8M: Todas, todos, y todes somos Intersex
08.03.2025
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08.03.2025
Las autoras de esta columna escrita para CIPER aprovechan la conmemoración del 8M para poner el acento en los “discursos políticos (que) intentan arrastrarnos hacia un pasado basado en simplificaciones discriminatorias”. Sostienen que “desde hace mucho tiempo que las y les feministas han buscado no solo la liberación y equidad para las mujeres, sino la justicia para todas las personas y la libertad de poder existir en el mundo de diversas formas, aunque estas no calcen con normas binarias impuestas por grupos conservadores y basados en ciencia refutada y desactualizada”.
“Ideología de género” llegó a ser el eslogan favorito de Donald Trump durante su campaña y desde que asumió la presidencia de Estados Unidos. De hecho, en un discurso del año pasado dijo: “Tomaré medidas históricas para derrotar el veneno tóxico de la ideología de género y reafirmar que Dios creó dos géneros, masculino y femenino”.
Desconociendo un campo de investigación interdisciplinaria global, el mandatario de extrema derecha se ha dedicado ampliamente a tergiversar lo que significan las políticas y estudios de género. Hace un poco más de un mes, la Casa Blanca emitió órdenes ejecutivas y otras acciones presidenciales con el objetivo de restringir los derechos de las personas transgénero, no binarias y de los jóvenes, bajo el pretexto de “defender a las mujeres” y “restaurar la verdad biológica”. Al mismo tiempo, retrocedió en las iniciativas de Diversidad, Equidad, Inclusión y Accesibilidad (DEIA), y debilitó las protecciones para los derechos de las mujeres y las niñas, incluyendo la equidad laboral, el acceso a la atención médica reproductiva y las medidas contra la violencia de género.
En la misma línea, tenemos a Javier Milei al otro lado de los Andes instalando un discurso anti-género que ha significado la desmantelación de una arquitectura construida desde los gobiernos previos para abordar temáticas de género. Desde sus primeros días de gobierno, eliminó el Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidad Sexual, prohibió la perspectiva de género en toda la administración nacional, instaló un cuestionamiento a la Ley de Educación Sexual Integral, a la Ley Micaela, presentó un proyecto de derogación de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, modificó la Ley de Identidad de Género a través de un decreto de Necesidad y Urgencia, y ha denostado las temáticas de género en todos los posibles discursos que ha desarrollado. A modo de ejemplo, en el Foro Económico Mundial de Davos, donde se supone debería haber focalizado su discurso en economía, se dedicó a tergiversar los feminismos calificándolo como un concepto que busca privilegios y tergiversando el feminicidio sin ningún fundamento legal. Además, realizó declaraciones altamente homofóbicas y transfóbicas, llegando al punto de afirmar que la “ideología de género” es la promoción del abuso sexual infantil y que los homosexuales son pedófilos.
La retórica de estos mandatarios no solo desconoce décadas de investigación feminista y de estudios de género, sino también ignora los avances científicos que cuestionan la idea del sexo como categoría binaria inmutable. Mientras Trump promete «derrotar el veneno tóxico de la ideología de género» y Milei desmantela instituciones y políticas de género en Argentina, la ciencia revela una realidad más compleja.
Pero, ¿cómo es que definimos el sexo de una persona? Tradicionalmente se ha asumido que la anatomía y la composición cromosómica es binaria y consistente para hombres y mujeres. Esta es la supuesta “biología” citada por Trump y Milei. Sin embargo, contrario a la simplificación de «Dios creó dos sexos», la biología moderna demuestra que el sexo existe en un espectro, con múltiples combinaciones posibles. Los cromosomas, tradicionalmente considerados los marcadores definitivos del sexo (XX para mujeres, XY para hombres), son apenas una pieza del rompecabezas. Un estudio de Claire Ainsworth publicado en Nature en 2015 explica que es recién entre las semanas 6 y 8 de gestación cuando una compleja interacción entre cromosomas, genes, hormonas, receptores hormonales, anatomía interna y externa influyen en la manifestación del sexo biológico resultando en una variedad de posibilidades anatómicas y fisiológicas. Muchas más personas de las que creemos nacen con alguna variación en sus características sexuales que no encaja perfectamente en las definiciones binarias de «macho» o «hembra.» Esta realidad ha sido documentada en casos como el de un hombre de 70 años que, durante una cirugía rutinaria, se descubrió que tenía útero y trompas de falopio, a pesar de haber vivido toda su vida como hombre, ser genéticamente XY y haber engendrado cuatro hijos con su esposa , o casos muy publicitados como los de las atletas Caster Semenya y Dutee Chand .
Tanto estos resultados de investigación en las ciencias biológicas como los hallazgos y aportes realizados a la comprensión social del género y la discriminación basada en este binarismo, son resultado de investigación rigurosa. Cuando políticos como Trump o Milei intentan deslegitimar estos hallazgos, no solo atacan los derechos de las personas trans y no binarias, sino que niegan la evidencia científica por conveniencia política. La investigación desde los feminismos críticos ha señalado durante décadas que tanto el género como el sexo son categorías más complejas de lo que sugieren las visiones tradicionales. No se trata de negar diferencias biológicas, sino de reconocer su complejidad y rechazar su uso para justificar desigualdades sociales.
La imposición de un modelo estrictamente binario no sólo ignora la diversidad natural humana, sino que causa sufrimiento a quienes no encajan en estas normas rígidas. Al final, lo que estos líderes llaman «ideología de género» es simplemente el reconocimiento científico de la diversidad humana y el respeto a los derechos fundamentales de todas las personas, independientemente de cómo sus cuerpos o identidades se alineen con categorías tradicionales.
La ciencia avanza, mientras estos discursos políticos intentan arrastrarnos hacia un pasado basado en simplificaciones discriminatorias. Si realmente nos importa la verdad científica, debemos defender el conocimiento actual sobre la complejidad del género y el sexo biológico y rechazar las manipulaciones políticas que pretenden usar la «biología» como excusa para la discriminación. Desde hace mucho tiempo que las y les feministas han buscado no solo la liberación y equidad para las mujeres, sino la justicia para todas las personas y la libertad de poder existir en el mundo de diversas formas, aunque estas no calcen con normas binarias impuestas por grupos conservadores y basados en ciencia refutada y desactualizada.