La proximidad de una guerra regional en Medio Oriente a un año del ataque de Hamas en territorio de Israel
07.10.2024
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07.10.2024
Este 7 de octubre se cumple un año desde el ataque de Hamas a Israel, el cual activó una respuesta militar que ha redundado en cifras escalofriantes de víctimas inocentes. El autor de esta columna escrita para CIPER contextualiza el actual estado de la guerra y señala que “la comunidad internacional tiene que actuar, Estados Unidos y Europa deben dejar atrás su miedo atávico a disentir con Israel y presionar para una salida diplomática”.
Este octubre, cuando se cumple un año del ataque de Hamas a Israel que costó la vida a cerca de 1.500 israelíes, pudimos ver cómo los misiles balísticos de Irán surcaron el cielo israelí. La posibilidad de una guerra regional en Medio Oriente se ve como inminente. Israel ha atacado Líbano, Yemen, Siria y los territorios palestinos. Hezbolá, la milicia libanesa miembro del eje de la resistencia lleva casi un año atacando el norte de Israel. La pregunta es ¿cómo llegamos a esta situación?
Pensemos que, en 2023, antes del ataque de Hamas, Israel estaba cerca de lograr algo histórico: firmar la paz con importantes países árabes. Arabia Saudita estaba en conversaciones con Israel para llegar a un acuerdo diplomático. El ataque de Hamas el 7 de octubre lo cambió todo. La cuestión palestina volvió a estar en el centro, Arabia Saudita ahora dice que cualquier conversación con Israel depende de la solución a la cuestión palestina, es decir, la construcción del largamente esperado Estado Palestino. El ataque de Hamas ha llevado a una guerra en donde más de 41 mil palestinos han muerto. La cantidad de niños/as muertos en esta guerra supera la cantidad de niños/as muertos por el conflicto en los últimos 20 años.
Sumado a lo anterior, la milicia libanesa Hezbolá, en apoyo a Hamas, ha atacado sistemáticamente el norte de Israel. Los habitantes de las aldeas del norte de Israel han debido huir de la zona, ya van unas 60 mil personas desplazadas. Hasta ahora cerca de un millón de libaneses se han visto desplazados por la guerra. Israel ha respondido con distintos tipos de ataques a Hezbolá. Primero fueron ataques directos a regiones al sur del Líbano y el valle de la Becá, importantes bastiones de la milicia libanesa. Mientras los chilenos celebraban las Fiestas Patrias, en el Líbano estallaban cientos de beepers, esos antiguos aparatos para recibir mensajes. Hezbolá había decidido hace tiempo hacer lo más analógicas posibles sus comunicaciones. Veinticuatro horas después estallaron cientos de walkie-talkies también en el Líbano. La operación de ataque a las comunicaciones de Hezbolá revela que Israel se preparó durante mucho tiempo, incluso pudo haber adquirido una empresa para producir los aparatos e instalar los explosivos. El viernes 27 de septiembre, un conjunto de bombas dirigidas hizo estallar un complejo de edificios al sur de la capital libanesa de Beirut. Ahí murió el legendario líder de Hezbolá Hasán Nasralá.
En paralelo, los ataques israelíes llegaron a Damasco (Siria), donde atacaron la embajada de Irán para asesinar a altos oficiales de Hezbolá en abril de este año. Hace poco más de un mes, Israel atacó un complejo militar iraní en su capital, Teherán. En esa ocasión el objetivo era Ismail Haniya, líder político de Hamas, encargado de las negociaciones con Qatar e Israel. Esto sucedió el 31 de julio, en la víspera del cambio de mando en Irán.
Es decir, Israel ha sido atacado y su respuesta ha sido implacable. Irán ha dicho que seguirá apoyando a lo que ellos llaman “Eje de la Resistencia”, o sea, las milicias de Hamas en Gaza, Hezbolá en el Líbano y los hutíes en Yemen. Todos ellos han atacado Israel desde octubre del 2023. Hasta acá lo relatado no permite distinguir quién ataca y quién contraataca. Israel dice que ellos han sido arrastrados a esta situación, que solo se defienden. El derecho a la legítima defensa es fundamental, pero ¿cuál es el límite de ese derecho? Ya van miles de muertos y estamos al borde de una guerra generalizada. Solo como ejemplo: en la última guerra en el Líbano, en 2006, en 100 días de hostilidades Israel asesinó a unos mil libaneses, este año en menos de dos semanas de ataques ya llevamos más de mil libaneses muertos.
