Inundaciones en espacios urbanos y rurales: siete sugerencias desde la Geografía
28.08.2023
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28.08.2023
Integrantes de la Asociación de Geógrafas Chile detallan en la siguiente columna para CIPER algunos de los principales desafíos que hoy enfrenta la gestión de riesgos y planificación territorial: «En un país como Chile, no educar sobre el riesgo es exponernos», recuerdan.
Las inundaciones y remociones en masa (aluviones y deslizamientos) ocurridos en las últimas semanas en territorios urbanos y rurales de Chile nos plantean desafíos y reflexiones como geógrafas, considerando que somos un país de múltiples amenazas socionaturales, los que en su mayoría surgen de intereses políticos particulares.
Insistimos en la construcción sociopolítica del riesgo: autoridades y reguladores deben ser conscientes de la geografía de los espacios donde inmobiliarias y constructoras están hoy edificando. Sin embargo, lo que hemos visto en estos días deja en evidencia la persistente negligencia de quienes redactan normas y leyes, o quienes están a cargo de planificar, fiscalizar y sancionar a quienes lucran con el dolor y la inseguridad.
Quisiéramos compartir reflexiones ante las interrogantes más frecuentes frente a sucesos como los de estos días, y que tanto han afectado a familias chilenas.
¿Por qué se inundan los territorios rurales?; ¿acaso será todo responsabilidad del cambio climático? Si consideramos que el riesgo de desastres se produce sociopolíticamente, tendríamos que cuestionarnos el rol de los instrumentos de planificación y ordenamiento territorial, de inmobiliarias y constructoras, en asignar un uso urbano a espacios históricamente naturales o agrícolas de alto dinamismo climático y ambiental. Esto último permite observar cómo la urbanización desmedida, justificada por la crisis de vivienda en Chile, dificulta y/u obstaculiza la circulación de históricos canales de regadío, esteros y/o quebradas.
¿Por qué, si tienen mayor poder de pago y supuesta capacidad de mitigación para hacer frente a la seguridad en sus condominios, se inundan también las clases medias emergentes y altas? La desregulación del uso de suelo sobre ecosistemas frágiles y no aptos para el desarrollo inmobiliario, afecta a diversas clases sociales y a ecosistemas de alto valor ecológico. Las inundaciones han visibilizado que el agua no solo empapa a los grupos más pobres, también a las clases medias que se han empobrecido desde la pandemia. Pero aunque los desastres no discriminan por clase social, existe una efectiva diferencia entre quienes pueden movilizarse para reclamar el derecho al territorio y la urbanización segura, y quiénes no tienen el poder de hacerlo. Basta observar la atención en medios y entre autoridades que ha tenido lo sucedido en el sector norte del borde costero de Reñaca con el edificio que presenta peligro de derrumbe, en comparación con la que obtienen aquellas familias dedicadas a la agricultura, que con esfuerzo compiten con grandes agroindustrias y han perdido sus fuentes de trabajo.
No sorprende que el sistema frontal haya producido socavones al costado del edificio Kandinsky de Reñaca, con departamentos vendidos por casi 14.500 UF (más de US$600.000); en tanto este fue construido sobre un complejo dunario pleistocénico y relicto, que por naturaleza es un ecosistema frágil y en constante cambio, y cuya superficie ha disminuido por la evidente urbanización destinada a clases medias altas y grupos con mayor capacidad de pago. Impresiona la capacidad de carga que esos edificios han generado en las dunas. Nos preguntamos si acaso este proyecto ingresó al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, o de lo contrario en qué fase del proceso estará. ¿Los estándares ingenieriles y geotécnicos de construcción en Chile son suficientes para un territorio con múltiples amenazas geológicas y en un escenario de ebullición global?
Todo lo anterior nos lleva a plantear cuáles son los desafíos más urgentes en políticas territoriales. Lo ocurrido pone de manifiesto la importancia de mirar más allá de la superficie, y considerar la interacción entre planificación territorial, desigualdad y desastre. Dejamos a continuación las medidas que a nuestro juicio resultan prioritarias:
1. Actualización y /o realización de estudios de riesgos: en Chile, la elaboración de estudios de riesgos fundados es cuestionable. Cuando se realizan, no se incluyen todas las amenazas socionaturales ni se hace un análisis integrado de ellas, ni menos se consideran medidas de adaptación al cambio climático. Son necesarios cambios normativos, tanto en la escala del riesgo, como en las áreas de impacto de un riesgo de desastres.
