Mapuche, mujer y presidenta
04.09.2024
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04.09.2024
Hace 41 años, cada 5 de septiembre se conmemora el “Día Internacional de la Mujer Mapuche”. En esta columna para CIPER la doctora en Sociología hace un recorrido por el rol que han cumplido en el país y sus desafíos presentes y futuros: “A pesar de su prominencia en asociaciones urbanas, faltan políticas que aborden los desafíos únicos que enfrentan estas mujeres. Las mapuche enfrentan tasas de empleo más bajas y carecen de apoyo adecuado para equilibrar roles políticos, familiares y laborales”.
Desde 1983, el 5 de septiembre se conmemora el “Día Internacional de las Mujeres Indígenas”. Esta fecha se estableció para rendir homenaje a las mujeres de pueblos indígenas de todo el mundo, reconociendo los desafíos que enfrentan y su papel fundamental en sus comunidades. La conmemoración honra a Bartolina Sisa, una guerrera indígena que murió ese día de 1750 en La Paz, resistiendo la dominación colonial en Bolivia.
En los últimos años, las mujeres indígenas han irrumpido con fuerza en las esferas políticas globales, desafiando arraigadas estructuras raciales y patriarcales heredadas desde tiempos coloniales. Ejemplos destacados incluyen a Deb Haaland, nativa americana y actual ministra del Interior de EE.UU., e Hilaria Supa, la primera congresista peruana en jurar en lengua quechua. En Chile, líderes como Emilia Nuyado y Ericka Ñanco ahora forman parte del Congreso Nacional, mientras que Natividad Llanquileo, Rosa Catrileo y Elisa Loncon ganaron prominencia durante el estallido social de 2019 como representantes de la primera Convención Constitucional, que buscaba reemplazar la Constitución de la dictadura de Pinochet. Loncon, lingüista y activista mapuche, hizo historia en 2021 al liderar dicha Convención, marcando un hito significativo en la política indígena del país.
A pesar de la percepción de que los pueblos indígenas están alejados de los grandes centros urbanos, los mapuche, el grupo indígena más grande de Chile, residen predominantemente en ciudades, especialmente en Santiago. Esta migración desde áreas rurales a urbanas, en curso desde la Conquista española, subraya la creciente relevancia de la política indígena urbana. Sin embargo, la representación política de alto perfil para las mujeres mapuche en Chile sigue siendo una excepción. La mayoría de las líderes mapuche operan desde asociaciones comunitarias, lejos de los cargos políticos nacionales. Comprender el liderazgo indígena femenino, especialmente en la capital chilena, requiere entender cómo raza, género y antiguas jerarquías coloniales influyen críticamente en sus experiencias como mujeres, mapuche y líderes.
Los mapuche son ahora en su mayoría habitantes urbanos. Según el último Censo de 2017, los pueblos indígenas constituyen el 12,8% de la población de Chile, con un 79.8% identificándose como mapuche. De estos, el 35% reside en Santiago, convirtiéndola en la ciudad con la mayor concentración de mapuche en el país.
La colonización tuvo un impacto profundo en los pueblos originarios de América, particularmente en las mujeres, llevándolas al despojo de sus tierras ancestrales, el desemponderamiento y la migración forzada a las grandes urbes. Las mujeres mapuche comenzaron a migrar a Santiago, especialmente a mediados del siglo XX, impulsadas por la búsqueda de mejores oportunidades laborales y condiciones de vida. Esta tendencia se aceleró durante las décadas de 1960 y 1970, en paralelo con la urbanización general en Chile.
Como resultado, los roles económicos tradicionales cambiaron, y las mujeres mapuche empezaron a formar sus propias redes de apoyo. Los trabajos de servicio doméstico de puertas adentro, conocidos localmente como nanas, ofrecían vivienda pero relegaban a estas mujeres a posiciones sociales subordinadas, casi de esclavitud. Este trabajo reflejaba las jerarquías sociales y raciales de la ciudad, vinculando el servicio doméstico con la movilidad social para la clase media. Las mujeres mapuche a menudo soportaban largas horas, salarios inadecuados y una explotación física y psicológica significativa, incluyendo acoso y abuso sexual.