En la Asamblea General de la ONU, el 24 de septiembre pasado, el nuevo presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, aseguró que Irán no quiere guerra, no pretende escalar las hostilidades y que ese país quiere contribuir al orden mundial. En ese mismo podio, unos días después, Benjamín Netanyahu aseguró que Israel no cesará hasta que Hezbolá sea derrotado. En el mismo edificio de la ONU, el 30 de septiembre, el ministro jordano de Relaciones Exteriores, Aymán Safadi, señaló que Netanyahu está llevando la situación al límite. El mismo Safadi aseguró que 57 estados árabes y musulmanes garantizarán la seguridad de Israel, si es que este país quiere la paz y la constitución de un Estado Palestino, pero Netanyahu no quiere la paz y no quiere una solución de dos estados (Israel y Palestina como vecinos), señaló el ministro jordano.
En este escenario de ataques y contrataques, la potencia regional que es Irán ha estado esperando el momento para atacar. Ese ataque sucedió este primero de octubre, precedido de otro ataque con drones hace unos meses. Lo que busca Irán es disuasión: los iraníes no podían quedarse sin atacar, necesitaban mostrar fuerza, pero no pretenden que las hostilidades escalen. No sabemos hasta dónde llegará esta dinámica, pero ciertamente estamos ante un escenario peligroso. Hay razonable acuerdo entre especialistas de que el primer ministro Netanyahu no tiene un plan para el día después de la guerra en Gaza, es altamente probable que quiera prolongar lo más posible las hostilidades para evitar que su débil coalición de gobierno (la más derechista en la historia de ese país) se desmorone y tenga que enfrentar a la justicia por cargos de corrupción y fraude.
Por su parte Estados Unidos, aliado irrestricto de Israel, no ha tenido un rol constructivo. El presidente Joseph Biden ha intentado muy tímidamente que Netanyahu se allane a una solución diplomática, pero no ha logrado nada. El secretario de Estado, Antony Blinken, ha viajado innumerables veces a la región para lograr un acuerdo de alto al fuego y no ha logrado nada. Estados Unidos ha señalado hasta el cansancio que respalda a Israel. Luego de este ataque con misiles iraníes, mantiene el mismo discurso, nada cambia. Es decir, no es un árbitro confiable. China, que todavía no es un actor fundamental en el Medio Oriente, pero que tiene intereses en la región, intenta lograr una solución diplomática, pero parece un grito en el desierto. Lo cierto es que la paz se ve lejana e imaginarse cómo será Palestina y el Medio Oriente después de toda esta escalada bélica es penoso.
La posibilidad de una guerra regional generalizada es clara, estamos muy cerca de ese escenario. Lo único que permitiría que la guerra no se generalice es que prevalezca la mesura y humanidad en la mente de quienes están involucrados en este conflicto. Las autoridades del Líbano no pueden darse el lujo de una guerra, es un Estado al borde del colapso. Los palestinos están fatigados por décadas de ocupación y humillación, no quieren guerra. Jordanos, egipcios, saudíes, cataríes y otros estados árabes, han urgido durante meses para que se realicen conversaciones diplomáticas. Irán quiere demostrar fuerza, pero no pretende una guerra, su economía está debilitada y la población cansada de inestabilidad. Estados Unidos está en la recta final para unas elecciones complicadas, no pueden darse el lujo de una guerra en Medio Oriente. El único que quiere la guerra es Netanyahu. No tiene un plan, simplemente quiere acabar con sus enemigos, cosa que todos saben es imposible a menos de que lleve a Israel a una guerra de gran alcance, que de seguro la ciudadanía israelí tampoco quiere. Entonces el mundo está al borde de una guerra cuyas consecuencias serían calamitosas porque un líder no quiere dar su brazo a torcer. Este escenario orwelliano resulta incomprensible, la comunidad internacional tiene que actuar, Estados Unidos y Europa deben dejar atrás su miedo atávico a disentir con Israel y presionar para una salida diplomática. Esperemos que algo de humanidad quede en aquellos llamados a tomar decisiones en este difícil momento.