DINA: Una fuerza policial tipo Gestapo, en Chile
24.06.2024
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
24.06.2024
Hace cincuenta años (1974) se creaba oficialmente en nuestro país la Dirección Nacional de Inteligencia-DINA, organismo central en las tareas de represión, persecución y exterminio de opositores que la dictadura se impuso como tarea tras el Golpe de Estado. Los periodistas John Dinges y Peter Kornbluh recuerdan en el siguiente texto —que incluye documentos desclasificados— el origen del organismo, sus crímenes más infames y las operaciones terroristas que organizó y ejecutó hasta su disolución en 1977, asediada por la presión internacional que provocó el atentado contra Orlando Letelier y Ronni Moffitt en Washington DC: «La estructura única de la DINA y sus métodos de operación letalmente efectivos fueron fundamentales para la alianza de fuerzas civiles y militares de derecha que destruyeron la democracia en Chile. La historia de la DINA adquiere una relevancia renovada a la luz de los movimientos políticos autoritarios y antidemocráticos emergentes en el mundo, incluidos los Estados Unidos».
*El siguiente artículo es una traducción del original «The Pinochet Regime Declassified: DINA, «A Gestapo-Type Police Force» in Chile», publicado en junio de 2024 por el National Security Archive en su sitio web. Vea los documentos desclasificados al final del texto.
El 18 de junio de 1974, el registro oficial de la dictadura chilena publicó el Decreto 521 sobre la «creación de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA)». Firmado por el general Augusto Pinochet y otros miembros de la Junta Militar, el documento constituyó oficialmente a la DINA, con el propósito de «producir requerimientos de recolección de inteligencia para la formulación de políticas, planes y adopción de medidas necesarias para la seguridad y el desarrollo del país».
La DINA fue creada como una organización militar fuera de la cadena de mando militar, reportando directamente a Pinochet como jefe de la Junta. Sin embargo, los artículos 9, 10 y 11 del Decreto 521, que se mantuvieron en secreto, facultaron a la DINA a operar como una fuerza policial secreta para vigilar, arrestar, encarcelar y eliminar a cualquier persona considerada opositora al régimen. El nuevo decreto dio «bendición legal/oficial a una organización que ya está plenamente activa», informó el agregado de Defensa de EE.UU. a Washington en ese momento. Otros miembros del Ejército de Chile consideraron la orden de la junta como «la base sobre la cual se construirá una fuerza policial tipo Gestapo».
Como indicaban los artículos secretos del decreto, la Dirección de Inteligencia Nacional era la «continuación de la Comisión DINA», establecida con la autorización de Pinochet en noviembre de 1973, apenas ocho semanas después del Golpe militar del 11 de septiembre del mismo año. Para cuando fue inaugurada oficialmente, la DINA ya era la fuerza de seguridad más temida y siniestra de Chile y de toda América Latina. «Hay tres fuentes de poder en Chile», informó un oficial de inteligencia chileno a un agregado militar de EE.UU. a principios de 1974: «Pinochet, Dios y la DINA».
Como principal agencia del aparato represivo del régimen, la DINA se hizo famosa por sus centros secretos de tortura, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones de cientos de civiles y actos de terrorismo internacional. Según un informe especial del Senado de Estados Unidos, caratulado TOP SECRET/SENSITIVE y basado en documentos todavía clasificados, la DINA llegó a contar con 3.800 oficiales, operativos y personal administrativo (la cifra está mal escrita en el informe como “38.000”) y con un presupuesto anual de US$27 millones. Según ese estudio, la DINA «se estableció como un brazo de la presidencia, bajo el control directo del Presidente Pinochet». De acuerdo con la Agencia de Inteligencia de Defensa de EE.UU., el director de la DINA, el coronel Manuel Contreras, «informaba exclusivamente y recibía órdenes solo del Presidente Pinochet«.
A medida que expandía sus operaciones, la DINA también recibió apoyo organizativo de la CIA. En febrero de 1974, Pinochet personalmente pidió al subdirector de la CIA, Vernon Walters, que ayudara a la DINA en su «período formativo». Walters organizó un almuerzo para Manuel Contreras en la sede de la CIA (Langley, Virginia) a principios de marzo de 1974. A mediados de 1975, la CIA brevemente puso al director de la DINA en su nómina como un activo pagado.
En el 50º aniversario de la creación oficial de la DINA, el Archivo de Seguridad Nacional (NSA, por su sigla en inglés) está publicando una colección selecta de documentos desclasificados de la CIA, DIA, FBI y del Departamento de Estado, junto con importantes registros chilenos que ilustran la historia de las atrocidades en materia de derechos humanos y crímenes terroristas que ejecutó la DINA. Los documentos registran algunas de las operaciones más notorias de esta organización.
