Agobio y salud laboral entre trabajadores de la Educación
12.06.2023
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12.06.2023
Tanto estudios como la pauta noticiosa evidencian un momento de alto estrés para el trabajo docente en Chile. Dos investigadoras del tema analizan en esta columna para CIPER la realidad de la labor educativa pospandemia: «Hemos visto un aumento del agobio, pues la tarea docente se ha transformado y no se cuenta con espacios organizacionales para pensar de manera colaborativa sus desafíos.»
La interrupción de clases por la pandemia COVID-19 permitió preguntarnos por la salud mental de las profesoras y los profesores de Chile. Como en pocos países del mundo, las condiciones políticas y sanitarias nos dejaron casi dos años con clases a distancia, lo que generó una transformación de la labor docente desde un trabajo presencial a uno remoto. Las escuelas desplegaron su creatividad para llegar a sus estudiantes, no sin la sobrecarga que significa crear y reinventar sus prácticas. En el año 2022 se retoman las clases presenciales en todo el país, y una realidad diferente ha emergido en los establecimientos educativos.
La salud mental de las y los profesores se vio afectada por factores tales como la responsabilización e intensificación del trabajo, el debilitamiento de los vínculos laborales y el sentido colectivo de la docencia. El trabajo no presencial impulsó la pretensión de una reinvención docente que, junto a los efectos del confinamiento y distanciamiento social, puso en evidencia las brechas sociales, políticas y económicas preexistentes de los últimos años [FIGUEROA y GONTIJO 2021, pp. 95-128; LÓPEZ et al. 2022]. Además, el retorno presencial a clases implicó nuevas maneras de relacionarnos y de convivir en los espacios educativos marcados por situaciones de violencia escolar y dificultades en la convivencia entre estudiantes y docentes [Ibid.].
Ante este escenario, los problemas estructurales de la educación chilena, sus violencias e inequidades y su fuerte foco en la medición más que en el acompañamiento quedaban al desnudo con más fuerza. Este tema se vuelve aún más relevante considerando las demandas actuales del Colegio de Profesores en torno al agobio y la violencia en las escuelas. La noción de agobio se compone de dos partes: tanto la sensación de alto estrés constante, como las condiciones que lo producen. En nuestras investigaciones hemos visto un aumento del agobio, pues la tarea docente se ha transformado y no se cuenta con espacios organizacionales para pensar de manera colaborativa sus desafíos. Continúa la misma estructura laboral prepandemia (muchas horas en sala, poco tiempo para planificar y decidir sobre las prioridades de las comunidades educativas), y a ello se suma el temor de los equipos directivos y docentes a las pruebas estandarizadas.
Se está tratando de cumplir con los resultados de aprendizajes en las distintas asignaturas y niveles evaluados para tener las menores consecuencias posibles. Entonces se corre, se estrecha el curriculum y se realizan actividades focalizadas en el rendimiento, y no en nivelar y cuidar pedagógicamente a las y los estudiantes.
Aunque el agobio es una percepción subjetiva, es un problema grave para la organización escolar; y lo/as docentes enferman cada vez más. Según información entregada vía Transparencia, hubo en la RM un aumento exponencial de las licencias médicas presentadas en el período 2021-2022, con al menos ocho comunas arrojando un alza porcentual sobre el 200% [TRALMA 2022].
Para conocer las condiciones que agobian a los trabajadores existe el Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales de la Superintendencia de Seguridad Social, el cual se basa en conceptos modernos de la organización del trabajo que incluyen la justicia organizacional, la participación y la colaboración, analizando los factores que influyen en el estrés de los empleados. Según la medición, lo que más afecta a las trabajadoras de la educación son las exigencias psicológicas, el apoyo social en la organización, la calidad o el estilo de liderazgo, y el tener que compatibilizar trabajo y familia. Evidentemente esta doble presencia entre lo doméstico y lo laboral afecta en mayor medida a las mujeres, debido a las exigencias culturales. Asimismo, considerando los estudios del MINEDUC podemos agregar a la lista: una carga de trabajo excesiva, demandas contradictorias de las jefaturas hacia sus trabajadores, falta de claridad sobre las funciones que se desempeñan, constantes problemas de comunicación, deficiente gestión de los cambios en la organización, una comunidad escolar fragmentada, relaciones interpersonales donde el respeto y los límites se han perdido, situaciones de acoso, agresión y violencia [Ministerio de Educación 2023].
Entonces, ¿por dónde van las salidas?
Se requiere realizar un acuerdo nacional por un sistema moderno de gestión de las organizaciones escolares que deje atrás el sistema de rendición de cuentas con altas consecuencias. El actual sistema de aseguramiento de la calidad de la educación nada dice sobre el bienestar de los trabajadores para que puedan enseñar mejor, pese a la enorme evidencia científica que vincula salud docente y calidad educativa. Un informe de la UNESCO de 2017 ya señalaba a Chile como uno de los países con más mediciones estandarizadas y menos avances en mejora escolar. Esto ha sido erradicado de los países con mejores indicadores educativos, donde los esfuerzos se ponen en el acompañamiento a las escuelas que tienen resultados de aprendizaje deficientes en función de sus propósitos educativos y de sus propios estudiantes, y no de los estándares ideales que pueden alcanzar, eventualmente, ciertas escuelas selectivas.
Por otra parte, las formas de acompañar no implican integrar más especialistas, sino entregar tiempo a los profesionales para que puedan transformar su trabajo hacia uno más pertinente y contextualizado a las metas y tareas propias de los establecimientos. En sistemas educativos exitosos los resultados de pruebas estandarizadas se utilizan para comprender cómo va el sistema, y no para informar a las escuelas. La ergonomía, en tanto ciencia que se ocupa del bienestar y la salud laboral, señala que una evaluación pertinente permite fortalecer la autonomía en el trabajo, aumentando la motivación gracias al sentimiento de autoeficacia y la satisfacción de hacer las cosas bien, lo que disminuye la sensación de agobio y mejora las condiciones de las trabajadoras y los trabajadores. No podemos seguir evaluando a las escuelas y sus docentes con instrumentos que buscan medir la progresión de las políticas públicas.
El año pasado, UNESCO presentó un programa pospandemia en el que lo/as docentes son protagonistas de una nueva educación. Invitamos a las comunidades educativas a revisar la Estrategia de Fortalecimiento de la Salud Mental en escuelas que coordina el Ministerio de Salud y el Ministerio de Desarrollo Social y Familia. Sugerimos revisar el Manual de Bienestar y Salud Laboral de los Equipos Educativos, dirigidos a todos los equipos técnicos y pedagógicos del país. Pensamos este documento con el objetivo de ayudar a las escuelas a cuidar a sus comunidades con las normativas actuales disponibles, mientras avanzamos hacia una educación que luche contra la desigualdad y que acompañe verdaderamente a sus trabajadoras y trabajadores.