Los desechos del festejo: semillas de cambio en el cuidado del medio ambiente
03.02.2025
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03.02.2025
Los académicos autores de esta columna escrita para CIPER destacan los avances que ha tenido el país con legislaciones que apuntan hacia un cuidado del medio ambiente. Sostienen que “la experiencia demuestra que cuando combinamos regulación progresiva con participación ciudadana activa y soluciones tecnológicas, podemos convertir las crisis en oportunidades de liderazgo”.
Créditos imagen de portada: Hans Scott / Agencia Uno
Al ver la cantidad de cotillón convertido en basura que dejaron las celebraciones del Año Nuevo 2025, muchos chilenos nos preguntamos si realmente hemos avanzado en nuestra lucha contra la contaminación plástica.
Las críticas en redes sociales sobre el comercio menor que aún entrega bolsas y la frustración ante la acumulación de variados plásticos de un solo uso, podrían hacernos pensar que fue insuficiente la prohibición de bolsas plásticas anunciada por la ex presidenta Michelle Bachelet ante la Asamblea General de las Naciones Unidas hace cuatro años, en estas fechas. Sin embargo, existen tres formas fundamentales de entender por qué esta ley representa un paso decisivo hacia el liderazgo ambiental regional.
La primera forma, es reconocerla como una prueba de que los cambios que benefician al medio ambiente pueden ser ágiles y efectivos cuando existe voluntad política.
De las 3.000 millones de bolsas plásticas que Chile consumía anualmente, hoy utilizamos solo una fracción. Este logro cobra mayor relevancia al compararlo con otras regulaciones ambientales como la Ley 20.920 de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) que, si bien existía previamente, ha enfrentado una implementación más lenta y compleja. La prohibición de bolsas demostró que podemos transformar nuestros hábitos de consumo rápidamente cuando existe claridad en la regulación.
La segunda perspectiva, es entenderla como la llave que abrió la puerta a una participación ciudadana más activa en la fiscalización ambiental.
Esta ley inicial pavimentó el camino para la Ley 21.368 de Plásticos de Un Solo Uso que, pese a las presiones empresariales que este 2024 lograron postergar algunas de sus disposiciones, incorporó una innovación revolucionaria: replicar el modelo de la Ley de Monumentos Nacionales donde «cualquier ciudadano podrá denunciar toda infracción a la presente ley» y «el denunciante recibirá, como premio, el 20 por ciento del producto de la multa que se aplique». Este mecanismo fue ampliamente debatido en el Senado pero replicado por la ley de plásticos de un solo uso, sin incluir el ‘premio’ al denunciante, y también incluido en la Ley 21.413 “Chao Colillas”.
Ante la falta de recursos para fiscalizar en los municipios, la ley de bolsas plásticas abrió el debate hacia modelos de ciudadanía con mayor inteligencia colectiva, como guardianes activos de nuestro ambiente. Esto ya es la tendencia con el uso de dispositivos ciudadanos y satélites para monitorear la calidad del aire, como la exitosa app «Blue Map» de China, que permite a los ciudadanos denunciar fuentes de contaminación del aire.
Es natural sentir frustración ante los desafíos que persisten en nuestra lucha contra la contaminación plástica. Sin embargo, como ciudadanos en vez de ver la ley de bolsas plásticas como una prohibición exitosa, pero insuficiente por sí misma, podemos tomarla como el primer paso hacia una transformación más profunda que debemos continuar.
Por esto, la tercera forma de ver la ley que prohíbe las bolsas, es como una evidencia de que Chile puede liderar en agenda ambiental incluso cuando el escenario internacional se estanca. Mientras el 2024 culminó con un revés en las negociaciones para alcanzar un tratado global sobre plásticos, nuestra experiencia ya demuestra que es posible avanzar a pesar de la resistencia empresarial o la falta de presupuesto para fiscalizar. Por supuesto, tenemos aún muchos desafíos pendientes como país, pero la experiencia demuestra que cuando combinamos regulación progresiva con participación ciudadana activa y soluciones tecnológicas, podemos convertir las crisis en oportunidades de liderazgo.
En un momento en que las negociaciones internacionales para salvar el planeta se estancan, Chile demuestra que el cambio rápido no solo es posible, sino que puede ser liderado desde el Sur Global, avanzando progresivamente hacia modelos de participación activa de su ciudadanía en la fiscalización que permiten transformar los datos en acción.