Por qué la propuesta de Republicanos altera la igualdad del voto
19.07.2023
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19.07.2023
Menos asientos en la Cámara de Diputados y menos escaños en cada distrito, tal como lo proponen hoy los consejeros del Partido Republicano, agudizaría la desproporción de representación entre regiones, entre otros efectos electorales que detalla la siguiente columna de Opinión para CIPER. [más de CIPER-Opinión, en #NuevaConstitución]
Los representantes del Partido Republicano en el Consejo Constitucional han insistido en hacer prevalecer el principio de la «igualdad del voto». De ahí que, por ejemplo, rechacen la idea de establecer correcciones para permitir una representación equilibrada de hombres y mujeres en el Congreso («paridad de salida»), pues estas pueden impedir que quienes obtienen más votos sean las que efectivamente resulten electas, en caso de existir mecanismos para que cada lista ceda cupos a una persona de la misma orientación ideológica pero de diferente sexo.
Lo curioso es que esta férrea defensa de la igualdad del voto no la aplican a otras formas de representación que sí alteran sustantivamente dicha igualdad. Pensemos, por ejemplo, en su propuesta de reducción de escaños (que además ha sido apoyada por la UDI). En efecto, el Partido Republicano ha sugerido reducir de 155 a 132 los asientos en la Cámara de Diputados, y además disminuir el número de escaños en cada distrito (de 3 a 5 asientos, y no de 3 a 8 como sucede hoy). Lo que se buscaría con esta reforma sería evitar la excesiva fragmentación entre sectores. En palabras de Luis Alejandro Silva, «los beneficiados son las regiones distintas a la Región Metropolitana. Hay un efecto descentralizador».
Ya la distribución actual de asientos de la Cámara de Diputados altera la igualdad del voto; es decir, no existe una proporción equivalente de electores en relación a los representantes que se eligen en cada distrito. Por ejemplo, cada diputado en el distrito 27 (Aysén) representa a aproximadamente 32.000 potenciales electores. En el distrito 4 es 1 diputado por cada 48.000 electores, y en el 28 la proporción es 1 diputado por cada 52.000 electores. En cambio, en el distrito 10 la proporción es de 1 diputado por cada 123.000 electores, en el distrito 12 es de 1 diputado por cada 127.000 electores y en el distrito 8 es de 1 diputado por cada 133.000 electores.
Las diferencias son, efectivamente, muy considerables. La Región Metropolitana, que tiene en total 5.862.179 electores (39,2% del electorado nacional), se encuentra efectivamente subrepresentada en la Cámara, dado que tiene solo 47 asientos (30,3%). Al diseñar el sistema se «metió la mano en la urna» y se permitió la sobrerrepresentación de algunos distritos, pero como una medida de evitar un efecto centralizador de las decisiones.
Lo que ahora propone el Partido Republicano agudizaría esta desigualdad. Supongamos que la medida propuesta no altera los 28 distritos existentes. Supongamos además que se establece un máximo de 5 escaños por distrito con un tope de 132 asientos en la Cámara. Bajo este escenario, mientras el distrito 27 quedaría con la misma proporción de 1 diputado por cada 32.000 electores, en el distrito 8 la relación sería de 1 diputado por cada 213.000 electores. La Región Metropolitana terminaría representando el 26,5% de la Cámara, cuando su población —ya lo dijimos— representa el 39,2% del electorado nacional.
Resulta obvio constatar, además, que la propuesta de Republicanos contiene un cálculo electoral: se reduciría el peso de la Región Metropolitana donde otras fuerzas políticas tienen mayores posibilidades de obtener asientos, y se incrementaría el peso relativo de aquellos distritos donde su sector tienen mayores opciones de crecer. De este modo, la reducción de escaños tendría un impacto directo en el tan mentado principio de la «igualdad del voto» que el Partido Republicano dice defender. Se podría discutir si resulta adecuada una medida que favoreciera a las regiones tal cual lo expone el consejero Silva. No obstante, lo que se debe explicitar es que esta reducción de escaños implica alterar significativamente el esquema actual, y que el voto no valdría igual para todos los ciudadanos.
Tan solo por coherencia argumentativa es algo que debemos reconocer. La propuesta de reducir asientos en la Cámara mete la mano en la urna, altera la proporción de representantes/electores y condiciona los resultados electorales futuros.