La suspensión de la Supercopa y la organización de eventos masivos: seguridad e improvisación
24.01.2025
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24.01.2025
El autor de esta columna escrita para CIPER analiza la suspensión de la Supercopa entre Colo Colo y Universidad de Chile desde su rol como experto en gestión de emergencias y eventos de alta seguridad. Dice que la experiencia internacional permite ver soluciones a la violencia en los estadios, pero que “las incivilidades y violencia en fútbol chileno no deben seguir el camino de la normalización en el que se encuentra, y requiere de un esfuerzo claro, tangible, por parte de la industria del fútbol y las autoridades”.
Créditos imagen de portada: Sebastián Beltrán / Agencia Uno
¡Culpas van, culpas vienen! Pero el resultado es uno y no es precisamente por lo que se ha jugado en cancha.
La suspensión de la Supercopa, que debía jugarse este sábado 25 en el estadio La Portada de La Serena, debe llevarnos a algo más allá de un incidente acotado en el tiempo y en el espacio, pues existen cuestiones de fondo que simplemente impactan fuertemente a una industria que hoy tiene de protagonista al fútbol.
Una vez más, parece ser parte de una idiosincrasia que se instala y nos resistimos a cambiar, actuando a última hora, sin importar el daño, e incluso evitando abordar las brechas a partir de soluciones realistas a corto, mediano y largo plazo.
La seguridad en eventos masivos es clave al momento de buscar una experiencia plena, pues debemos recordar que en estos lugares y actividades de alta concurrencia lo que se ejerce es el legítimo derecho a la recreación, al uso del tiempo libre, acceso a la cultura, y por qué no decirlo – por cierto, en condicional – a la construcción de comunidad.
Ya en la década de los 60, los hooligans comenzaron a hacer noticia por sus acciones violentas. En 1985, la tragedia de Heysel, donde murieron 39 personas durante un partido entre Liverpool y Juventus, es uno de los momentos más sombríos de la historia del fútbol y eventos masivos. Permitir y normalizar la violencia llevó a un resultado esperable: el costo en vidas.
Las medidas no se hicieron esperar. No solo se aplicaron responsabilidades penales, sino que también hubo duras sanciones para los clubes ingleses, incluyendo la prohibición de participar en competiciones europeas. La UEFA realizó cambios en la gestión de eventos para potenciar la seguridad, y se mejoró la infraestructura, entre otras medidas que establecieron un punto de quiebre ante la violencia en los estadios.
La tragedia de Hillsborough en 1989 volvió a poner de manifiesto la precariedad en la gestión de la seguridad, organización y producción de eventos masivos. 97 personas murieron en un partido entre el Liverpool y el Nottingham Forest aplastadas en un estadio cuyo aforo no fue respetado, con vías de tránsito y evacuación obstaculizadas, y una gestión de multitudes (Crowd Management) que no cumplió con los estándares mínimos.
La seguridad pareciera que no está dentro de las prioridades de algunas producciones, incluyendo la del fútbol profesional donde, en la temporada 2022, solo en lo que respecta a clubes los ingresos fueron de 166.570 millones de pesos (Fuente Anuario Financiero ANFP).
Más allá del contexto de la grave crisis de seguridad pública del país, que ya en nada facilita el desarrollo de la industria de espectáculos o eventos masivos, la seguridad de los estadios es sin duda algo que preocupa hace décadas, pero que poco ocupa en lo concreto Solemos abordar el momento, la crisis, y rápidamente llega el olvido posterior a algunas iniciativas más bien cosméticas, con buenas fotografías y poco de soluciones reales. Así llevamos demasiado tiempo.
Anticipar implica no solo conocer, diagnosticar y anunciar, sino también tomar medidas e implementar soluciones antes de que ocurran las cosas. Y aquí en estas materias el “no lo vimos venir” no aplica.
