La ofensiva de Hamas y una historia de violencia en Medio Oriente
12.10.2023
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12.10.2023
Décadas de disputa entre árabes e israelíes son la dramática perspectiva desde la cual esbozar un análisis histórico frente a los miles de muertos y heridos que no dejan de aumentar desde el pasado sábado.
La violencia de la última incursión del grupo palestino Hamas en el sur de Israel muestra imágenes sorprendentes. Desde el sábado 7 de octubre han circulado numerosos informes, relatos y videos que grafican el horror del inusitado ataque, en una ofensiva que no tiene parangón. Van más de 1200 víctimas israelíes, con más de 1700 heridos. En Gaza, la cifra de fallecidos alcanza los 1055, según reportes de organismos pertinentes. El dramático conteo aumenta cada hora.
El ataque frontal a Israel perpetrado por Hamás hace unos días responde a una historia que, lejos de justificar cualquier violencia, al menos nos permite seguir la secuencia de cómo llegamos a esto. En esta columna detallo antecedentes históricos que permiten ubicar las facciones, intereses y cruces internacionales en juego.
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Desde que las Naciones Unidas decidieran la partición de Palestina en 1947, el territorio en disputa entre árabes e israelíes ha sido un quebradero de cabeza para el mundo. Antes de esa fecha clave, el Imperio Británico había prometido esa tierra a judíos y árabes, lo cual labró un conflicto por la tierra que dura hasta hoy. Con la declaración de independencia de Israel se inició la primera guerra entre los Estados árabes e Israel. Para este último, la supervivencia dependía de ganar una guerra contra los vecinos árabes; mientras que, para los palestinos, la supervivencia significó huir de sus hogares ante la persecución israelí. La Nakba de 1948 [foto superior], desastre para los palestinos, fue fruto de la huida forzosa de los palestinos de sus hogares en el territorio del nuevo Estado de Israel. La Nakba ha sido una herida permanente y una causa política para grupos radicales, moderados y diplomáticos, es decir, restituir un daño para los palestinos.
Todas las guerras desde entonces han fortalecido la posición israelí y perjudicado irremediablemente a los palestinos. Muchos líderes árabes, Nasser en Egipto o Hussein en Irak, se han abanderado con la causa palestina para ganarse la popularidad de las calles, pero poco han logrado para los palestinos. Cuando en 1967, en la guerra de los Seis Días, Israel triunfó y derrotó a sus enemigos (todos sus vecinos árabes), aprovechó y traspasó las líneas fronterizas del acuerdo de partición; es decir, de lo que correspondería a Palestina. Desde entonces, la ocupación de territorios palestinos es un lastre para la convivencia. Según cálculos de Amnistía Internacional, son más de 100 mil hectáreas de terrenos palestinos apropiados por Israel.
(2)
En los años 90, ambas partes, israelíes y palestinos, reconocen su derecho a coexistir. Fue un gran paso. El problema es que todos se apresuraron a celebrarlo, sin que alguien estuviera dispuesto a solucionar el problema de raíz, con un Estado palestino al lado de uno israelí; ambos con soberanía plena. Pero desde los procesos de Oslo, firmados en Washington con el auspicio del presidente Clinton de los Estados Unidos, Palestina es solo una Autoridad Nacional sin soberanía plena sobre el territorio y sin el reconocimiento internacional como Estado. Además, se han intensificado las usurpaciones de territorio palestino, la anexión de territorio que debía corresponder al Estado palestino lleva la situación a un grado de agresividad insostenible. En 2005, Israel se retiró de la Franja de Gaza, y en 2007 Hamas tomó control de la Franja. Desde entonces, los territorios palestinos, Gaza y Cisjordania, están formal y estratégicamente separados.
(3)
Hamas, que nace en 1987 en el contexto del primer levantamiento palestino (Intifada), actúa cada cierto tiempo como represalia a acciones israelíes en sus cárceles, atestadas de palestinos, y por su política de usurpaciones en Jerusalén. Las respuestas israelíes son poderosas, como se puede esperar de un estado permanentemente preparado para la guerra. En esta ocasión, Hamas pasó a la ofensiva, aprovechando la debilidad estratégica israelí, cuyo primer ministro ha concentrado sus fuerzas en la protección de los colonos en Cisjordania. Además de buscar prisioneros, Hamas busca mostrar al mundo la brutalidad israelí. El problema es que el círculo de brutalidad es desmedido y los palestinos en campos de refugiados, en los territorios ocupados y en las cárceles no ven ningún fruto de esto. Entre 2008 y septiembre del 2023 la cifra de muertos israelíes es de 308, de los cuales 177 son civiles; entre los palestinos la cifra asciende a 6.296, de los cuales 3.705 son civiles, según datos de la oficina de asuntos humanitarios de la ONU. El círculo de violencia llega al punto de la irracionalidad.
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Para algunos en Israel, esta es una guerra de defensa en contra de la barbarie árabe. Desde su fundación, un segmento importante de la élite israelí ha considerado que los árabes no son dignos de ser vecinos israelíes. Los viejos prejuicios en contra de árabes y musulmanes son un elemento muy relevante en este conflicto, al igual que los históricos prejuicios en contra de los judíos. Finalmente, es la vieja dicotomía civilización versus barbarie. Es por esto que el importante intelectual palestino Edward Said consideraba que este conflicto histórico es tremendamente particular, porque enfrenta a dos víctimas.
Hoy, Israel es un Estado rico y poderoso, pero con muchos conflictos internos. Netanyahu, su primer ministro, está empeñado en sobrevivir a costa de incendiarlo todo. Ya logró que se formara un gobiernos de unidad nacional, luego de que enfrentara manifestaciones populares durante meses en contra de su controvertida ley que le permitiría deponer a los jueces de la corte suprema. Por su parte, los palestinos no son un Estado reconocido, no tienen soberanía sobre sus territorios y malviven entre Cisjordania ocupada y Gaza administrada por Hamas. Sin duda, la situación es explosiva.
Los Acuerdos de Abraham entre Israel y distintos Estados árabes de la región están avanzando con el auspicio de los Estados Unidos, pero distintas potencias se pueden beneficiar de esta vía diplomática: China busca asegurar una red de inversiones en infraestructuras en la región y la paz es fundamental. Es por esto que propiciaron el acercamiento entre Irán y Arabia Saudita. Turquía y Qatar, que tienen intereses divergentes y convergentes, quieren actuar como mediadores. Rusia no quiere perder la posición que ha ganado con la retirada de los Estados Unidos de la región. Los países árabes han señalado que la garantía que ha dado Israel, para acercarse a la normalización democrática es que renunciarían a anexar más territorios en Cisjordania palestina. Pero no parece que se esté respetando esa parte del trato. Para muchos analistas, la posición iraní, que apoya a Hamas, es impedir este proceso de normalización diplomática regional. Lo cierto es que la población palestina no se ve beneficiada con ninguna de estas posiciones.
Quien tiene el sartén por el mango es Israel, un Estado en forma y poderoso. Ahora, luego de los ataques de Hamas del fin de semana, Israel está movilizando unos 360 mil reservistas y está apostando sus fuerzas al sur, mirando a Gaza. Este podría ser un conflicto definitorio, que marque un antes y un después en esta larga historia. Para comenzar a solucionar este conflicto, que ya es complejo, hay que partir con lo fundamental, que es tener disposición a coexistir con quien fuera el enemigo.