CARTAS: La mentalización del ticket de cambio
26.12.2023
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26.12.2023
Señor director: En la vorágine de compras navideñas, se nos pregunta si acompañaremos el presente de un ticket de cambio. Vemos a continuación cómo de la máquina registradora se imprimen pequeños papelitos que son lanzados en la bolsa de compra como único envoltorio. Si el uso del ticket de cambio se ha extendido cada vez más, mi impresión es porque se asocia a la posibilidad de no acertar con el gusto, deseo o interés de la persona que lo recibirá. Mismo caso de las listas de regalos para matrimonios, con las que de antemano sabemos que cada ítem importa más por su valor monetario que por su potencial uso.
Marcel Mauss, un sociólogo y etnógrafo francés, planteó a principios del siglo pasado, en el famoso ensayo Ensayo sobre el don, una teoría social sobre la práctica de regalar. A riesgo de simplificar, dice que esta tiene por función el fortalecimiento de vínculos sociales. Así, la reciprocidad en el intercambio de presentes, sus implicancias simbólicas, y las obligaciones implícitas de dar, recibir y devolver, constituyen, en conjunto, un ciclo continuo que fortalece los lazos sociales en distintos ámbitos y contextos de las sociedades modernas, incluyendo el trabajo, las relaciones familiares y las de amistad. Todo lo anterior requiere, de parte de quien regala, una interpretación precisa del contexto y de la persona a quien se le dará el obsequio.
Una lectura de esta naturaleza no debiese precisar, a mi juicio, de un ticket de cambio.
Aquí es donde la mentalización nos puede ayudar. Esta es una capacidad humana que, en mayor o menor medida, nos permite comprender y atribuir intenciones a los propios estados mentales y a los de los demás. Tal como lo describe Peter Fonagy, psicoanalista inglés y autor principal de la teoría, la mentalización es un proceso cognitivo y emocional que implica la capacidad de entender y anticipar los pensamientos, sentimientos, intenciones y motivaciones propias y ajenas. Como es de suponer, se trata de una función esencial para el desarrollo de relaciones interpersonales, ya que permite una mejor comprensión de los otros, facilitando así la empatía y la comunicación efectiva. Cuando nos encontramos en la búsqueda de un regalo para alguien, nos preguntamos qué le gustará o qué necesitará esa persona, acudimos a lo que conocemos ella, y distinguimos aquello que nos gustaría tener de lo que sea de interés para quién será depositario/a del presente. Mientras decidimos el regalo, traemos a nuestra mente al otro para interpretar de manera precisa qué le alegra al abrir el envoltorio o al mirar al interior de la bolsa de papel que lo contiene.
Mentalizamos mejor cuando estamos en una situación segura y de confianza; la presión por la compra de regalos para las fiestas de Navidad —amigos/as secretos del trabajo, listas de familiares, conserjes de condominios, etc. —, sin duda no contribuye a que así lo sea. Aquí es cuando podemos fallar en mentalizar al otro. Una falla situacional, por cierto.
¿Es grave? No. Pero creo que perdemos una oportunidad de conocer algo más de nuestra/o familiar, amigo/a, colega o persona que trabaja para nosotros/as; desperdiciamos la ocasión de comunicar cómo les vemos y de fortalecer los lazos que nos unen, o comenzar a construirlos.
Al menos a mí, tanto como me gusta recibir regalos me encanta darlos y ver la expresión de sorpresa y alegría, esa que no se puede impostar. ¿No les pasa lo mismo a a ustedes? Descansar en el ticket de cambio al momento de regalar, eventualmente —no siempre—, nos puede privar de esta experiencia y de su función de construcción de vínculos descrita en sus orígenes.