CENTROS SECRETOS DE DETENCIÓN Y TORTURA: Aunque numerosas unidades del Ejército rutinariamente cometían abusos contra los derechos humanos, durante los primeros tres años de la dictadura, la DINA fue responsable de la mayoría de los arrestos secretos, casos de tortura y desapariciones cometidas por el régimen de Pinochet. Un informe de inteligencia de EE.UU. señaló que las técnicas de interrogatorio de la DINA a los prisioneros detenidos eran «directamente de la Inquisición española», y que la DINA estaba «desarrollándose en una organización tipo KGB, como se predijo originalmente». Uno de los torturadores más sádicos de la DINA, el capitán Ricardo Lawrence, luego proporcionó una declaración a los tribunales chilenos sobre la red de centros secretos de detención donde ocurrieron estos abusos—Villa Grimaldi, Londres 38, Venecia, Malloco, José Domingo Cañas, Cuatro Álamos, entre otros— y las unidades y comandantes de la DINA estacionados allí. Muchas de las víctimas de tortura en estos centros de detención fueron ejecutadas, desaparecidas o arrojadas al mar desde helicópteros de la DINA.
OPERACIÓN COLOMBO: Enfrentándose a la creciente presión de las familias de los desaparecidos y a la condena internacional de estos crímenes contra los derechos humanos, en 1975 la DINA lanzó una importante campaña de desinformación para ofrecer lo que la Embajada de EE.UU. llamó «algún medio para explicar (la) desaparición» de chilenos. Bajo el nombre en código de «Operación Colombo», agentes de la DINA plantaron historias falsas en boletines y periódicos en Brasil y Argentina que afirmaban que los miembros y simpatizantes de la izquierda en Chile se estaban matando entre sí en una guerra política interna. En Buenos Aires, los agentes depositaron un cadáver —con la cabeza y las manos cortadas— con documentos de identificación de uno de los desaparecidos, y una nota que decía: «Derribado por el MIR». Estos artículos fueron utilizados por aliados del régimen en medios chilenos para escribir historias falsas, con titulares como «EXTERMINADOS COMO RATONES» (diario La Segunda) para encubrir el verdadero destino de los desaparecidos. Periodistas de investigación, liderados por el estadounidense John Dinges, expusieron rápidamente la Operación Colombo. La Embajada de EE.UU. informó a Washington que las historias que aparecían en la prensa controlada por Pinochet en Chile eran «probablemente falsas», y que las víctimas desaparecidas habían sido en realidad asesinadas por las fuerzas de seguridad chilenas.
PROYECTO ANDREA: La DINA fue responsable de un programa ultrasecreto del Ejército chileno para desarrollar armas químicas que serían utilizada en caso de que el país enfrentara una guerra con Perú o Argentina, y que fueron ocupadas en misiones clandestinas de asesinato contra enemigos del régimen. Funcionarios de la DINA construyeron un laboratorio secreto en la casa de seguridad de uno de sus principales agentes, Michael Townley, quien compró equipos y productos químicos en los Estados Unidos. Además de fabricar gas sarín en el sótano de Townley, la DINA planeó producir gases de guerra química aún más peligrosos, conocidos como «soman» y «tabun», utilizando agentes nerviosos extremadamente tóxicos, como el Clostridium botulinum, saxitoxina y tetrodotoxina. Según un documento escrito a mano por Townley, en el que registró sus actividades en la DINA, el gas sarín se utilizó para asesinar al menos a dos personas en Santiago. Townley —principal asesino internacional de la DINA— también escribió que consideró usar gas sarín para asesinar a Orlando Letelier en Washington D.C., enviando el gas mortal a los Estados Unidos oculto en un dispensador de perfume Chanel No. 5.
OPERACIÓN CÓNDOR: La DINA fue la organizadora y miembro principal de la «Operación Cóndor», colaboración multilateral entre los servicios secretos del Cono Sur para rastrear, capturar y eliminar a los opositores de sus regímenes en todo el mundo. En octubre de 1975, el director de la DINA, Manuel Contreras, envió invitaciones a sus homólogos de la policía secreta en Argentina, Bolivia, Uruguay y Paraguay, invitándolos al «primer encuentro de trabajo sobre inteligencia nacional», programado en Santiago entre el 25 de noviembre y el 1 de diciembre de 1975. Durante esa reunión, los delegados acordaron honrar a sus anfitriones y nombraron a su nuevo consorcio en honor al ave nacional de Chile, el cóndor. La segunda reunión también se celebró en Santiago, en junio de 1976. En ella, según informes de la CIA, los países miembros crearon un programa colaborativo de escuadrones de la muerte —bajo el nombre en código «Teseo», en honor al vengador semidiós griego— «para realizar ataques físicos contra objetivos subversivos» en el extranjero. El Plan Teseo incluía una sección escalofriante, titulada «Ejecución del objetivo», que establecía: «Esta es la responsabilidad del equipo operativo que (A) interceptará al objetivo, (B) llevará a cabo la operación y (C) escapará».
