En torno al debate sobre Sala Cuna Universal
13.05.2024
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13.05.2024
Aunque en el intercambio entre gobierno y parlamentarios hay valiosos avances, el proyecto de ley de Sala Cuna Universal mantiene deudas que es necesario abordar, detalla la siguiente columna de opinión para CIPER de la Directora Ejecutiva de la Corporación para la Infancia de Santiago: «Las educadoras de párvulo desempeñan un papel fundamental tanto en el aula como en la gestión educativa general, y es imprescindible definir cómo se integrarán y potenciarán sus habilidades en el contexto de la nueva propuesta.».
Las indicaciones presentadas por el gobierno este mes al proyecto de ley de Sala Cuna Universal promueven medidas que avanzan en garantizar aspectos que son fundamentales para la empleabilidad de las mujeres en el mercado laboral. Entre ellas, la corresponsabilidad efectiva en las labores de cuidado para el acceso al beneficio y la eliminación del tope de veinte trabajadoras que obliga a las empresas para acceder a sala cuna para sus colaboradoras. Adicionalmente, las indicaciones avanzan correctamente en estar coordinadas con la Ley 21.430 sobre garantías y protección integral de los derechos de la niñez y adolescencia. No obstante, se mantienen las dudas sobre el fortalecimiento a la educación pública y los alcances del nuevo proyecto de ley sobre la modernización de la Educación Parvularia.
Uno de los aspectos destacados en el proyecto de ley para la modernización de la educación parvularia es la propuesta de otorgar reconocimiento legal a los programas alternativos de educación inicial, siendo la JUNJI el único sostenedor habilitado para dicho beneficio. Sin embargo, el texto no especifica el grado de cumplimiento de estándares que estos programas deberán alcanzar ni si afectará la autorización de funcionamiento que actualmente deben cumplir los jardines infantiles privados. Por otro lado, tampoco queda claro si estos programas recibirán un impulso para aumentar la oferta pública, especialmente considerando que están diseñados para atender situaciones de baja demanda y condiciones de ruralidad y dispersión geográfica en los territorios, que se aleja de las comunas que hoy tienen mayor demanda entre los tramos de 0 a 5 años de edad.
Tomando un primer estándar, la infraestructura, el proyecto señala como requisito «contar con condiciones de infraestructura que garanticen la integridad física y psíquica de los miembros de la comunidad educativa». Esto deja interrogantes en torno a cuáles son esas características, y si efectivamente irán en línea con lo que hoy exige el reconocimiento oficial del Estado para, por ejemplo: los metros cuadrados de patio y sala por párvulo, las condiciones del entorno en el emplazamiento del centro educativo, condiciones de luminosidad, accesibilidad, certificaciones de salud, vías de evacuación y otras variables que permiten resguardar la seguridad de los niños y niñas y, por tanto, calidad de los recintos educativos. Expuesto lo anterior, el proyecto abre diversas interrogantes sobre cómo se articularían las exigencias vigentes con la «certificación legal» para jardines alternativos, considerando el resguardo de la calidad de infraestructura para el desarrollo de espacios de aprendizajes amables, seguros y diversificados.
La dotación técnica en los centros educativos es otro punto crucial que genera importantes interrogantes sobre la calidad de la atención que reciben los párvulos, así como el apoyo que se brinda a los equipos profesionales que operan en estos espacios. Aunque el proyecto establece «la necesidad de contar con personal competente y en número suficiente para cumplir con las funciones requeridas, especialmente considerando el nivel y modalidad de educación parvularia ofrecida y la cantidad de párvulos atendidos», aún quedan dudas por resolver.
Una de estas incertidumbres radica en la estructura directiva de los centros educativos. No queda claro si se establecerá un equipo directivo específico y cuál sería su composición. Actualmente, los jardines infantiles alternativos son liderados por técnicas en párvulo, con el respaldo de educadoras itinerantes para los procesos de retroalimentación técnico-pedagógicos. Sin embargo, es necesario definir con claridad cómo se abordará este aspecto en el marco del nuevo proyecto. Este aspecto es crucial, ya que no solo impacta en el funcionamiento diario del aula, sino también en el liderazgo educativo dentro de la institución. Las educadoras de párvulo desempeñan un papel fundamental tanto en el aula como en la gestión educativa general, y es imprescindible definir cómo se integrarán y potenciarán sus habilidades en el contexto de la nueva propuesta.
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En resumen, la cuestión sobre la dotación técnica, el rol de las educadoras de párvulo tanto en el aula como en el liderazgo educativo y los escenarios de aprendizaje e infraestructura son aspectos que requieren una atención detallada para garantizar la calidad en la oferta educativa, resguardando los años de esfuerzo estatal por esta materia. Ante este escenario, más allá de rechazar una propuesta, se debe celebrar con resguardo esta nueva mirada, que incorpora a la educación parvularia, pero que debe expandirla de manera eficiente y sin perder calidad en la oferta pública, contextualizada a las necesidades de las comunas y los territorios. De no optar por esta medida, corremos el riesgo de fomentar el uso de vouchers certificados para jardines privados y alternativos JUNJI, estableciendo una legislación a su medida y que pone en riesgo los avances en contar con un único estándar de certificación de calidad para la educación parvularia
Las políticas en primera infancia tienen efectos positivos en variables tales como la escolaridad, salud, y el empleo e ingresos en la vida adulta. No es trivial la calidad en el acceso a educación temprana; menos aún, en los primeros quintiles de ingreso, donde se expresan de manera acelerada las brechas. Aunque se reconoce ampliamente que la asistencia a salas cuna y jardines infantiles tiene un impacto positivo en el desarrollo integral de los niños, estamos presenciando una tendencia que desestabiliza los logros alcanzados en relación a la atención y el apoyo a la infancia hasta ahora; desde la asignación presupuestaria hasta las medidas concretas para fortalecer los factores protectores del desarrollo infantil, como la educación pública parvularia.