CIPER ACADÉMICO / ARTÍCULO
Hegemonía mapuche y cortafuego a los partidos: puntos críticos de la discusión por los escaños indígenas
10.10.2020
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CIPER ACADÉMICO / ARTÍCULO
10.10.2020
En la actual discusión parlamentaria, que definirá cómo se repartirán los escaños indígenas en una próxima constitución, la propuesta que más se ha discutido entrega al pueblo mapuche el 50% de los cupos indígenas. Dirigentes diaguita, changos y lican antai cuestionan cómo se ha desarrollado el proceso y el mecanismo que se propone, demandando que la fórmula para dividir los escaños entre los nueve pueblos indígenas reconocidos en Chile entregaría una sobre-representación a los mapuche en desmedro de los pueblos más pequeños. Esa fractura se diluye, sin embargo, frente a otro tema: impedir que los partidos, a través de indígenas militantes, controlen los escaños.
A semanas del plebiscito no hay claridad respecto a la forma en que las naciones originarias participarán del proceso constituyente. No se ha definido el número de escaños (las propuestas varían entre 16 y 23 asientos para la Convención Mixta y entre 18 y 27 para la Convención Constitucional). Tampoco está zanjado si -como quiere la derecha- se utilizará un padrón indígena, basado en los registros de la Conadi.
Sin embargo, los temas pendientes que más tensiones generan en el mundo indígena son otros dos asuntos que han recibido muy poca atención pública. El primero es cómo se repartirán los escaños entre los 9 pueblos originarios reconocidos hasta hoy (ver Tabla 1); y si los partidos políticos pueden postular a sus militantes para ocupar estos asientos. La discusión sobre estos asuntos difícilmente terminará antes del plebiscito.
Respecto a la distribución de los escaños, la propuesta que más respaldo y críticas acumula es la que impulsa un grupo de organizaciones, en su mayoría mapuche, pueblo que representa el 80% de la población indígena en Chile. Proponen que cada uno de los 9 pueblos tenga un escaño y que los cupos restantes se distribuyan de acuerdo con el peso de cada uno en el Censo. Así, pensando en un universo de 23 escaños para la Convención Constitucional, la distribución final sería: 14 cupos para los mapuche, 2 para los aymara y el resto de los pueblos (7), uno cada uno. Este mecanismo daría a los mapuche más del 50% de los escaños indígenas.
Representantes de los diaguitas, el tercer pueblo originario en peso demográfico (4% de la población indígena), aseguran que no han sido considerados en este debate y que esa propuesta no los representa.
Gabriela Calderón, abogada y miembro de la Red Nacional Diaguita dijo a CIPER que “los mapuche están planteando su pensamiento, pero no se escucha al resto de los pueblos. No necesariamente vivimos los mismos problemas ni tenemos la misma visión”. Calderón alude a la cosmovisión dual de los diaguita, la cual implica ser representados en la constituyente por un hombre y una mujer.
-Es en esa dualidad donde se expresa la cosmovisión diaguita. Deberíamos ser iguales y tener dos representantes por pueblo: hombre y mujer. No queremos que se nos imponga una decisión centralista- explicó Marianela Jopia, dirigenta de la misma organización.
Esta representación doble también es defendida por los lican antai (atacameños) y los chango. Los diaguita han enviado cartas y emails a senadores y diputados promoviendo esta forma de repartir los cupos, pero no han recibido respuesta. Acusan una hegemonía mapuche.
-Si hay diez pueblos reconocidos en la Ley Indígena, los diez tienen derecho a acceder a estos escaños en igualdad de condiciones. No entiendo por qué el pueblo mapuche siempre quiere arrasar y tomar la mayoría, como que ellos fueran el pueblo dominante en este país- dijo el dirigente José Rojas.
Pese a estas críticas, estos dirigentes tienen conciencia de la importancia de la unidad indígena para lograr cambios que favorezcan a los pueblos originarios. “Más allá de la cantidad, la calidad de nuestra participación debe estar orientada en una plataforma común, junto a los otros pueblos de Chile. No vamos a poder lograrlo nosotros solos”, dijo a CIPER Mario Aballay también de la Red Nacional Diaguita.
Sergio Cubillos, presidente del Consejo de Pueblos Atacameños, defendió los dos cupos, pero no se cerró a otras opciones: “Entendemos que nuestros hermanos aymara y mapuche tienen más población, pero también creemos que todos deben tener cupos reservados para poder participar. Vamos a luchar para que puedan ser dos asientos por pueblo, pero si fuera uno, no sería una mala opción”.