2. Planificación de territorios rurales: las inundaciones que han afectado a condominios rurales y terrenos con fines agrícolas dejan en evidencia las consecuencias de la parcelación desmedida, coincidiendo con la megasequía. Se hace necesario materializar con urgencia la Política Nacional de Desarrollo Rural, pues por medio de la subdivisión predial orientada al desarrollo inmobiliario se pone en riesgo la vida de personas cuyo sueño de una casa propia se verá pormenorizado ante eventualidades climáticas.
3. Debe supervisarse que todos los proyectos inmobiliarios ingresen al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, o bien instar a los municipios a revisar en qué fase del proceso se encuentran; especialmente aquellos edificios que dentro de Chile se han construido sobre dunas, zona de quebradas o lechos de río, entre otros ambientes frágiles.
4. Busquemos soluciones basadas en la Naturaleza, e integremos al desarrollo urbano los servicios ecosistémicos, para así adaptar, mitigar y crear sociedades sustentables y resilientes. Un control de laderas efectivo exige asumir que vivimos en un país con múltiples amenazas, y que por lo tanto es clave cuestionarse qué especies arbóreas apoyarán el control y la estabilización de laderas. En el mismo sentido, las llamadas «infraestructuras verdes» o «azules» permiten retener desbordes de ríos o la interacción de las desembocaduras (un ejemplo concreto es el del Protocolo de barra de Cáhuil). Eduquemos en el riesgo de desastre. Desde nuestro trabajo cómo geógrafas observamos que las mujeres tenemos mayor percepción de riesgo y de cómo enfrentarlo.
5. En cuanto a institucionalidad, es urgente que ministerios como el de Agricultura o Bienes Nacionales asuman o comprendan que deben tener un rol de liderazgo frente al riesgo de desastres. La gestión del riesgo no es solo competencia del MINVU o de SENAPRED.
6. Debemos reconocer las actuales condiciones climáticas y la necesidad urgente de una planificación territorial acorde con éstas, legislando en torno a la gestión de los ecosistemas con una visión integrada y diversa, que contemple el territorio como un conjunto. Resulta urgente la redacción de una ley de costas para Chile, que contribuya a la protección de los ecosistemas costeros y contemple una gestión integrada de aguas.
7. Educación temprana y constante sobre el riesgo de desastres. Reiteramos a los ministerios de Educación y de las Culturas que desde edades tempranas se debe enseñar en escuelas, centros de investigación, bibliotecas, medios de TC y redes sociales sobre prevención de riesgos socionaturales, considerando dimensiones basadas en género, etnia, origen, tipo de territorio habitado (rural, urbano, forestal, de cordillera, valle, mar, otros). En un país como Chile, no educar sobre el riesgo es exponernos.
Si realmente hay interés en avanzar, generar cambios y proteger, entonces es fundamental repensar la institucionalidad, promover la educación sobre el riesgo desde temprana edad y priorizar medidas de adaptación. En última instancia, enfrentar los desafíos que tenemos por delante requiere de una visión amplia y de un esfuerzo concertado para construir un futuro más seguro y resiliente. Debemos modificar esta lógica actual de reacción, considerando la multiplicidad de factores que intensifican el daño; al mismo tiempo que es necesaria la integración de las comunidades para lograr avances y revertir los impactos del riesgo, puesto que son ellas las que lo experimentan.
*Firman esta columna integrantes de la Asociación de Geógrafas Chile: Yasna Contreras Gatica, Beatriz Seguel Calderón, Camila Bello Soto, Camila Sepúlveda Molina, María Belén Araneda Riquelme, Bárbara Pizarro Cisternas, Loreto Tamburini, Gabriela Parraguez, María Consuelo Duarte Pérez, Cristina Bonilla Araya, Paula Olea-Encina, Pía Palacios Guajardo, Pía Soto Salazar, Gabriela Ulloa Contador