Libros: Vacunados contra la locura
03.07.2024
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03.07.2024
Comentario de No quería parecerme a ti, de Amanda Marton Ramaciotti (2024, Ediciones B / Penguin): «Una obra emotiva y testimonial, pero también rigurosa y profunda, que intercala la narración íntima con información concreta y detallada sobre la esquizofrenia».
No quería escribir solamente su testimonio, ni tampoco solo escarbar en los silencios de su pasado: removería la memoria de otros y, sobre todo, buscaría el origen y sus implicancias a lo largo de la historia de la humanidad. Para acercarse a ese universo, tan cercano y lejano a la vez, la periodista brasileña-chilena examinó libros de ciencia, de divulgación científica, de historia, de sociología, de filosofía, de ficción y de poesía. ¿Qué es un trastorno mental? ¿Cómo opera la percepción de los otros cuando uno tiene una enfermedad psiquiátrica? ¿Cuáles son las causas de un brote psicótico? ¿De dónde viene la palabra esquizofrenia? ¿Qué significa estar loco? ¿Qué es la normalidad?
«Ya en la Roma antigua, se hablaba de que los locos padecían de cacoethes scribendi, la manía de escribir. A Séneca, por su parte, se le atribuye la frase de “no existe un gran genio sin un tinte de locura”. Entre los poetas del Renacimiento, la palabra se convirtió en un cumplido. Y hasta hoy se vincula la genialidad de Edvard Munch, Van Gogh, John Nash, Virginia Woolf y Alejandra Pizarnik a algunas de sus enfermedades mentales», escribe Amanda Marton Ramaciotti (1993) en el libro No quería parecerme a ti. La autora ha vivido toda su vida vinculada a la esquizofrenia de su madre, Cecilia, también llamada en el libro Mainha, quien tuvo su primer brote psicótico antes de que ella naciera. Amanda creció junto a los silencios y las sospechas. Su madre es historiadora y fotógrafa: «Desde niña sé que mi mamá no es cualquier mamá», anota.
Cuando Amanda tenía 8 años, recién su progenitora fue diagnosticada formalmente con esquizofrenia. Para la creación del libro, la autora entrevistó a su madre y a su padre Andrés, arquitecto, y pieza fundamental en el crecimiento de Amanda y en el apoyo a Cecilia.
Cuatro años antes de ese diagnóstico, su madre se había ido de la casa: «Entre 1997 y 2001 casi no la vi. A veces algo golpeaba la ventana de mi pieza. Cuando la abría, me encontraba con una lata. En su interior, una pequeña carta —anota Amanda, quien vivió ese período con su padre (y su madre junto a sus abuelos)—. Mi padre llegaba a casa con cuadernos y lápices; con una caja repleta de miel […]. Y yo le agradecía, claro. Pero sin tanta alegría. No me faltaba nada. Solo mamá».
Mainha caminaba y caminaba por las calles hasta que se le rompían los zapatos. «Prácticamente no se bañaba. Cocinaba para sí misma, no confiaba en lo que hacía su madre. Ponía su cartera detrás de la almohada antes de dormir, porque creía que podían meterse en sus cosas», leemos en No quería parecerme a ti, un libro híbrido que se escapa a las clasificaciones. El título es una crónica, un ensayo, y a su vez un relato de no ficción, en el que aparece la voz de la autora, la de sus padres, familiares, de otros pacientes y cercanos a personas diagnosticadas con esquizofrenia, como también la bibliografía que va nutriendo la historia más personal. Una obra emotiva y testimonial, pero también rigurosa y profunda, que intercala la narración íntima con información concreta y detallada sobre la esquizofrenia.
«Veinticuatro millones de personas (una en trescientas) tienen esquizofrenia, según la Organización Mundial de la Salud […]. La palabra nació recién a principios de 1900, con la investigación Dementia precox oder Grupper der Schizophernien, del psiquiatra alemán Emil Kraepelin. Hasta entonces, a las personas que experimentaban delirios o comportamientos distintos al del resto de la sociedad se les llamaba ‘dementes’ o, con mayor frecuencia, ‘locas’», dice en No quería parecerme a ti, donde también está la voz del poeta estadounidense Allen Ginsberg, cuya madre tenía esquizofrenia (a ella le dedica su libro Kaddish: «Fui vacunado precozmente contra la locura. He conocido a muchos locos que probablemente estaban sanos»).
Mientras Amanda comparte datos y otros antecedentes, coloca en pausa su historia familiar: la narración central que leemos de principio a fin en el libro. Incluso la de ella misma y sus miedos: en 2013 se enteró por el Dr. João, psiquiatra de su madre que, por ser hija de una mujer con esquizofrenia, podía también padecerla. Pero, hay una cifra de esperanza. Si hasta los 30 años no se presenta un brote psicótico la posibilidad de tener el diagnóstico de Cecilia-Mainha disminuye a los niveles del resto de la población. «Estoy en estado de alerta constante. Mi cabeza no para», cuenta Amanda Marton, quien durante una década investigó y generó el material para este libro.
La autora igualmente se refiere a los prejuicios de parte de la sociedad y la cultura frente a la esquizofrenia. «A diferencia de lo que se ha mostrado en películas como Una mente brillante, en la que Russel Crowe ve una y otra vez una niña que no existe, rara vez las alucinaciones de personas con esquizofrenia son de carácter visual. Ese fue un estereotipo que el cine ayudó a crear», describe Amanda Marton Ramaciotti, y luego se refiere a las alucinaciones auditivas que son más recurrentes en los pacientes:
«Ese escuchar voces, dicen los especialistas, va de la mano con la difusión: la creencia de que lo que está en su cabeza es percibido por todos los demás. Alguien con esquizofrenia puede sentirse incómoda al estar con otra persona, porque piensa que esta es capaz de escuchar lo que está pensando».
El libro tiene dos títulos, el de la portada (No quería parecerme a ti), y el que leemos en las primeras páginas luego de abrirlo: Cuando no quería parecerme a ti, y que se resuelve con un tercer título posible: la última frase del volumen, palabras que nos interpelan a nosotros como lectores, después del camino recorrido por la autora. Ese camino doloroso, de imágenes desoladoras, tristes, devastadoras, pero también llenas de amor y generosidad. Ante tanto libro superventas, construidos con episodios de la historia y la ciencia, como un rosario de anécdotas programadas —al parecer, imposibilitados de dialogar con el lector—, los personajes y las reflexiones de este libro solo aspiran a comprender. Una realidad distinta, dentro de nuestra propia realidad precaria.