Jóvenes extranjeros en educación superior chilena, un alza que amplía horizontes
27.11.2024
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27.11.2024
Señor Director:
A inicios de septiembre, la Universidad de la Frontera recopiló los datos entregados por el Servicio de Información de Educación Superior (SIES) del Ministerio de Educación, sobre matrícula extranjera en la educación superior, la que ha experimentado una tendencia sostenida al aumento en nuestro país. Entre los años 2022 a 2024 la matrícula extranjera creció en más de 35% y, en términos absolutos, en el año 2024 los matriculados superan los 33 mil jóvenes, lo que representa el 2,6% del universo total de estudiantes en educación superior. La matrícula extranjera en la educación superior se distribuye entre universidades (37,9%), Institutos profesionales (49,3%) y Centros de Formación Técnica (12,8%) y se caracteriza por la gran diversidad de países de los que provienen (101 países).
Ahora bien, casi la totalidad de los jóvenes proviene de Latinoamérica y el Caribe (96,6%), mientras que un porcentaje muy menor lo hace desde Europa (1,5%). Como lo señaló Daniela Mieli, directora de internacionalización de la UFRO, esto indica una tendencia de estudiantes latinoamericanos y del caribe de escoger a Chile para venir a realizar programas de movilidad estudiantil (intercambios por un semestre) o para venir a cursar programas de pregrado (en su mayoría) y postgrados (en menor medida). Sin embargo, estas cifras no solo se componen de quienes vienen a Chile para estudiar sino de jóvenes que están en Chile viviendo hace años, es decir, aquellos que llegaron con sus familias en algún momento de su etapa escolar y que continúan su trayectoria en la educación superior. Según se indica en las cifras del SIES, los jóvenes provienen mayoritariamente de países como Perú (26,3%), Venezuela (18,9%), Colombia (15,3%), Bolivia (10%) y Haití (7,2%), es decir de aquellos países de dónde provienen mayoritariamente los flujos de inmigrantes en Chile.
Lo anterior nos muestra que, por una parte, las familias están haciendo esfuerzos económicos para que sus hijos e hijas continúen su formación en la educación superior y, por otra, que estos jóvenes persiguen propósitos de formación para incorporarse a la fuerza de trabajo calificada. Esto puede constituir una trayectoria educativa y social ascendente respecto de la generación de sus padres, por ejemplo, en el caso de las familias provenientes de Haití. Así como una continuidad, en el caso de los jóvenes provenientes de Venezuela, en el que desde décadas la educación superior es gratuita, lo que se refleja en el alto porcentaje de personas de ese país en Chile que poseen títulos profesionales técnicos y universitarios.
Siguiendo la valoración positiva que hace Daniela Mieli sobre este aumento en la matrícula extranjera, consideramos que para los y las estudiantes chilenos estar en contacto con jóvenes que provienen de otros países constituye una riqueza de experiencias y de marcos culturales que nutre la formación de los estudiantes chilenos. Por ejemplo, amplía sus horizontes más allá de los límites nacionales y sitúa sus experiencias formativas en un contexto más amplio, posibilitando el establecimiento de redes y relaciones que puede constituir un capital cultural y social para su futuro.