Elecciones en México: ¿Qué significaría la victoria de Claudia Sheinbaum para América Latina?
30.05.2024
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30.05.2024
Es la candidata favorita en las encuestas y promete una «transformación» en el rumbo de su gobierno. Sin embargo, hasta ahora Claudia Sheinbaum ha mostrado una voluntad continuista y poco arriesgada en materia de relaciones internacionales, detalla la siguiente columna de opinión para CIPER: «La defensa del statu quo y el reenfoque de la crisis migratoria como un problema regional y global desalientan la esperanza de que México recupere su posición de liderazgo y representación en nuestro continente».
Las elecciones presidenciales en México, este domingo, podrían marcar un hito histórico al elegir a la primera mujer en su más alta magistratura. Las encuestas ubican hasta ahora a Claudia Sheinbaum como la candidata favorita en los comicios, un dato ciertamente sorprendente tratándose de un país de cultura machista y altos índices de feminicidio. Doctora en Ingeniería en Energía, ex jefa de gobierno de la Ciudad de México y carta de continuidad de MORENA, el partido de Andrés Manuel López Obrador, Sheinbaum enfrenta este fin de semana a otra mujer que se ha alzado en las preferencias: Xóchil Gálvez, senadora de derecha y empresaria de ancestros indígenas, quien aparece como la opción disruptiva del conservador PAN.
Si bien estas elecciones parecieran reflejar un alejamiento de lo tradicional en una sociedad tan diversa como la mexicana, lo cierto es que el plan de gobierno y las propuestas de campaña de Sheinbaum son más bien convencionales. Lo tradicional desborda el documento “100 Pasos para la Transformación”, donde, pese al título, no queda totalmente claro cuál sería esa transformación anunciada. Las 381 páginas más bien celebran los hitos y logros de AMLO, mientras propone maneras de preservar la continuidad de su administración.
La política exterior de México ocupa apenas diez páginas de ese programa, dentro de las cuales lo más novedoso es potenciar la participación civil y ciudadana en la construcción de ésta, poniendo más énfasis en la gestión institucional regional de la movilidad humana. Además, la propuesta olvida mencionar mejoras o avances en la Política Exterior Feminista que México promulgó en 2020.
«Pobrecito México: tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos», es una frase que con frecuencia se escucha entre los analistas. Esta estrecha relación queda explícita en el programa de Sheinbaum, quien reconoce que este apretado vínculo bilateral (con tintes de exclusividad, como dice el texto), se convierte en un factor determinante tanto de la política exterior de México, como de los efectos sobre los asuntos internos. Por ejemplo, el programa pone énfasis en cómo se plantea desarrollar un modelo económico que se aleje del neoliberalismo —tema central de la «Cuarta Transformación» de Sheinbaum— y se enfoque casi exclusivamente en «la importancia y la urgencia de atender las causas que originan el éxodo de millones de personas procedentes del extranjero que cruzan el territorio nacional en su afán de llegar a suelo estadounidense».
Más allá de proponer fortalecer la organización de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) como uno de los foros internacionales de interés para el país, y de tomar como ejemplo a Colombia, Ecuador y El Salvador en su lucha contra el crimen organizado, el programa de gobierno de Claudia Sheinbaum no mira ni incluye a América Latina como un socio estratégico, aunque tampoco lo hace con otras potencias geopolíticas. De hecho, en el tercer debate presidencial (del 19 de mayo pasado), la candidata dijo que «se acabó la sumisión en la política exterior», haciendo hincapié en que se debe fortalecer el tratado económico con EE. UU. y Canadá, y subrayando que «lo importante es que no se migre», poniendo nuevamente el acento en un tema que, si bien afecta a México como país de tránsito, es una crisis fundamentalmente para los Estados Unidos.
Tampoco su programa hace mención a los cambios en la política exterior actual hacia Ecuador, Perú, Argentina, Bolivia, El Salvador, Colombia, Venezuela ni Nicaragua, tal vez en una defensa y continuidad de las decisiones de AMLO respecto a no hacer giras internacionales largas ni a lugares lejanos, nombrar principalmente a embajadores políticos, y sus declaraciones —en algunas ocasiones desafortunadas y sin el asesoramiento adecuado— sobre conflictos internacionales.
¿Qué puede esperar América Latina, entonces, si Claudia Sheinbaum se convierte en la presidenta de México para los próximos seis años? La verdad es que los cambios podrían ser mínimos o inexistentes. La defensa del statu quo y el reenfoque de la crisis migratoria como un problema regional y global desalientan la esperanza de que México recupere su posición de liderazgo y representación en nuestro continente. Mientras, el poco interés en desarrollar una propuesta de política exterior robusta evidencia que la voluntad del Ejecutivo mexicano en esta materia se traduce en un reflejo de la política interna del momento, sin un análisis ni menos una ruta por la que circular.