Chile y el desafío de las habilidades en alfabetización, numeración y manejo digital tras oscuro diagnóstico en informe de la OCDE
26.12.2024
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26.12.2024
El autor de esta columna escrita para CIPER analiza el Informe de Habilidades de Adultos 2023 de la OCDE, el que hace un oscuro diagnóstico a competencias fundamentales como alfabetización, numeración y manejo digital. Sin embargo, sostiene que “el futuro de Chile no está determinado por sus limitaciones actuales, sino por su capacidad de responder a ellas con decisión, innovación y voluntad de actuar”.
Las estadísticas, a veces, son más que números. Nos dicen, con brutal claridad, dónde estamos y, más importante, hacia dónde podríamos dirigirnos. El Informe de Habilidades de Adultos 2023 de la OCDE no es la excepción. Su diagnóstico de Chile es claro: el país enfrenta desafíos significativos en competencias fundamentales como alfabetización, numeración y habilidades digitales. Estas áreas, esenciales para cualquier economía moderna, son el núcleo sobre el que se construye el progreso. Y los números son contundentes: más de la mitad de los adultos en Chile tiene dificultades en numeración y alfabetización, mientras que el dominio de herramientas digitales sigue siendo limitado para una parte importante de la población.
Estas cifras no son simplemente un dato técnico; son un reflejo de los desafíos que enfrenta nuestra economía en su evolución. Durante décadas, Chile ha sido un ejemplo de estabilidad y crecimiento en América Latina, basado principalmente en la exportación de recursos naturales. Este modelo ha permitido grandes avances en desarrollo humano, pero también comienza a mostrar límites evidentes en un mundo que valora la innovación y el conocimiento como motores principales del crecimiento. Imaginar un futuro donde Chile pueda generar más valor agregado en sus industrias pasa necesariamente por contar con una fuerza laboral equipada con habilidades avanzadas, no solo básicas.
Las habilidades fundamentales son el puente hacia competencias más complejas, y sin ese puente, la capacidad de un país para innovar y adoptar tecnología queda gravemente limitada. Como lo señaló el Premio Nobel de Economía Thomas Sargent durante su reciente visita a la Universidad Andrés Bello, los países que lideren la revolución de la inteligencia artificial requieren del dominio de la física, la biología, la estadística y la economía. Estas disciplinas, motor de las transformaciones tecnológicas globales, dependen de bases sólidas en matemáticas, alfabetización y pensamiento crítico. Sin estas herramientas, el acceso a las áreas avanzadas del conocimiento se vuelve inalcanzable, y Chile corre el riesgo de quedar relegado al papel de espectador en esta revolución global.
Un reflejo de este desafío se ve en la persistente baja productividad laboral que enfrenta el país, un problema que ha limitado nuestro crecimiento económico durante décadas. Los hallazgos del estudio de la OCDE ayudan a entender por qué Chile sigue enfrentando esta barrera. Las dificultades para interpretar datos, implementar mejoras en procesos y adoptar herramientas digitales reducen la eficiencia de los trabajadores y las empresas. Sin habilidades que permitan adoptar tecnología moderna y métodos más eficientes, los sectores clave de la economía chilena encuentran difícil aumentar su productividad y mantenerse competitivos en mercados globales.
Mejorar las competencias en áreas como alfabetización, numeración y manejo digital podría tener un impacto directo y transformador en este ámbito. Un trabajador con mayor capacidad para interpretar datos financieros o manejar tecnologías puede automatizar tareas repetitivas, optimizar procesos y enfocarse en actividades de mayor valor agregado. Esto no solo beneficia al trabajador, que puede aspirar a mejores oportunidades laborales, sino también a las empresas, que se vuelven más competitivas, y al país, que aumenta su capacidad de competir globalmente.
Pero el desafío no es insuperable. Países como Singapur, Alemania y Finlandia han demostrado que es posible superar barreras similares. Singapur, por ejemplo, transformó su sistema educativo para centrarse en matemáticas y ciencias desde edades tempranas, vinculando la teoría con aplicaciones prácticas orientadas al mercado laboral. Alemania implementó un modelo de formación dual que conecta la educación técnica con la experiencia laboral directa, asegurando que los trabajadores ingresen al mercado con habilidades relevantes. Finlandia, por su parte, priorizó el pensamiento crítico y la resolución de problemas como pilares de su currículo, fomentando una educación adaptable a un mundo en constante cambio. Chile no necesita replicar estos modelos de manera exacta, pero sí puede aprender de ellos, adaptándolos a su contexto y realidad.
El informe también pone en evidencia que no solo se trata de preparar a las futuras generaciones, sino de apoyar a la fuerza laboral actual en su transición hacia un entorno más tecnológico. La capacitación continua y el aprendizaje a lo largo de la vida son fundamentales para cerrar las brechas de habilidades que hoy afectan tanto a trabajadores como a empresas. Sectores estratégicos como la minería, la agroindustria y la energía renovable tienen un enorme potencial de crecimiento si se integran tecnologías avanzadas y se capacita a los trabajadores para manejarlas de manera eficiente. Por ejemplo, en la minería, el uso de herramientas digitales para monitorear y optimizar procesos puede transformar la productividad y la sostenibilidad de la industria.
Thomas Sargent también destacó la importancia de disciplinas como la estadística y la economía para enfrentar los desafíos del futuro. La inteligencia artificial, por ejemplo, no es solo una tecnología; es una transformación económica que depende de la capacidad de analizar datos, identificar patrones y generar soluciones basadas en evidencia. Estas habilidades no son opcionales, sino esenciales para cualquier país que aspire a ser competitivo en el siglo XXI. Y aunque los hallazgos del informe de la OCDE revelan nuestras carencias, también dejan claro que fortalecer estas competencias podría transformar a Chile en un actor más relevante en la economía global.
Invertir en habilidades no es solo una cuestión educativa; es una apuesta económica estratégica. Una fuerza laboral más capacitada puede incrementar la productividad laboral, atraer inversión extranjera, diversificar la economía y cerrar brechas sociales. Los datos del informe no son un veredicto final; son una oportunidad para rediseñar nuestras prioridades y preparar a nuestra población para un futuro más dinámico y competitivo. No se trata de abandonar lo que nos ha hecho fuertes, sino de complementarlo con un enfoque en innovación y conocimiento.Chile tiene una oportunidad real de ser protagonista en la economía global. Las soluciones existen, y los ejemplos están ahí. El desafío está en adaptarlos a nuestras necesidades y prioridades, con una visión clara y sostenida. El futuro de Chile no está determinado por sus limitaciones actuales, sino por su capacidad de responder a ellas con decisión, innovación y voluntad de actuar. El momento para hacerlo es ahora.