? ¿Qué representación política tiene la incertidumbre y el cortoplacismo? ¿Cómo son elecciones con organizaciones políticas efímeras, desconectadas de la sociedad y candidaturas improvisadas?
El presidente Martín Vizcarra -quien gobierna Perú desde marzo de 2018, después de haber sido vicepresidente de la República desde 2016- no ha tenido pretensiones de construir un proyecto político ni regional ni nacional. Tampoco, de forjarse una bancada parlamentaria -ya sea heredada o propia- a pesar del acceso al poder regional y luego nacional; y de sus inéditos niveles de popularidad: alcanzó el 80% de aprobación nacional durante los primeros meses de la pandemia.[1]
No se trata de desidia ni de torpeza, sino de cálculo político. Hay que recordar que Vizcarra asume el poder luego del descalabro del establishment político, provocado por los escándalos de corrupción del Caso Lava Jato, cuyas investigaciones judiciales aún en curso llevaron a los principales líderes políticos de los partidos que gobernaron Perú entre el 2001 y 2018 a la cárcel, al suicidio (Alan García) o a estar procesados.
'Miénteles a todos tus seguidores, diles que los tiempos de ahora son mejores'. Maluma, Hawái.
Es precisamente en estos contextos de fluidez partidaria cuando disminuyen los incentivos para invertir en la construcción de organizaciones políticas como instancias para alcanzar las más altas jerarquías de la nación.
En el caso de Perú, estamos ante un post colapso del sistema partidario y Vizcarra lo sabe. En mi libro El Mal Menor. Vínculos políticos en el Perú posterior al colapso del sistema de partidos (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2019), defino el escenario posterior al colapso del sistema de partidos como aquél en el que escasean recursos políticos administrativos (aquellos que pueden solucionar problemas de acción colectiva) y recursos políticos ideacionales (aquellos que pueden solucionar problemas de selección social).
La trayectoria política de Vizcarra lo muestra como un actor básicamente regional: en 2006, fue candidato a la presidencia regional de Moquegua por el APRA; en 2008, fue uno de los líderes de la protesta social conocida como el “Moqueguazo”, por la repartición del canon minero entre su región y la vecina Tacna y, en 2010, ganó las elecciones regionales con el movimiento independiente “Gobierno Regional por Ti” y fue gobernador hasta 2014. Es decir, el Presidente del Perú se socializó políticamente en el bastión de las revocatorias, las vacancias, las conspiraciones y las traiciones. No es que en la arena nacional no las hubiera, pero a nivel subnacional aquellas se institucionalizaron[2].
El Presidente del Perú se socializó políticamente en el bastión de las revocatorias, las vacancias, las conspiraciones y las traiciones. No es que en la arena nacional no las hubiera, pero a nivel subnacional aquellas se institucionalizaron
En tales espacios de baja densidad política los requisitos para revocar a un alcalde provincial, por ejemplo, solían ser menos onerosos en términos de firmas y votos. Además, la posterior prohibición de reelección de autoridades subnacionales aceleró los ritmos de la política regional. Bajo estos condicionantes, no se gobierna por cuatro años para dejar un legado, sino para alcanzar notoriedad, lo que le permite a un político ambicioso escalar hasta el nivel nacional (ya sea al Congreso o tentar una “cuota” en la fórmula presidencial).
Para navegar las aguas del post-colapso partidario, Vizcarra apostó por un “círculo político”, un puñado de operadores políticos leales y unidos en las expectativas de éxito del convocante. Es un equipo pequeño, bastante hermético, al que solo acceden quienes ostentan (y se ganan) la extrema confianza del mandatario. El lenguaje coloquial peruano bautizó al entorno de Vizcarra como “los moqueguanos”. Otros políticos regionales tenían su propio círculo. Por ejemplo, al grupo de operadores políticos de extrema confianza del ex presidente del consejo de ministros y ex aliado de Vizcarra, César Villanueva, lo denominaron “los amazónicos”. Y así, cada político con ambición ha ido articulando el suyo, cada vez con menos ganas de hacer el esfuerzo por participar de una organización de mayor complejidad, como un partido, o de a lo menos, articular con otros círculos similares.
No se gobierna por cuatro años para dejar un legado, sino para alcanzar notoriedad, lo que le permite a un político ambicioso escalar hasta el nivel nacional (ya sea al Congreso o tentar una 'cuota' en la fórmula presidencial)
Un “círculo político” califica como una suerte de sustituto funcional parcial de un partido político. Si consideramos como referente la definición mínima sartoriana[3], el círculo político cumple con la función de conducir a políticos ambiciosos al poder, aunque puede prescindir de participar en comicios para lograrlo. En contextos electorales, se incorpora temporalmente a agrupaciones con las licencias para competir, dependiendo de las habilidades de su líder. En contextos no electorales tienta el poder procurando sucesiones, apelando a interpretaciones constitucionales. La inestabilidad política de contextos políticos de baja institucionalización, como los post-colapso partidario, generan oportunidades para ello.