Académicos mapuche como Enrique Antileo (2015) y Claudio Alvarado Lincopi (2016) sostienen que las mujeres indígenas en América Latina son vistas como naturalmente adecuadas para el trabajo doméstico debido a estereotipos de sumisión y diligencia. Esta percepción perpetúa dinámicas explotadoras y racistas que benefician a los empleadores. La migración desde áreas rurales impuso un alto costo personal a las mujeres mapuche, quienes dejaban la seguridad de sus hogares por primera vez.
Desde la década de 1990, con la promulgación de la Ley Indígena y la creación de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), han surgido en Chile numerosas asociaciones indígenas, centradas principalmente en la preservación cultural y el apoyo comunitario. Según datos de la CONADI (2023) y del Gobierno Regional de Santiago (2016), y del existen más de 200 asociaciones indígenas en la capital, de las cuales casi 90 cuentan con personalidad jurídica vigente. Un resultado inesperado de la migración rural-urbana ha sido la aparición de mujeres mapuche como líderes, o presidentas, de asociaciones locales (Brablec, 2023). Estas plataformas han permitido a las mujeres mapuche asumir roles de liderazgo que van más allá de la mera transferencia cultural, desafiando normas patriarcales que anteriormente las relegaban a posiciones socioeconómicas subordinadas. Su liderazgo representa una narrativa significativa de transformación.
Las mujeres indígenas enfrentan las complejidades de la vida urbana, marcadas por dinámicas raciales y de género propias del trabajo doméstico. Su organización cultural y política, junto con la formación de comunidades translocales, está remodelando las identidades indígenas urbanas. Estas presidentas utilizan sus experiencias con el racismo, la violencia de género y la desigualdad económica para desafiar el statu quo dentro y fuera de las asociaciones mapuche que lideran.
Este reempoderamiento implica reclamar espacios que la sociedad dominante no indígena les ha negado. Para las presidentas mapuche, este proceso se enfoca en los esfuerzos socio-comunitarios en lugar de en roles políticos de alto perfil como el de Elisa Loncon. Al liderar organizaciones comunitarias indígenas, las presidentas han superado progresivamente la subordinación doméstica, fomentando un renacimiento cultural y nuevas oportunidades, y renegociando así las relaciones de género y redefiniendo sus roles socioeconómicos.
El liderazgo de las mujeres mapuche en asociaciones indígenas ha sido fundamental para mantener la visibilidad de las experiencias indígenas en la ciudad. A través de eventos culturales, programas educativos y la defensa de derechos, estas líderes han asegurado que la identidad mapuche sea reconocida en Santiago y otras ciudades del país. Sus esfuerzos han contribuido a preservar prácticas culturales y fomentar el orgullo y la solidaridad dentro de la comunidad. Sin embargo, las presidentas mapuche enfrentan desafíos significativos, como la persistente hostilidad hacia las identidades indígenas y barreras interseccionales que resultan en una triple discriminación por género, raza y clase social. Además, el carácter no remunerado y voluntario de sus roles como presidentas a menudo agrava su vulnerabilidad en las capas socioeconómicas más bajas de la ciudad.
Comprender el impacto de la migración, el empleo y el liderazgo indígena es crucial para entender la vida de los mapuche en Santiago. A pesar de su prominencia en asociaciones urbanas, faltan políticas que aborden los desafíos únicos que enfrentan estas mujeres. Las mapuche enfrentan tasas de empleo más bajas y carecen de apoyo adecuado para equilibrar roles políticos, familiares y laborales. No obstante, el creciente acceso a la educación superior está permitiendo que una nueva generación de mujeres mapuche pase del trabajo doméstico a roles de liderazgo, creando nuevas dinámicas en las asociaciones indígenas y en el empleo. Esto subraya la necesidad de comprender un paisaje urbano político en constante evolución, moldeado por las pioneras mapuche.