La victoria de Donald Trump dejará una huella marcada y duradera en EE. UU.
06.11.2024
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06.11.2024
Donald Trump se impuso con claridad a Kamala Harris porque interpretó mejor al ciudadano de Estados Unidos, dice el autor de esta columna escrita para CIPER. «Trump y su movimiento MAGA (Make America Great Again) supieron apuntar a los dos ejes centrales: los miedos económicos y la inseguridad», sostiene, adviertiendo que con el magnate de nuevo en la Casa Blanca el impacto tanto en los partidos Demócrata como Republicano será potente, igual que en el resto del mundo.
Créditos imagen de portada: Instagram @realdonaldtrump
Si un gobierno posee un 66 % de desaprobación en cuanto al manejo de su economía, si existe en zonas clave del país la sensación de un aumento de la inseguridad por el manejo de la inmigración ilegal y, además, su país se ve cada vez más envuelto en conflictos bélicos, económicamente costosos y con un potencial involucramiento militar, ¿cree usted que un candidato de esa administración, quien ha sido parte de ella desde sus inicios, podría ganar unas elecciones? El Partido Demócrata de Estados Unidos lo creyó. Es más, no pocos de sus seguidores se han mostrado sorprendidos por el resultado electoral.
Desde el punto de vista del rendimiento en las encuestas, el desempeño de Harris siempre fue bajo. ¿Cómo es posible, si estas la daban en una pelea reñida con Trump e incluso ligeramente por encima en muchas ocasiones? Es un espejismo si no se hace la comparativa. A 24 horas de las elecciones, Hillary Clinton y Joe Biden figuraban, la primera, con 4-5 puntos porcentuales por encima de Trump; y a 10, el segundo. Clinton perdió, y Biden ganó de forma muy sufrida. Se sabe que el día de las elecciones Trump obtiene mucho más de lo que indican las encuestas. Por eso, llegar empatada era un muy mal escenario para Harris. Además, en todas las mediciones, sin excepción, Trump siempre estuvo por delante de ella en capacidad de manejo de la economía y de respuesta ante crisis.
En primer lugar, la victoria de Trump es una reafirmación de que la economía y la seguridad siguen siendo, para los electores, temas cruciales. Por ejemplo, en el debate entre ambos, Harris claramente tuvo un mejor desempeño que Trump, pero este logró anotar dos puntos centrales en algo que pasó más desapercibido en la prensa: sembrar la duda de si Harris prohibiría o no el fracking, lo cual es clave para economías como la del estado de Pennsylvania, de los más relevantes electoralmente. Luego, más allá de discusiones rimbombantes como la veracidad de aseveraciones del expresidente sobre inmigrantes que se comen las mascotas, sí avanzó el punto de que la administración demócrata no logró manejar la inmigración. La elección del 2020 la perdió Trump por una sola gran razón: el covid había golpeado la economía americana.
En segundo lugar, la representación del ciudadano común. Taylor Swift, influencers, el mundillo de Hollywood, no ganan elecciones. Trump friendo patatas en McDonald’s es más efectivo. Joe Biden, versión 2020, con una vida marcada por tragedias personales, con un hablar y un aspecto de individuo promedio, pero con calidez, es un candidato más potente que Kamala Harris, con educación de élite, más articulada lingüísticamente y con aires de persona muy empoderada.
Por último, se requieren programas de campaña que sean percibidos como de desarrollo nacional. El Partido Demócrata centró su perfilado en destacar el simbolismo detrás de Harris (mujer, sus ancestros no blancos, etc.), en un intento por repetir el efecto Obama, sin pensar que quizás con él, esa estrategia ya quedó obsoleta. También, en los derechos reproductivos de la mujer, donde la mayor parte de la población concuerda con la visión de los demócratas, pero sin tener en cuenta que es un tema de menor impacto electoral frente a otros, como la economía. La declaración de la Convención del Partido Demócrata en la que se nomina a Harris comienza con una declaración de reconocimiento a los pueblos originarios, pero este tipo de temáticas no son efectivas electoralmente. Es más, el resultado de Harris entre los latinos (53-45%), los jóvenes (55-42%) y las mujeres (54-44%), es más bajo que lo obtenido por Biden en los dos primeros casos, y en el último, menos de lo esperado. Incluso para esos sectores, los temas clásicos de economía y seguridad, siguen siendo fundamentales.
Su otra estrategia fue ridiculizar a Trump, pero no fue eficaz. El rechazo a la gestión Biden-Harris fue más fuerte.
Por el contrario, Trump y su movimiento MAGA (Make America Great Again) supieron apuntar a los dos ejes centrales: los miedos económicos y la inseguridad.
Las consecuencias del triunfo de Trump serán enormes. En primer lugar, a nivel interno, para los dos partidos históricos norteamericanos. El Partido Demócrata, a menos que quiera volverse irrelevante, como les ha ocurrido a otros grupos de centroizquierda a nivel internacional, debe replantearse su estrategia y perfil. El wokismo no es una plataforma electoral competitiva. Temas como el aborto, los derechos de las minorías, el ecologismo y las nuevas olas de feminismo, si bien pueden formar parte (y se requieren) del valor central del partido, no pueden ser pensados como la estrategia electoral principal. Necesitan avanzar una propuesta económica y social realista y competitiva frente al Partido Republicano. De igual forma, deben buscar a las personas apropiadas para encabezar el partido. Deben jubilar a los Obama, olvidarse de Hollywood y las estrellas del pop, distinguir el mundo ciudadano concreto de Netflix. Alexandria Ocasio-Cortez está muy bien para este último, pero no para proyectar su partido más allá de sus nichos, y salir de la élite californiana de las Pelosi, los hipster del Silicon Valley , el estudiantado de Berkeley y Stanford: necesitan recuperar la clase media tradicional americana.
Por otro lado, Trump dejará una huella comparable a la de los Kennedy-Johnson (derechos civiles, la Gran Sociedad, etc.) y la de la era Reagan (derribar la herencia Roosevelt y Kennedy-Johnson). El Partido Republicano será el del movimiento MAGA. La herencia reaganista quedará definitivamente sepultada. Con el control del Congreso, Trump avanzará su agenda nacional e internacional sin mayor contrapeso. Intentará reconfigurar la política internacional en Europa (el vínculo de Estados Unidos con sus aliados tradicionales y el mayor acercamiento a los países de Europa del Este), Asia (Japón y Corea del Sur serán vistos como competidores económicos y China como el gran enemigo al que hacer frente), Oriente Medio (retomar el acercamiento entre Israel y los países del Golfo) y la recuperación de las energías tradicionales y el abandono de las energías renovables. A nivel interno, habrá nombramientos en la Corte Suprema que marcarán a esta institución por décadas y no hay que descartar una reforma constitucional sin precedentes. Trump, al terminar su segundo mandato, seguramente será el presidente que deje la huella más marcada y duradera en su país desde principios del siglo XXI.