Festival REC: Rock En Cristo
25.03.2025
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25.03.2025
Señor Director:
Se cumple una semana desde la realización del Festival REC (Rock en Conce) en su décima versión. Lo que comenzó como un evento local se ha consagrado como «el encuentro musical más grande de Chile», reuniendo a más de 360.000 personas en solo dos días. Una convocatoria récord en su historia, que además de celebrar la música, dinamiza la economía local, impulsa el turismo y refuerza la identidad cultural y patrimonial de la región.
Pero hoy la conversación no gira en torno a la contribución del REC a la provincia de Concepción y la Región del Biobío. La atención está puesta en la polémica desatada por el alcalde de Concepción Héctor Muñoz, del Partido Social Cristiano, quien propuso eliminar los recursos destinados al Museo de la Memoria, argumentando que estos deberían redirigirse al festival. Una dicotomía artificial que expone una agenda más profunda: la negación de la memoria histórica y la instrumentalización de la cultura con fines ideológicos.
La pregunta que algunos plantean es si el dinero del Estado debe ir al REC o a la construcción del Museo de la Memoria. Pero en realidad, ambas cosas van de la mano. Cultura e historia no son excluyentes; al contrario, se alimentan mutuamente. No hay arte sin memoria, ni memoria sin cultura. Y si hay algo que la historia nos ha enseñado, es que el arte ha sido un canal fundamental para denunciar injusticias, mantener viva la memoria y construir sociedades más conscientes. La música ha sido refugio y resistencia. Desde las canciones de protesta hasta los himnos generacionales, la cultura no es solo entretenimiento: es testimonio y aprendizaje.
Lo que realmente subyace en esta controversia es el intento de algunos sectores por reescribir la historia o, directamente, borrarla. La dictadura dejó heridas abiertas que aún requieren verdad, justicia y reparación. Negar recursos para preservar la memoria de quienes sufrieron violaciones a los derechos humanos es, en sí mismo, un acto de violencia simbólica. Es volver a silenciar a los desaparecidos, a las familias que aún buscan respuestas, a las víctimas que claman por justicia.
Paradójicamente, quienes levantan esta agenda conservadora lo hacen en nombre del cristianismo, pero traicionan sus principios más fundamentales. ¿Qué haría Jesús en esta situación? Si estuviera vivo hoy, lo más probable es que lo tacharían de comunista, extremista, un peligro para el orden establecido. Porque Jesús predicó verdad y justicia, defendió a los marginados, luchó contra la opresión y condenó la hipocresía del poder. No hay duda de que apoyaría un Museo de la Memoria, así como pelearía por mejores pensiones, salud, educación y vivienda.
El REC es un espacio de encuentro, de comunidad, de expresión libre. Pero no puede convertirse en una excusa para borrar nuestra historia. Un país que olvida su pasado está condenado a repetirlo. Y un país que no cuida su memoria es un país que traiciona su propia dignidad. Que la música siga sonando, pero que también siga resonando la verdad. Porque sin memoria, no hay historia ni futuro, y el Rock al igual que Cristo seguirá exigiendo justicia social.