El fenómeno migratorio Sur-Sur-Norte: El trayecto mortal de quienes dejan Chile
05.01.2025
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05.01.2025
La autora de esta columna escrita para CIPER comenta un reportaje escrito por la periodista Caitlin Dickerson para la revista The Atlantic, en el cual detalla su travesía junto a un grupo de migrantes que intentaban llegar a EEUU. De él saca lecciones para Chile, diciendo que «dificultar la migración no disminuye el número de migrantes, lo que hace es aumentar el número de muertes de personas intentando migrar».
La aclamada periodista Caitlin Dickerson, ganadora del premio Pulitzer por el reportaje en el que desarticula la política de separación familiar de personas migrantes implementada en el primer gobierno de Donald Trump, vuelve a sorprender con una investigación de alta complejidad en la que nuestro país aparece nombrado. El trabajo de Dickerson fue presentado en la portada de la edición de septiembre de The Atlantic, una prestigiosa revista de análisis político fundada en 1857 en Estados Unidos.
Dickerson describe con precisión, sensibilidad y dignidad el desgarrador trayecto de niños y adultos al cruzar el Tapón del Darién, una zona ubicada en la frontera entre Colombia y Panamá. Este es un terreno inhóspito y lleno de amenazas, de aproximadamente 100 kilómetros, que más de 300.000 personas han cruzado a pie este 2024 para llegar a Estados Unidos.
La dificultad y los riesgos de recorrer el Tapón del Darién habían sido reportados anteriormente por otras crónicas periodísticas que daban cuenta de lo que es capaz de hacer el ser humano sumido en la desesperación y la miseria. Lo novedoso del trabajo de Dickerson es que su investigación no sólo recoge testimonios de quienes cruzan el Tapón del Darién, sino que ella misma, junto a la fotógrafa Lynsey Addario, emprende el recorrido para conocer de primera fuente esta experiencia y para revelar un hecho que países como Chile y Estados Unidos se niegan a entender: los problemas migratorios no se resuelven en las fronteras, construyendo muros o poniendo dificultades a la movilidad humana, se resuelven combatiendo las condiciones que desencadenan la migración forzada como lo son el cambio climático, la inestabilidad política, el crimen organizado y las crisis económicas entre otros.
La destreza periodística de Dickerson se evidencia al conectar los testimonios de los distintos actores involucrados en el fenómeno migratorio global: quienes migran, los que lucran con la migración, los que viven en pasos migratorios, los políticos y finalmente, los líderes de los carteles que gobiernan las zonas fronterizas de alta complejidad. En el caso del Tapón del Darién, el lado colombiano está en control del Clan del Golfo, el cartel de drogas más poderoso de ese país, y al preguntar a su guía colombiano qué hará esta organización criminal cuando se refuercen las medidas de seguridad en la frontera, la respuesta muestra que recurrirán a la misma práctica que han aplicado grupos similares en otros rincones del mundo: buscar un camino alternativo. Lo que esta afirmación muestra es la capacidad de estas bandas para reinventarse y la inefectividad de las políticas que endurecen la migración.
La evidencia y la historia le dan fuerza a la premisa fundamental del trabajo de Dickerson, el cual plantea que aumentar las barreras que pretenden disuadir a migrantes no son efectivas para frenar ni disminuir los flujos de migración forzada. Mientras más obstáculos se implementan, emergen con mayor fuerza y agresividad los mercados negros. Las bandas criminales se nutren de la desesperanza humana porque ven en la miseria y desesperación una oportunidad de negocio. En otras palabras, dificultar la migración no disminuye el número de migrantes, lo que hace es aumentar el número de muertes de personas intentando migrar.
A lo largo del reportaje, Dickerson presenta ejemplos de migrantes de múltiples geografías tratando de cruzar el Tapón del Darién. Una de esas personas es María Fernanda Vargas Ramírez, una mujer venezolana, líder de un grupo de 21 personas, que estaba viviendo en Chile antes de iniciar el viaje a Estados Unidos.
Al presentar este testimonio Dickerson pierde de la oportunidad de profundizar en las razones que impulsaron a Vargas Ramírez a abandonar uno de los países más estables en Latinoamérica y poner en riesgo su vida y la de su familia. El reportaje tampoco indaga en las deficiencias de nuestra política migratoria que les impide establecerse en nuestro país a personas de esfuerzo y que poseen el ímpetu que se requiere para caminar 100 kilómetros en caminos pantanosos, infectados de animales venenosos y bandas criminales.
Chile no tiene las herramientas para reparar la situación de inestabilidad y penuria que se viven en países como Venezuela y Haití, pero sí tiene la opción de destrabar obstáculos migratorios que les impiden a personas migrantes que ya residen en nuestro territorio acceder a oportunidades laborales justas y dignas.