La Ley de Pesca hace aguas
17.01.2019
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17.01.2019
Desde hace varios días he observado al presidente de Sonapesca, Osciel Velásquez, atacar desmedidamente y sin titubeo alguno al gobierno, al ministro de Economía, al subsecretario de Pesca y a los propios senadores. Lo ha hecho fiel a su estilo: poco sofisticado, sin pulcritud, carente de verdad, en tono insolente y desafiante, casi demostrando histeria y desesperación por tantos flancos abiertos en el Congreso que buscan derribar los beneficios mal habidos de la industria en la Ley de Pesca.
Tan difícil fue pedir perdón en su momento, por tanto daño causado al sistema democrático. No lo hizo incluso, a pesar de que Francisco Mujica, el ex presidente de los industriales pesqueros del norte (ASIPNOR) y ex gerente general de Corpesca, reconociera abiertamente que financió a muchos parlamentarios, que luego aceptó el cohecho sobre el senador Jaime Orpis y la diputada Marta Isasi, y asumiera su responsabilidad ante la Fiscalía en la causa que lleva el nombre de la misma firma pesquera que lideraba.
Tanto a Osciel Velásquez como su club de amigos de la pesca industrial, que se resisten a perder los privilegios conquistados, deben entender que la reforma a la Ley de Pesca ya no es una discusión entre pesqueros grandes, medianos o chicos. Esta discusión hace años que salió del mar y se ancló en tierra firme, sus alcances y dimensiones están muy por sobre las empresas pesqueras, su lobby y el dinero que esparcieron o esparcen en la política.
Esta discusión debe volver hoy a permitir que el Congreso y sus miembros demuestren su independencia de los grupos de poder ante la ciudadanía y el país completo, eleven la mirada y la frente hacia ellos con la satisfacción de cumplir con su mandato, sin otra motivación más que sus convicciones, poniendo por delante el bien común. De lo que se trata con esta discusión esta vez es de tener el honor de ser llamado honorable, de recuperar el respeto perdido por culpa de unos pocos que se lo faltaron a sí mismos a cambio de dinero.