Incendios masivos: diez medidas de prevención
06.02.2024
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06.02.2024
Dos ingenieros forestales ordenan en columna para CIPER un decálogo de ideas que ayudarán en uno de los aspectos cruciales para la nueva crisis del fuego extendido en nuestro país: la prevención.
Frente a la emergencia climática y atisbos de una cultura pirómana instalada, la situación del país es hoy de extrema fragilidad. Lo sucedido en estos días en la Quinta Región es prueba irrebatible de que el fuego y los incendios se han convertido en un problema de seguridad nacional.
Son muchas las medidas que el gobierno y los sectores público y privado deben evaluar y aplicar con urgencia. En la siguiente columna compartimos algunas que nos parecen de suma necesidad, desde nuestra experiencia y trabajo en el tema forestal. Se trata de medidas drásticas, pero extendidas a diversos sectores y posibles de implementar en el corto y mediano plazo:
1. Deben refundarse una policía forestal especializada en perseguir estos delitos, así como regimientos con el equipamiento y recursos que permitan combatir incendios. Ambas organizaciones existieron en nuestro país hasta hace algunas décadas, pero fueron disueltas inoportunamente.
2. CONAF debiese contar con unas cinco veces más brigadas de combate de incendios de las que tiene hoy; especialmente, para actuar de noche, que es cuando el fuego baja en intensidad y se hace más propicia su extinción.
3. Debería haber brigadas por cada comuna forestal, de forma tal que lleguen a los incendios antes de los treinta minutos desde su detección. Pasado ese margen de tiempo, muchos incendios se vuelven incontrolables. Hoy existen cerca de doscientas brigadas de verano, conformadas muchas de ellas por trabajadores temporales. Lo que en verdad se requiere son carreras técnicas que formen a brigadistas forestales profesionales, cuyos egresados puedan emplearse durante al año en labores de prevención. Por otro lado, pareciera ser que se requieren más helicópteros, y con capacidades de transporte de 5 ó 10 mil litros de agua. En las zonas y períodos críticos, deben mantenerse fuentes de agua y zonas de helipuertos. En estas mismas zonas críticas, a las brigadas debiesen integrarse unidades militares de respaldo.
4. En zonas forestales y periurbanas, el uso de fuego en verano debiese quedar definitivamente prohibido, sea cual sea su objetivo. Es fundamental educar a la población sobre estos temas, mediante programas masivos de divulgación que incluyan instrucciones claras y prácticas a los ciudadanos, en las que se explicite qué actividades se prohíben y por qué. Por otra parte, la denuncia ciudadana debe organizarse mejor. Cualquier persona con un celular en la mano podría, por ejemplo, convertirse en una suerte de vigía de incendios, dando aviso a las autoridades de fuentes de humo, actividades no permitidas y presencia de pirómanos.
5. Las excelentes predicciones o pronósticos meteorológicos con los que hoy contamos permiten saber con bastante certeza las temperaturas y otras condiciones atmósféricas generadas por el cambio climático con cerca de una semana de anticipación. Estas predicciones deberían servir para que los organismos públicos y privados se preparen, adviertan a la población, eliminen la vegetación seca, acumulen agua y, sobre todo, vigilen los alrededores. Las compañías eléctricas y las concesionarias de autopistas podrían estar obligadas a generar planes de prevención y eliminación de combustible vegetal riesgoso.
6. Los caminos públicos deberían considerarse como si fueran cortafuegos. Para ello debería mantenerse a cada lado de la vía una franja de 60 a 100 metros sin pastos ni vegetación arbustiva. Recordemos que los pastos y ramas secas son el detonante de los incendios. Los bosques deben mantenerse, por supuesto, por diversas razones ecológicas (como la mantención de temperaturas más frescas y la contención de la erosión de suelos), de preferencia con árboles nativos y también pinos, ya que son los árboles mejor adaptados a la sequía (es mejor evitar los eucaliptus). Pero estos deben manejarse raleados, bien podados y a más de 10 metros de distancia unos de otros, para así evitar que el fuego suba a las copas. Los árboles y bosques ayudan a bajar las temperaturas del aire en más de 10 grados Celcius.
7. El rol de los municipios es fundamental. Cada comuna y localidad forestal debe activar durante los veranos un comité de incendios, compuesto por voluntarios capacitados y equipados por CONAF, con la función de prevenir y acometer un primer ataque a los focos de incendio. En estos comités deben estar involucradas las juntas de vecinos y las empresas forestales.
8. Se debería tomar en serio la ordenación del territorio, tanto el urbano como el rural, estableciendo zonas habitables, zonas de cortafuegos, zonas de manejo preventivo de la vegetación, etc. En las áreas forestales, mantener un paisaje variado, en mosaicos con diversos usos; que asegure la discontinuidad del combustible o biomasa, y así faciliten el control de incendios.
9. Debería generarse un política seria de asentamientos humanos resistentes al fuego, con calles anchas, grifos y eliminación de microbasurales, así como también contar con diseños de viviendas más repelentes al fuego, prohibir el uso de materiales como tejuela asfáltica en los techos o plásticos en los muros (siding de PVC). Promover el uso de latas pintadas y otros materiales incombustibles en forros exteriores, que puedan mantener la madera como estructura.
10. Finalmente, la emergencia frente a la cual nos encontramos exige educar a la población a todo nivel. En los programas de educación escolar puede perfetamente introducirse en los ramos de Ciencias Naturales y/o Química temas como la dinámica del fuego, prevención y protección de incendios.