La seguridad en eventos es el primer estándar, luego del cual se deben instalar los otros que permiten básicamente garantizar el diseño, implementación de una producción que busca una experiencia integral. No en vano uno de los modelos de servicio más exitoso y referente en el mundo es el de Disney (Appoach to Quality Service, Disney Institute) que ubica en el primero de cuatro categorías de estándares esenciales, la seguridad.
El conocimiento existe, al igual que la técnica, las soluciones tecnológicas y las herramientas para poder establecer un cambio significativo en la seguridad al interior de los recintos. Estas actividades también agregan valor al entorno, incluyendo a las ciudades que acogen actividades que son altamente lucrativas en lo económico, social y cultural. Pero tenemos una carencia, la voluntad de los actores y la debida accountability (responsabilidad).
También prima el Síndrome del Enemigo Externo. Siempre encontrarás a alguien a quien culpar (La Quinta Disciplina, Peter Senge) parece ser parte de la esencia en nuestra cultura al momento de abordar las consecuencias por la falta de gestión en seguridad. La suspensión de la Supercopa no es diferente.
Los miembros de esta industria son los primeros responsables en esta materia, pues cuando diseñan, planifican y producen un evento masivo, se hacen cargo de la protección y bienestar, del servicio, de aquellos que concurren a su actividad. Aquí sin duda mantenemos graves debilidades que simplemente están ancladas a una zona de comodidad que parece no ceder.
Por su parte las instituciones del Estado tienen la obligación de ejercer su autoridad, aunque aquello sea impopular. Pero esto no implica que esa autoridad se ejerza solo para suspender actividades, también requiere que exista liderazgo e iniciativas para que las medidas de gestión de seguridad, y no solo poner cámaras para registrar incidentes que terminan siendo videos virales, sino que sean oportunas y así se garantice la realización de actividades bajo normas y contextos básicos de seguridad, sin olvidar que para las producciones (públicos y privados) la norma es el mínimo exigible, por lo cual en industrias de estas características se esperaría que superaran con creces lo que al autoridad exige.
Las incivilidades y violencia en fútbol chileno no deben seguir el camino de la normalización en el que se encuentra, y requiere de un esfuerzo claro, tangible, por parte de la industria del fútbol y las autoridades. No estamos frente a un fenómeno nuevo y tampoco a uno de rápida solución, pues ya lo hemos dejado crecer lo suficiente como para que el verdadero copamiento territorial por parte de grupos organizados haya terminado por transformar a los espectáculos deportivos, muchas veces, en un evento indeseado.
Aquí no requerimos inteligencia artificial, pues la carencia real es de voluntad para abordar un problema que cada día tendrá consecuencias más graves y soluciones que serán más complejas y demorosas de implementar para generar el cambio.
Aunque la violencia en eventos masivos, y especialmente en el fútbol chileno, no es un fenómeno nuevo, las soluciones de gestión y tecnológicas disponibles hoy en día pueden mejorar significativamente la seguridad. Sin embargo, tanto el Estado como los organizadores privados a menudo actúan a última hora, sin implementar las medidas necesarias con antelación. La decisión de suspender la Supercopa fue correcta, pero es crucial analizar las razones detrás de esta falta de preparación.
La suspensión de eventos por razones de seguridad tiene un impacto significativo en la economía local y en la vida cultural y social de las comunidades. La cancelación de la Supercopa 2025 no es la excepción, como tampoco afecta solo a los aficionados, sino también a los negocios locales que dependen del flujo de visitantes, debiendo destacarse que cuando los eventos se realizan y son marcados por hechos de violencia, el daño a la reputación del destino puede ser duradero.
La suspensión de la Supercopa tiene consecuencias, y uno de los afectados es La Serena. Un destino que pierde competitividad y valor en una industria de eventos de alcance global, por lo cual el efecto de la improvisación tiene un costo que supera con creces un mero partido de fútbol, en una industria que se resiste a realizar los cambios que se requieren para obtener los resultados que todos deseamos: que la familia vuelva al estadio con garantías de seguridad para los asistentes y el entorno.