Los rasgos del liderazgo de Milei
21.01.2024
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21.01.2024
La conducción que hasta ahora le está dando el presidente de Argentina a su trabajo muestran el estilo de una personalidad peculiar, muy diferente a la de otros líderes mundiales. En columna para CIPER, una especialista en estudios internacionales analiza la comunicación pública del mandatario en materias de política exterior.
La presencia de líderes políticos con características no convencionales —como Donald Trump, en Estados Unidos; Jair Bolsonaro, en Brasil; y Vladimir Putin, en Rusia— tiende a atraer el interés público. Al mismo tiempo, el avance de herramientas computacionales facilita los análisis comparativos y mejora la precisión predictiva en el desarrollo de cientos de perfiles de líderes globales, en diferentes tipos de regímenes, y diversos contextos y épocas. Estos estudios sugieren que la forma en que los líderes comunican y la preferencia que le dan a ciertas palabras sobre otras pueden revelar sus características personales.
Al analizar con una de estas herramientas al presidente de Argentina, Javier Milei, emerge un perfil distintivo, que difiere sustancialmente de otros líderes mundiales, con un 71% de sus puntajes en rangos más altos o más bajos que el promedio. El mandatario trasandino muestra en su comunicación pública una alta complejidad conceptual a la vez que una extrema desconfianza, con una firme creencia en su capacidad para controlar eventos. También exhibe una baja necesidad de poder, un sesgo de grupo relativamente bajo, y una orientación a la tarea y una autoconfianza promedio. Su comentada participación de hace unos días en la Cumbre de Davos no hizo más que confirmar esas particularidades, que en algunos casos facilitan las tareas del poder y, en otros, las dificultan.
Líderes que, como Milei, creen en su control sobre eventos globales suelen involucrarse activamente en la política exterior. Prefieren supervisar las decisiones y asegurarse de que los resultados concuerden con sus expectativas. A menudo monitorean de cerca el trabajo de otros y son reacios a delegar responsabilidades significativas. Esta combinación de características sugiere una disposición a desafiar las normas establecidas. Sin embargo, estos rasgos pueden dificultar la capacidad para influir y manipular a las personas de manera efectiva, debido a su tendencia a ser demasiado directos en el uso del poder.
Personas conceptualmente complejas, como el mandatario argentino, se caracterizan por un estilo cognitivo altamente analítico. Son hábiles para entender cuestiones complejas y apreciar las sutilezas en diferentes situaciones. Una alta complejidad a menudo se asocia con una mayor tolerancia a la ambigüedad y la incertidumbre, lo que permite a estos líderes funcionar eficazmente en entornos inciertos. No obstante, también puede conducir a la indecisión por sobreanálisis.
Líderes como Milei, que muestran una desconfianza significativa y un bajo sesgo grupal, tienden a ser cautelosos, especialmente con opositores ideológicos, y pueden ver motivaciones ocultas en las acciones de los demás. Esta desconfianza puede derivar en una hipervigilancia y una alta sensibilidad a la crítica.
A partir de este perfil, podemos esperar que el mandatario intente activamente cambiar la forma en que Argentina se maneja internacionalmente, alineando la política exterior más estrechamente con sus propias ideas e intereses. Debido a sus dificultades para usar el poder de manera persuasiva, estos cambios pueden interpretarse como imposiciones, generando resistencias tanto internas como externas. No obstante su apertura a considerar diferentes factores al decidir, su tendencia al sobreanálisis puede retrasar respuestas en crisis internacionales. Su naturaleza altamente analítica podría complicar la comunicación efectiva, afectando la toma de decisiones cuando se requieren políticas e instrucciones claras.
Su alta desconfianza podría provocar tensiones en sus relaciones con otros Estados. Si esta desconfianza se intensifica, como tiende a ocurrir en líderes con estas características, podría llegar a sospechar demasiado de las intenciones de otros personajes políticos y estados, lo que a su vez podría llevar a decisiones que causen fricciones o incluso conflictos. Además, su énfasis en la lealtad puede resultar en cambios frecuentes en su gabinete si percibe desalineación con sus políticas, lo que podría generar inestabilidad en política exterior.
El desenlace de la gestión de Milei es crucial para el panorama político latinoamericano. Si su enfoque resulta exitoso podrían surgir líderes —hoy, no evidentes— que adopten narrativas similares en futuras elecciones. El seguimiento a lo que sucederá con Argentina en los próximos cuatro años puede llegar a iluminar también la suerte del futuro de la región.