VALLE DE ELQUI: Los graves vicios del proceso de calificación ambiental de la minera Barrick en el proyecto Campanario
16.03.2025
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16.03.2025
Los autores de esta columna escrita para CIPER detallan documentadamente los vicios que a su juicio contiene el proyecto minero Campanario, el que se instala en la Región de Coquimbo. Sostienen que “El proyecto minero Campanario, de la empresa canadiense Barrick Gold (la misma de Pascua Lama) es una grave amenaza al futuro ambiental, agrícola y turístico del Valle de Elqui, un territorio de desarrollo sustentable de paz y cielos azules estrellados, una amplia mayoría de comunidades, autoridades y científicas no se explican cómo se expone este lugar a la gran minería extractivista”.
Créditos imagen de portada: Página web Minera Campanario
En el Valle de Elqui no dejamos de asombrarnos al estudiar el proceso de calificación ambiental de Inversiones Barrick, ante el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de la Región de Coquimbo, por su proyecto minero Campanario. Nuestro asombro se debe a que, por un lado, se aprecian enormes omisiones e inexactitudes de lo declarado por la empresa ante este servicio público y por otro, queda manifiesta una conducta administrativa abiertamente permisiva que realmente no distingue entre lo regular o lo irregular, para haber aprobado un proyecto que no atiende en absoluto ni a la realidad humana, ni ecológica. Lo que venimos observando, es que en general el sistema de calificación funciona viciado, presumimos que algo similar debe estar aconteciendo en otras regiones del país.
Todo parte mal con la calificación ambiental, ya en la primera resolución del SEA de fecha 10 de julio del 2023, ya de manera normalizada admite a trámite la simple Declaración de Impacto Ambiental (DIA), lo que en el caso del proyecto “Prospección Campanario de Barrick” tardó exactamente cuatro días en discernirse y resolverse. Es decir, en cuatro días este “servicio” hizo las estimaciones técnicas para descartar que el proyecto de 36 millones de dólares, que cubre 17 hectáreas en las nacientes del Río Elqui, debía de ser calificado por un Estudio de Impacto Ambiental (EIA), que es la forma más rigurosa y participativa de calificar ambientalmente un proyecto de inversión de esta dimensión.
Lo insólito no es sólo el tiempo récord en que se declara la admisibilidad (los cuatro días), sino que, ante todo, destaca la falta de rigor, pues hablamos de miles de páginas de información técnica, que evidencian que por ley el proyecto debe ser sometido a un Estudio de Impacto Ambiental, EIA, (Art. 11 de la Ley 19.300). Dicho esto, es evidente que concurren llanamente al menos tres causales para que se imponga el Estudio. Por sobre la mera declaración , la indicada norma obliga siempre a hacer EIA cuando el proyecto en cuestión implique afectación significativa en la calidad del agua. Barrick ha reconocido que usará para sus labores de prospección agua del Río Malo, río que es reconocido por la DGA regional, como uno de los afluentes que originan el río Elqui, del que beben cientos de miles de personas a nivel regional (art. 11 letra a, ley 19.300); el proyecto altera la actualidad y proyección de los usos ancestrales de indígenas vivientes en la zona y las actividades turísticas que ya se encuentran en desarrollo en las áreas afectadas, el Valle de Elqui, como se sabe, es uno de los destinos turísticos más relevantes de Chile y del Continente (art. 11 letra b, ley 19.300); además, el proyecto de Barrick pretende asentarse en una comuna que se ha declarado de valor para la investigación y observación astronómica, negando además la existencia de humedales altoandinos en el área de su proyecto (art. 11 letra d). Sin embargo, admitir la concurrencia de estas causales, implicaba un nivel de participación ciudadana que desde luego retrasaría el proyecto, pero ello asegura a su vez, una adecuación esencial con el medio ecológico y social , así se podría postular un equilibrio con los derechos en ejercicio de los ciudadanos o habitantes afectados y para establecer de manera sincera las afectaciones ecológicas y sociales, que permitan tomar medidas suficientes de resguardo o reparo.
Las falencias del proceso no concluyen en esto, ya que el proyecto actualmente no cuenta con ningún informe fundado, como corresponde por ley, sobre compatibilidad con los planes de desarrollo territorial previamente establecidos por instrumentos oficiales a nivel comunal y regional. Tampoco se consideran los riesgos ante desastres, siempre factibles en uno de los países más sísmicos del mundo, cuando el proyecto se ubica a menos de un kilómetro del relave dejado por la minera El Indio. Es decir, se trata de la misma zona de prospección en que pretende obrar la minera Barrick. Como si fuera poco, además la empresa niega la existencia del sistema hídrico presente en la zona de su proyecto, así evita verificar alteraciones en la providencia de agua para la gran mayoría de los ciudadanos de la Región de Coquimbo, en una zona de permanente crisis hídrica. En el mismo sentido, cabe recordar que la identidad de la provincia de Elqui se sustenta también en su agricultura (léase papayas, pisco, uvas, quesos de cabra, frutos secos y amplia producción agrícola que satisface alimentariamente a la región toda).
En este proceso, Barrick no sólo desafía la forma de calificación pretendiendo que con una mera declaración basta, con la incomprensible anuencia del SEA, sino que, además, en su DIA las imprecisiones y errores que se evidencian de la sola lectura, son tan profundas y abundantes que aparece como todo hecho sin fuentes reales, o desatendiéndolas. A modo de ejemplo, podemos indicar que durante el proceso de calificación ambiental se le requiere a Barrick por parte de la Dirección General de Aguas, a fin de que señale cuál es la situación de las aguas subterráneas en el perímetro de prospección, y la minera, con fecha 31 de mayo de 2024, desvía el requerimiento y contesta otra cosa, especulando sobre la presencia o ausencia de acuíferos que pudieran resultar afectados al interior del perímetro de la prospección minera.
Aún peor: no sólo desvía la pregunta de la autoridad, sino que contesta generando datos inexistentes sobre la realidad biológica, ecológica, acuífera y hasta paisajística, pues propone que el sistema hídrico afectable y que origina el río Elqui, nacería varios kilómetros aguas abajo de donde en verdad ocurre, negando la existencia de un sistema fluvial que se afecta necesariamente en la zona de prospección proyectada. Barrick, asimismo, niega la existencia de comunidades y asociaciones de pueblos originarios en la comuna de Vicuña y descarta actividades que se identifiquen con la posesión espiritual en la zona impactada, lo que importa en los hechos desatender los registros públicos de CONADI, así como el conocimiento y prácticas que estas mismas organizaciones han declarado ante el organismo público.
Por el buen vivir de la región, por su proyección hacia un futuro que proteja a sus habitantes y sistema ecológico, estamos junto a importantes organizaciones locales instando al buen actuar de las autoridades, administrativas y judiciales, a fin de evitar que prospere este proyecto abiertamente invasivo y espurio. El proyecto minero Campanario, de la empresa canadiense Barrick Gold (la misma de Pascua Lama) es una grave amenaza al futuro ambiental, agrícola y turístico del Valle de Elqui, un territorio de desarrollo sustentable de paz y cielos azules estrellados, una amplia mayoría de comunidades, autoridades y científicas no se explican cómo se expone este lugar a la gran minería extractivista, que tanto daño ha causado a personas y a otros territorios, pero estamos aquí para asegurar la sobrevivencia y los derechos que nos hemos dado como territorio y colectivo humano.
Elqui Sin Mineras es un movimiento integrado por Corporación Elqui Valle Sagrado, Elqui Sustentable y otras organizaciones que adhieren.