CARTAS: Religiosas con memoria
06.09.2023
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06.09.2023
Señor director: Somos un grupo de religiosas católicas que, ante la proximidad del 50 aniversario del Golpe de Estado en Chile, no podemos quedarnos en silencio. No podemos, porque nuestra vocación religiosa nos impele proféticamente a expresar nuestro sentir frente a este momento de la historia.
Hacer memoria es de vital importancia para las personas y los pueblos. Hacer memoria nos permite descubrir lo mejor para el presente y el futuro. Hacer memoria es mirar lo vivido de frente, con verdad, sin negar la realidad, asumiendo el compromiso de poner todo lo que esté en nuestras manos para llegar a esa verdad plena. La diversidad de posturas, legítimas en democracia, no puede paralizar este proceso, y mucho menos negar el hecho histórico que trajo dramáticas y dolorosas consecuencias para numerosas familias de este país; muchas de
las cuales aún no reciben justicia y, lo que es peor, todavía no saben del paradero de sus seres queridos.
Por ello creemos que en esta conmemoración del Golpe militar que quebró la trayectoria democrática de nuestro país, la memoria es una exigencia para reconstruir un país sobre bases sólidas, con lucidez y esperanza.
Han pasado 50 años, y aún no conseguimos la paz que es fruto de la justicia, justicia que ha sido escasa y que, por lo mismo, mantiene al país lleno de heridas. Sin justicia es muy difícil que logremos la paz. Por lo tanto, insistimos en invitar a quienes todavía tienen información sobre el paradero de los detenidos desaparecidos la den y dejen ver la verdad. Solicitamos también al Poder Judicial que siga haciendo todo su esfuerzo en esta tarea tan fundamental de hacer justicia; es importante no sólo para las familias afectadas sino para lograr la tan deseada y necesaria reconciliación y convivencia pacífica. Con tristeza sentimos que como Iglesia chilena nos hemos empobrecido en nuestra voz profética, la que fue vital en aquel momento. Pastores, consagradas y consagrados, laicas y laicos, comunidades cristianas que acompañaron al pueblo de Chile en los tiempos de dictadura, nos dejaron un gran legado de compromiso que no hemos sabido ni querido continuar. Nos unimos al dolor profundo de una reparación que aún no ha llegado para todos, todavía suenan las voces de ¿dónde están?; aún caminan por las calles de manera libre muchos de los que ocasionaron la tortura, la desaparición o la muerte de nuestros hermanos y hermanas.
Nosotras, mujeres seguidoras de Jesús torturado en la Cruz del Viernes Santo, tenemos la profunda convicción de que hacer memoria es tarea de todo el país, y clamamos con fuerza y determinación: ¡NUNCA MÁS! Nunca más permitir en Chile experiencias como las vividas hace cincuenta años, y para eso exigimos especialmente a los actores políticos y sociales de nuestro pueblo que vivan conductas que aporten a la verdad y la justicia.