La propuesta mapuche aymara es una de las tres que están sobre la mesa. Una segunda fue planteada por los senadores Ena Von Baer (UDI), Rodrigo Galilea (RN) y Felipe Kast (Evo). Propone que los cupos se repartan tomando en cuenta el peso que cada pueblo tenga en un padrón electoral especial. En ese padrón podrán apuntarse los indígenas que estén previamente inscritos en el registro de la CONADI.
Para Antonia Rivas, académica e investigadora CIIR, si bien la idea de tener un padrón indígena es positiva (Nueva Zelanda, modelo del trato a los pueblos originarios, tiene uno), implementarlo en el poco tiempo que queda y usando los registros de la Conadi nos llevaría a una situación compleja pues reduciríamos drásticamente el número de votantes.
-Los registrados en la Conadi son unos 970 mil. Y si haces un padrón solo con la gente que se reinscribe, ahí no vota nadie. No pasarían de los 200 mil- explicó Rivas.
Felipe Rivera, vocero del Consejo Nacional del Pueblo Chango, opina en la misma línea que la investigadora: “muchos abuelos están en lugares muy apartados. No tienen la oportunidad de ir a las ciudades solamente inscribirse en la Conadi para poder participar. A eso hay que sumar el contexto sanitario mundial de restricciones de movilidad”, dijo a CIPER.
Una tercera propuesta, que lidera la senadora Goic (DC), recoge la cosmovisión dual que defienden los diaguita. En una situación de 24 escaños reservados, los mapuches obtendrían 6 cupos y los otros pueblos, dos asientos cada uno. Esta propuesta incluye dos cupos para los afrodescendientes.
La propuesta mapuche aymara, que le da más del 50% de los escaños a los mapuche, es respaldada por los senadores Rincón (DC), Araya (IND), De Urresti (PS), Quintana (PPD) y Huenchumilla (DC). También cuenta con el respaldo de 50 agrupaciones indígenas, mayoritariamente ligadas a ese pueblo. Plantean, en lugar del padrón indígena, utilizar el criterio de autoidentificación al momento de sufragar.
Delia Condori, Consejera Nacional Aymara Mallkus y T´allas de la comuna de Putre, contó a CIPER que fue ella quien ideó esta fórmula para repartir los escaños reservados.
-Es defendible porque está basada en datos duros, no es pedir al aire sin argumentación- dijo a CIPER.
José Mariman, cientista político, defiende el mayor peso mapuche en la constituyente. En el conversatorio “La incorporación de los pueblos indígenas en una Nueva Constitución”, organizado por el Observatorio Ciudadano a fines de septiembre, dijo que el peso sociológico de la cuestión indígena en Chile siempre ha sido lo mapuche. “Si alguien me dice que, en una situación de escaños reservados, todos los pueblos indígenas deben tener un representante, y eso significa dar nueve cupos a los otros pueblos y nueve cupos a los mapuche, los que pierden son los mapuche. Y ojo, los mapuche son los que han puesto aquí los muertos. Lo siento mucho, pero hay pueblos súper pequeños que tienen que estar representados, pero eso no puede ser a costa de otros pueblos”.
Adolfo Millabur, alcalde de Tirúa, cree que hoy, la principal preocupación del mundo indígena debiese ser conseguir los escaños que no están para nada seguros. Le parece que un parámetro equitativo es usar el Censo de 2017. “Si hay otra regla que sea mejor, hay que discutirla, pero lo importante es conseguir los espacios que todavía no tenemos”.
La propuesta mapuche aymara para repartir los escaños surgió durante una serie de reuniones en el Congreso con organizaciones mapuche. Fue el senador Francisco Huenchumilla (DC) quien las convocó a fines de febrero, invitando a dirigentes que asistían a las sesiones de la Comisión de Constitución del Senado. La idea de Huenchumilla era generar un espacio de diálogo que permitiera unificar fuerzas. La propuesta implicaba que lo que se conversara allí podría ser presentado por los senadores como indicaciones en la discusión parlamentaria sobre los escaños indígenas. A las reuniones también asistieron el académico Salvador Milllaleo, Domingo Namuncura, ex embajador de Chile, frentes indígenas de la centroizquierda y del Frente Amplio, además de la Asociación de Municipalidades con Alcaldes Mapuche, AMCAM, y representantes de la diputada PS Emilia Nuyado.