TERRORISMO INTERNACIONAL: Durante décadas, el atentado con bomba en Washington D.C. contra el exembajador chileno Orlando Letelier y su joven colega, Ronni Karpen Moffitt, el 21 de septiembre de 1976, se consideró como la operación más infame de la Operación Cóndor. De hecho, el objetivo de Letelier (también exministro de Defensa en el gobierno de Salvador Allende) fue una misión mayormente unilateral de la DINA, aunque contó con el apoyo paraguayo para conseguir documentos falsos para el equipo que viajó a EE.UU. y participó en el asesinato. «Las órdenes explícitas —según Michael Townley, el principal sicario de la DINA— fueron encontrar la casa y el lugar de trabajo de Letelier y contactar al grupo cubano (de exiliados que trabajaban para la DINA) para eliminarlo, o usar gas sarín u orquestar un accidente; o, al final, por cualquier método, pero el gobierno de Chile quería a Letelier muerto». El asesinato de Letelier fue el tercer acto de terrorismo internacional de alto perfil cometido por la Brigada Exterior de la DINA: en septiembre de 1975, el exvicepresidente del Partido Demócrata Cristiano, Bernardo Leighton, y su esposa, Ana Fresno, fueron acribillados en las calles de Roma (ambos sobrevivieron con lesiones paralizantes); en septiembre de 1974, el general(r) Carlos Prats y su esposa, Sofía Cuthbert, fueron asesinados por una bomba colocada también por Michael Townley en Buenos Aires.
***
Como un acto de terrorismo internacional en la capital de los Estados Unidos, el asesinato de Letelier y Moffitt trajo una renovada presión internacional sobre Pinochet. A ello se sumaron críticas desde dentro del Ejército para frenar las operaciones de la DINA. Once meses después del atentado con bomba, mientras el FBI se centraba en el papel de la DINA, el régimen de Pinochet anunció que la organización sería disuelta. El Decreto 521 sería rescindido y un nuevo decreto establecería el «Centro Nacional de Inteligencia (CNI)». Informes de inteligencia de EE.UU. y evaluaciones de la embajada norteamericana en Chile señalaron que el cambio de nombre de la policía secreta del régimen era, en gran parte, cosmético. Numerosos agentes de la DINA simplemente fueron transferidos a la CNI, que, al igual que la DINA, reportaba únicamente al general Pinochet. Las desapariciones disminuyeron, pero los agentes del CNI continuaron cometiendo atrocidades contra los derechos humanos entre 1977 y 1990, cuando Pinochet fue obligado a ceder el poder al gobierno civil.
En enero de 1978, el Departamento de Justicia de EE.UU. acusó a Manuel Contreras y a su segundo en la DINA, Pedro Espinosa, por su papel en el asesinato de Letelier-Moffitt, y exigió su extradición. Pinochet los protegió de la persecución, chantajeado por Contreras, quien aseguró que tenía documentos ocultos que revelarían que el propio Pinochet ordenó la operación terrorista. Después del retorno a la democracia en Chile, Contreras y Espinosa fueron juzgados y condenados, convirtiéndose en los primeros oficiales militares chilenos en rendir cuentas por crímenes de derechos humanos. Se construyó una prisión de lujo especial para ellos. Posteriormente, fueron condenados por otros crímenes de derechos humanos. Contreras murió en prisión en 2015. Pinochet —quien fue acusado, pero nunca condenado por crímenes de derechos humanos— murió el 10 de diciembre de 2006, el Día Internacional de los Derechos Humanos.
La estructura única de la DINA y sus métodos de operación letalmente efectivos fueron fundamentales para la alianza de fuerzas civiles y militares de derecha que destruyeron la democracia en Chile. La historia de la DINA adquiere una relevancia renovada a la luz de los movimientos políticos autoritarios y antidemocráticos emergentes en el mundo, incluidos los Estados Unidos. A cincuenta años de su creación estos documentos nos recuerdan una historia de represión y crímenes contra la humanidad que, más que nunca, no debe ser olvidada ni perdonada.