Por qué hicimos «Himno. Un documental sobre ‘El pueblo unido jamás será vencido'»
03.01.2024
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03.01.2024
El director y la productora del primer documental sobre la célebre canción política de Sergio Ortega y Quilapayún comentan en columna para CIPER los particulares alcances de una pieza musical nacida en 1973 y que hoy constituye un himno universal. “Himno” se exhibirá en forma especial hoy miércoles en el Aula Magna de la USACH*, y tendrá su estreno oficial en salas en abril.
El 2023 fue un año de conmemoraciones marcadas por el aniversario número cincuenta del Golpe de Estado que el 11 de septiembre de 1973 interrumpió violentamente el proceso revolucionario popular liderado por el presidente Salvador Allende. Muchas de las canciones compuestas y divulgadas ese año también quedaron marcadas por los acontecimientos violentos de las fuerzas golpistas, pero, sobre todo, imbuidas de esperanza por un mañana mejor. Entre ellas, “El pueblo unido jamás será vencido” es una de las más icónicas, y ha recorrido el mundo transformándose en un verdadero himno de alcance universal, conocido hasta hoy en varios idiomas.
Por eso llamamos Himno al documental que cuenta la historia de esta canción hecha en Chile solo meses antes del Golpe, por Sergio Ortega y el conjunto Quilapayún. Entre otras cosas, buscábamos responder a las preguntas de cómo se hizo conocida alrededor del mundo y por qué sigue siendo relevante luego de medio siglo de vida. La realización supuso un arduo trabajo de investigación. Como personas dedicadas a la musicología, debimos adaptar metodologías y formatos al audiovisual, con cámara y grabadora en mano. Era importante que estos equipos fueran portables y poco invasivos en su tamaño, ya que hicimos entrevistas en seis países, incluyendo en Chile y en Japón. Entramos a las casas y espacios de ensayo de músicas, músicos y activistas; entre ellos, dos de los principales responsables chilenos de la popularización de esta canción: Eduardo Carrasco (Quilapayún) y Horacio Durán (Inti-Illimani Histórico). También entrevistamos a otras personas menos conocidas en Chile, pero claves en los procesos de adaptación y arraigo internacional de la pieza, tales como el cantautor portugués Luis Cilia; o las cantantes finlandesas Monna Kamu y Sinikka Sokka (Agit-Prop).
En complemento con material bibliográfico y de archivo, fuimos trazando una trayectoria que parte a mediados de 1973, en un ejercicio colectivo entre el compositor Sergio Ortega y el conjunto Quilapayún. Ortega era un compositor joven ligado al Conservatorio, ya con una amplia trayectoria en la música para el teatro y cine, además de encargos musicales previos para el PC y la campaña de Salvador Allende a la presidencia (es suya la coautoría de “Venceremos”, otro himno de la UP). Por su parte, Quilapayún era entonces un conjunto relevante del movimiento musical comprometido conocido como la Nueva Canción Chilena, con hitos discográficos y escénicos de interpretación tales como la Cantata popular Santa María de Iquique, de Luis Advis, y la cantata La fragua, del mismo Ortega.
Compuesta poco antes del llamado «tanquetazo» (29 de junio de 1973), cuando las fuerzas golpistas amenazan la continuidad del gobierno popular, la canción hace un llamado a la unidad de la izquierda y a la esperanza, buscando evitar lo que ya se anunciaba. Lo interesante es que, a diferencia de otras composiciones de la época, no incluye en el texto referencias explícitas a Chile ni a Allende, ni tampoco recurre a instrumentos o ritmos asociados al folclor latinoamericano.
“El pueblo unido jamás será vencido” es una canción inscrita en el momento histórico del que surge, pero que goza de la capacidad de adaptarse a otros contextos, cobrando sentido para personas en distintas regiones del mundo y de distintas épocas.
Muchos documentales sobre música acuden al recurso de las «cabezas parlantes», como se llama comúnmente a concentrar el relato en testimonios de personas frente a la cámara. En Himno, en cambio, buscamos explorar también en recursos creativos de montaje que le dieran cierta frescura y ritmo al filme. Así, además de testimonios, incorporamos bastante material de archivo; no tanto para ilustrar lo que se dice, sino para articular ideas, «decir» con las imágenes y construir un relato desde allí. Éramos conscientes de que dedicarle un documental completo a una sola canción constituye una total rareza en el género local, y al mismo tiempo un gran desafío en términos narrativos.
Otra de las premisas con que trabajamos el documental fue que no queríamos proponer un relato cronológico. Pensamos que una canción con esa fuerza y arraigo, capaz de trascender lugares y tiempos, debía tratarse desde otra perspectiva; e intentamos que el pasado se entrelazara con el presente, dando saltos temporales para aproximarnos a la biografía de la canción en diferentes momentos de la historia. Para esto fue central el trabajo de posproducción de imagen, pues se buscó aunar visualmente materiales registrados con tecnologías muy disímiles.
Desde que comenzamos la investigación, y hasta ahora, hemos ido recopilando versiones de “El pueblo unido…”. Tenemos ya 150 grabaciones de todas partes del mundo, y no dejan de aparecer más. Además de los registros en español encontramos traducciones a veinticinco idiomas diferentes, desde el árabe al farsi, desde el kurdo al esperanto.
Quizás, en abstracto, estas cifras no digan mucho. Pero hay que considerar que la mayoría de las canciones se graban tan solo una vez; con suerte, si tienen éxito, quedarán un par de versiones. Que una canción tenga diez versiones distintas da cuenta de una popularidad importante; con cincuenta, ya podríamos hablar de un clásico. Que una canción chilena tenga más de cien versiones y con tantas traducciones es un fenómeno casi sin comparación.
Sabíamos desde un comienzo que nuestro documental no daría cuenta de todas las versiones recopiladas, lo cual quizás pueda resultar frustrante para quien espere ver su versión favorita en pantalla y no la encuentre, pero nos habla de la dimensión inabarcable de esta canción, cosa que consideramos especial y bonita. Nuestra prioridad era preguntarnos sobre el porqué de la vigencia de una canción escrita en Santiago de Chile hace cincuenta años en una coyuntura política particular, y que sin embargo ha llegado a tantos lugares del mundo, rompiendo barreras idiomáticas y fronteras nacionales.
Con Himno quisimos contribuir a la reflexión sobre los vínculos entre música y política; pensar en cómo las personas participan en los procesos sociales a través de canciones. Es un lugar común decir que ciertas canciones son «la banda sonora» de las movilizaciones, pero en el caso de “El pueblo unido jamás será vencido” no se trata solo de un acompañamiento: las personas hacen política con la música. Cuando una canción adquiere la altura de lo que el documental deja de manifiesto es porque ya no es un elemento secundario ni decorativo, sino que el centro del asunto.