Delia Condori, Consejera Nacional Aymara, dijo a CIPER que las dificultades económicas y sanitarias impidieron a varios representantes acudir a la cita en el ex Congreso. Finalmente ella fue la única de procedencia no mapuche en esas conversaciones.
La forma de repartir los escaños no es lo único controversial que se vincula con estas reuniones. Otro asunto surgió cuando discutían cómo se iban a levantar las candidaturas indígenas al constituyente. El grupo acordó que estas deberían contar con el patrocinio de al menos tres comunidades o cinco asociaciones indígenas registradas en la Conadi y amparadas en la Ley Indígena. Sin embargo, en la indicación que presentaron los senadores Huenchumilla, Rincón, De Urresti, Araya y Quintana, “apareció” un párrafo que dejaba abierta la posibilidad de que también los partidos presentaran candidatos a los cupos reservados.
El párrafo que ha desatado una fuerte polémica en el mundo indígena dice: “también podrán patrocinar candidaturas las organizaciones representativas de los pueblos indígenas que no estén inscritas”.
Delia dijo a CIPER que ese texto nunca se conversó en el grupo que elaboró la propuesta mapuche aymara. Para ella la indicación “atenta contra la autonomía de los pueblos indígenas de levantar sus propios candidatos”. La dirigente no está en contra de los militantes per sé. Lo que busca es entregar a las comunidades el control de quién se presenta: “si hay candidatos de partidos políticos, que sean las comunidades y asociaciones las que decidan si los patrocinan”.
Consultado sobre esto, el senador Huenchumilla parte aclarando que su participación fue sólo convocar a actores sociales y algunos académicos, pero nunca participó de las reuniones: “Tomé la previsión de no inmiscuirme en el debate, ni en las invitaciones que ellos formularon. Ellos mismos se autoconvocan, porque las organizaciones están muy atentas a este debate”, dijo a CIPER.
Sobre el párrafo que abre la puerta a los partidos, explicó: “yo no he escrito nada. Todo proviene del grupo de organizaciones. No sé quién colocó esa frase. Esto lo hicieron las organizaciones y yo en un acto de confianza lo firmé y lo presenté. Porque esa fue la decisión que yo tomé: no meterme en las opiniones de las organizaciones del mundo indígena. Yo sé que ahí no hay unanimidad en un montón de cosas. Otra posibilidad sería que yo me hubiera sentado a escribir la indicación. Pero esta vez no quise hacerlo así, porque conozco el mundo indígena, que es muy diverso”, asegura.
Para contrarrestar esta “aparecida” los alcaldes reunidos en AMCAM, junto a las 50 organizaciones indígenas que participaron del trabajo, presentaron, patrocinados por los senadores Latorre (RD) y Navarro (PP), una indicación que pretende que los candidatos a escaños indígenas no sean militantes de partidos políticos, hasta dos años antes de la fecha del cierre de las candidaturas. A esta indicación se sumaron también los representantes del pueblo lican antai, diaguita y chango.
En la sesión de la comisión de constitución del Senado del 6 de octubre, Adolfo Millabur, alcalde de Tirúa, interpeló a los parlamentarios: “Es importante que sepan que las organizaciones sociales, especialmente los pueblos originarios, desconfían con legítimas y sobradas razones del aparato público; los partidos políticos no están en buen pie para la población, especialmente indígena”.
El alcalde explicó a CIPER la amenaza que ve en esa puerta abierta a los partidos: “si los representantes en los escaños son militantes, adoptarán las ideas de los partidos y eso sería seguir cooptándonos y colonizándonos en términos culturales. La idea es que los candidatos vayan genuinamente a representar los intereses de los pueblos originarios”.
Tal como muchos ciudadanos temen que el proceso constituyente sea manejado por los partidos en desmedro de los independientes, también la discusión interna del mundo indígena está cruzada por esa aprensión, sostiene Fernando Pairican: “Los pensadores autónomos indígenas tienen todo el derecho a desconfiar que esos escaños reservados terminen siendo para el área indígena del partido político, que es la misma crítica que hubo el 18 de octubre a la clase política”. Cree que lo correcto sería que los escaños reservados sean para no militantes y que los partidos políticos chilenos den espacio a los militantes que son indígenas para competir por los otros escaños.
