La realidad ignorada de la inasistencia escolar
04.07.2023
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04.07.2023
Las cifras de inasistencia escolar grave y riesgosa no sólo son altísimas hoy en el país, sino que no están siendo consideradas en su urgencia por el Mineduc, denuncia esta columna para CIPER que muestra datos recientes de un estudio al respecto a cargo de Acción Educar. Tan sólo uno de ellos: en los establecimientos que dependen de Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), 4 de cada 10 estudiantes no asistieron en abril pasado a más del 85% de las clases.
En el contexto de la recuperación de los aprendizajes y de los vínculos educativos perdidos por la pandemia y sus derivados —especialmente el largo cierre de escuelas, que en Chile alcanzó 259 días, en promedio [OCDE 2022]—, la asistencia escolar es un problema que adquiere aún más relevancia que antes. En la literatura, el impacto de la asistencia sobre el rendimiento académico ha sido señalado como positivo, e incluso más importante que otros elementos, como los hábitos de estudio y competencias innatas [CREDÉ et al. 2010]. En Acción Educar hemos monitoreado continuamente el estado de la asistencia escolar en Chile, proveyendo de información valiosa para la toma de decisiones en política pública. Nuestro más reciente estudio, «Reactivación educativa: estado de la asistencia, abril de 2023», entrega los principales hallazgos sobre la asistencia promedio y otros indicadores en el sistema educativo nacional. El informe estudia la asistencia a nivel individual, durante marzo y abril de 2023, de todos los niños, niñas y adolescentes en el sistema que recibe fondos estatales; utilizando para ello los datos administrativos del Ministerio de Educación (Mineduc).
La evolución de la inasistencia grave en el sistema regular durante lo que va del presente año muestra un aumento significativo tan sólo de un mes a otro: de 22,1% del alumnado nacional en marzo de 2023 a 29,6% en abril (el equivalente a 897 mil estudiantes) [GRÁFICO 1]. La inasistencia grave refiere a aquella situación en que el estudiante atiende a menos del 85% de las clases en el mes.
No es sólo la inasistencia grave la que nos preocupa. Se determina una categoría adicional: la inasistencia riesgosa, aquella en la que el estudiante, de faltar tan solo un día más en el mes, caería en inasistencia grave. En marzo de 2023, esta alcanzó a un 8,3% del sistema; y, al mes siguiente, a un 12,3%.
Dos factores motivan un análisis específico del fenómeno estudiado: (i) los nocivos efectos de la inasistencia sobre los aprendizajes y la formación de vínculos entre el estudiante y la comunidad educativa; y (ii) la necesidad de focalizar la política pública, considerando la escasez de los recursos fiscales.
Al desglosar los datos por dependencia administrativa, se observa una alta tasa de inasistencia grave en los establecimientos que dependen de Servicios Locales de Educación Pública (SLEP). En ellos, 4 de cada 10 estudiantes están en la situación descrita, lo que resulta gravísimo. En el resto de las dependencias, la situación es mejor, pero aún grave (33% en municipales y 27% en particulares subvencionados).
Respecto a un año previo (abril de 2022), en la mayoría de las regiones del país aumentó la inasistencia riesgosa, y en cinco (Tarapacá, Atacama, Coquimbo, Metropolitana y Magallanes) lo hizo la inasistencia grave. En Atacama, lamentablemente, uno de cada dos estudiantes ha asistido a menos del 85% de las clases durante el mes estudiado.
¿Qué tan persistente es esta realidad? El análisis de los datos muestra que un 56,7% de los estudiantes que presentó inasistencia grave en marzo se mantuvo en esa situación durante abril. En otras palabras, 377 mil alumnos chilenos han presentado inasistencia grave durante ambos meses estudiados. Son estudiantes que están en riesgo importante de desvincularse de su comunidad educativa.
En resumen, hoy se tiene una asistencia promedio que esconde una realidad gravísima: hay cada vez más estudiantes con inasistencia grave, y los planes de recuperación escolar que ha planteado el Ministerio de Educación no están recogiendo estos datos. Más bien se insiste, erróneamente, en que la asistencia está en una mejor situación que en los meses de pospandemia.
Hay consenso en que la valoración de ir a la escuela es un determinante fundamental de la decisión de asistir. Involucrar a padres o tutores, profesores y estudiantes en crear vínculos fuertes dentro de la comunidad educativa puede ayudar a que los últimos incrementen su asistencia y disminuyan el riesgo de deserción escolar. De esto depende el futuro de quienes hoy asisten al sistema educativo. La autoridad educativa debe actuar en consecuencia.