Pensemos en cómo llegó Jeanine Añez al interinato presidencial en Bolivia o en la sucesión de tres vicepresidencias en Ecuador desde 2018, como ejemplos de accesos al poder nacional sin elecciones, donde los políticos involucrados -sin adscripciones partidarias- se apoyaron en este tipo de vehículos con resultados exitosos.
Estos círculos políticos son portátiles, en el sentido de que acompañan las travesías del líder. Pueden escoltar aventuras municipales, regionales, parlamentarias e incluso presidenciales. El objetivo de estas mini-organizaciones no es la movilización electoral ni la elaboración programática, sino acompañar al líder en las micro-gestiones del poder: negociaciones, acuerdos, traiciones y/o prebendas que permitan al líder alguna ubicación promisoria en alguna candidatura o puesto público de envergadura.
Los ‘círculos políticos’ son portátiles: acompañan las travesías municipales, parlamentarias e incluso presidenciales del líder… Su objetivo no es la movilización electoral ni la elaboración programática, sino acompañar al líder en las micro-gestiones del poder: negociaciones, acuerdos, traiciones y/o prebendas…
Volviendo al caso específico del actual presidente peruano, fue así como, luego de haber evaluado varias posibilidades, Vizcarra terminó de candidato a la vicepresidencia de Pedro Pablo Kuczynski. De hecho, hace pocos días, Vizcarra declaró en entrevista con Radio Programas del Perú, que en 2016 la candidata presidencial Keiko Fujimori le ofreció ser parte de su equipo de campaña (19 de octubre 2020). Su apuesta fue acompañar al candidato Kuczynski y, una vez que este fue elegido, Vizcarra fue designado ministro de Transportes y Comunicaciones (julio 2016-mayo 2017).
El actual mandatario sobrevivió al escándalo de su gestión ministerial por irregulares modificaciones al contrato de construcción del aeropuerto internacional de Chichero (Cusco), y el presidente Kuczynski lo designó embajador de Perú en Canadá (octubre 2017-marzo 2018). Allí estaba cuando lo sorprendió la caída del economista y empresario Pedro Pablo Kuczynski.
Una conspiración le permitió reemplazar a Kuczynski -su ex compañero de fórmula presidencial- e instalarse en Palacio de Gobierno en marzo de 2018. En este periplo político que lo condujo a la Casa de Pizarro estuvo secundado por un séquito de asesores, asistentes, operadores y publicistas que formaron su “círculo político”[4].
Una conspiración le permitió reemplazar a Kuczynski -su ex compañero de fórmula presidencial- e instalarse en Palacio de Gobierno en marzo de 2018. En el periplo que lo condujo a la Casa de Pizarro estuvo secundado por un séquito de asesores, operadores y publicistas que formaron su ‘círculo político’
Como sabemos, los círculos no tienen cuadratura, y en la geometría política no hay ecuación en la que se hayan despejado todas las interrogantes. Una fisura al interior de la amurallada protección al Presidente, por más insignificante que aparezca a primera vista, puede destapar la malicia y las consecuentes faltas cometidas por la micro-gestión del poder instalada en Palacio de Gobierno. Recientemente, la exposición de audios que delatan los apuros palaciegos por desvincularse de un consultor excesivamente favorecido por el régimen permite conocer cómo opera el círculo político una vez instalado en el centro neurálgico del poder.
Así aprendemos que se adulteran registros de información pública, que para ocultar información se llevan registros paralelos de las visitas a la Presidencia (la develada “agenda roja”), que se promueven declaraciones falsas de testigos en procesos de investigación del Congreso de la República y de la Fiscalía de la Nación, entre otros. Al perder su esencia (la discreción y la confidencia), el círculo de “confianza” transmuta a uno “vicioso” y al punto de haber puesto en riesgo la continuación de la administración vizcarrista. Posibilidad esta última que no calculó el mandatario peruano.
[1] Fuente: Instituto de Estudios Peruanos.
[2] En 30-S. Anatomía de una Disolución (Lima: Página Once, 2020) profundicé en el impacto de la política subnacional peruana en la socialización política de Martín Vizcarra.
[3] “Partido es cualquier agrupación política que se presenta a elecciones y es capaz de ubicar a candidatos a puestos públicos a través de éstas”. Sartori, Giovanni (1976). Parties and party systems. A framework for analysis. Cambridge, Cambridge University Press, p. 57.
[4] Para mayor detalle de la conformación del círculo de confianza vizcarrista, ver: Vizcarra. Retrato de un poder en construcción (Lima: Debate, 2019), de Rafaella León, y: Vizcarra. Una breve historia de lealtad y traición (Lima: Planeta, 2019), de Martín Riepl.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
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