En ese sentido, Erick Chinga, de la Red Nacional Diaguita, dijo a CIPER que “hay que entender que existe un juego político de sectores que no quieren que tengamos poder, especialmente en tiempos en que ya se vislumbra el triunfo del Apruebo”.
En una posición divergente se sitúa la académica Antonia Rivas. Estima que es discriminatorio que a los candidatos a cupos reservados se les exija algo que a los demás candidatos no. La parece que es suficiente con que pertenezcan a una identidad territorial o un pueblo. Por otra parte, argumenta que si lo que se quiere es desincentivar a que los partidos usen los cupos reservados, hay que poner el énfasis en la cantidad de asientos del constituyente. Explica que si los escaños reservados se restan de los 172 cupos -en caso de la Comisión Mixta- o de los 155 de la Convención Constitucional “lo que va a pasar es que los partidos políticos se van a meter y van a quitar los cupos”. Para evitar eso, los asientos reservados deben sumarse al total, es decir ser “supernumerarios”.
El historiador e investigador del CIIR Fernando Pairican piensa que es atendible la postura diaguita que ve que el sector mapuche “arrasa”.
– Los mapuche han hegemonizado la agenda, pero eso no es culpa de los mapuche. Es un movimiento que tiene cien años y eso pesa a la hora de las discusiones. Tiene experiencia de negociación, pero también es un movimiento que lucha. Lo quiera uno o no, la presencia política en este país se consigue con movimiento. Comparto la crítica que tienen los diaguita, pero también creo que debe haber un respeto a una historia de larga resistencia que permite abrir canales políticos- dijo a CIPER.
Cree que el debate por los cupos ha puesto en evidencia las diferencias de desarrollo político interno de cada pueblo y su vinculación con la política nacional. Explica que los mapuche tienen más cuadros políticos relacionados con partidos que las otras naciones originarias. Y eso, que puede ser visto como la amenaza de que los partidos controlen el proceso constituyente, es también una ventaja sobre los otros pueblos. Pairican piensa que los pueblos más pequeños y más “nuevos” en cuanto a su reconocimiento tardío tienen “poca capacidad de entender la política. No es que no sean capaces, sino que falta desarrollar una práctica política para tener contacto con dirigentes, que en el caso de los mapuche y los rapanui han sido más agudos: los mapuche por su despliegue territorial, y en los rapanui, por las ventajas que implican el ser una isla, lo que les ha permitido avanzar más en la conquista de derechos colectivos.”
Delia coincide en que el momento constituyente encontró a los pueblos indígenas en diferentes estados: “Los mapuche están en las universidades, en medios de comunicación, en el senado. Pero los pueblos más pequeños no. Somos menos porque (los españoles) nos pasaron por encima. Eso hace que los escenarios y miradas son distintas”.
La permanente exclusión histórica, donde no se han generado espacios en los que los pueblos puedan confluir con sus propias institucionalidades, ha agravado el desencuentro, opina Adolfo Millabur, alcalde de Tirúa. En ese sentido, considera importante entender que participar del órgano constituyente “no es la solución definitiva de la relación de poder entre los pueblos originarios y el resto de Chile, pero sí puede ser un gran avance. No va a ser el último esfuerzo de la lucha que tendrán que hacer los pueblos originarios”.
Conseguir escaños reservados indígenas de manera representativa permitirá generar una cultura política distinta, dice Huenchumilla, que gatillará cambios en cómo los pueblos originarios podrán acceder al Estado con cargos de diputados, senadores, entre otros. “Es un tema cultural y el mundo mapuche siempre ha estado más adelantado en todo respecto a los otros pueblos indígenas. Por su número, su historia, su guerra; tiene una buena base cultural, desde que llegaron los españoles acá. Esto va a cambiar en la medida en que el mundo indígena participe más en la política”.
Las diferencias, dice Pairican, debiesen plantearse a través de una nueva institucionalidad, como un parlamento indígena. “Nos equivocamos en poner el problema entre indígenas. La pelea no es entre esclavos, sino contra el esclavista. Y a mi juicio, más que ver el problema en los mapuche, creo que los pueblos originarios tienen que tratar el problema con el Estado, puesto que es el Estado el que está generando esa división entre pueblos originarios y por ende, lo que tienen que hacer los demás pueblos es forzar su demanda política hacia el Estado y no contra otros pueblos originarios que estén en esta divergencia”.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
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