#7M: La «sexta lista» de los votos nulos y blancos: ¿Una nueva desigualdad política?
16.05.2023
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16.05.2023
«La histórica cifra de votos nulos o blancos refleja una nueva mirada a la desigualdad territorial del malestar político», es la hipótesis que plantea el autor de esta columna para CIPER, cientista político y académico, a partir de la observación de este fenómeno en los resultados de la pasada elección por consejeros constitucionales: «Por un lado, existe un patrón territorial sólido de este “desencanto electoral” […]; por otro, coincide con tres tipos de causas: pobreza urbana, menor participación electoral previa y tendencias progresistas.» [más de CIPER-Opinión, en #NuevaConstitución]
Una de las grandes sorpresas de los resultados electorales del pasado domingo 7 de mayo fue la suerte de «sexta lista» que apareció con la gran cantidad de votos nulos y blancos emitidos. La del 7-M es, de hecho, la elección con más votos nulos y blancos [en adelante, VVN/B] desde la vuelta a la democracia. En 1997, la elección de diputados había arrojado una cifra de 17,5%, pero esta elección la superó por 4 puntos porcentuales. Tal como conceptualizan Joignant, Fuentes y Morales [2016], el malestar hacia la representación política se puede entender con tres ‘D’: desconfianza, desaprobación y desafección. A ello debe sumársele un nuevo tipo de votación obligatoria con inscripción automática y bajo una crisis social aún no resuelta.
El voto nulo y blanco no se distribuye equitativamente en todo Chile. Como muestra el MAPA 1, existen varias comunas que en la reciente elección a consejeros constitucionales muestran más de un 20% de VVN/B, pero es mayor su porcentaje en zonas extremas y aisladas del territorio nacional. De hecho, en un número importante de comunas, este tipo de sufragio es mayor a la votación de cada una de las listas o candidaturas independientes.
¿Existe una geografía para el voto que no es válidamente emitido? ¿Cuáles son sus posibles causas ante una nueva desigualdad territorial de esta expresión política? A continuación, realizaré un análisis espacial del voto nulo y blanco a través del Índice Local de Morán, buscando autocorrelacionar cada comuna con sus tres territorios comunales más cercanos. De esta manera, se espera determinar patrones espaciales de este tipo de sufragio. Posteriormente, entregaré pistas sobre posibles causas de este fenómeno electoral, a través de seis variables: pobreza comunal, participación en la segunda vuelta presidencial, y cuatro tipos de votaciones (Apruebo de entrada, candidatura de Gabriel Boric en el balotaje, y las listas del Partido de la Gente y Chile Seguro en la última elección de consejeros constituyentes). Finalmente, realizaré una breve conclusión que nos permite acercar a una hipótesis sobre la existencia de una desigualdad territorial en la expresión política del voto nulo y blanco.
Tal como se ve en el MAPA 1, existen algunas comunas (como Tocopilla, Chaitén o Rapa Nui) en las que al menos 3 de cada 10 electores votó nulo o blanco. Este dato es algo inédito en la historia electoral desde la vuelta a la democracia. Sin embargo, es interesante analizar patrones espaciales más amplios que permitan dilucidar una geografía de este tipo de sufragio. Para aquello, utilicé el Índice Local de Morán o Local Index Spatial Autocorrelation (LISA, en su sigla en inglés) que busca correlacionar el voto comunal entre sus tres comunas cercanas.
El MAPA 2 muestra que la autocorrelación espacial del voto nulo y blanco es significativa. Es decir, existen patrones espaciales que pueden explicar territorialmente este tipo de sufragio. En las comunas con alto porcentaje de VVN/B, rodeadas de territorios con similar votación, se puede observar su concentración en el norte de Chile y la zona austral. No es casual que sean territorios históricamente rezagados a nivel administrativo y político. A su vez, el patrón espacial en el norte explicaría la pérdida del bastión electoral del PDG. Por otro lado, las comunas que concentran un bajo porcentaje de VVN/B están en el sector oriente de Santiago y en algunas comunas de la Región de la Araucanía. Estos sectores son predominio de la derecha, tanto tradicional (Chile Seguro) como radical (Partido Republicano).
Una vez que se dibujó una geografía del voto nulo y blanco, hay que explorar sus posibles causas, tanto sociales como políticas. Vale aclarar que «correlación no implica causalidad», pero estos datos sirven para entregar una primera aproximación del alza de los VVN/B, más allá de la explicación del nuevo tipo de sufragio (voto obligatorio con inscripción automática). Como muestra la IMAGEN 1, realicé seis tipos de correlaciones significativas (o relacionadas) en tres grupos de explicación: desigualdad política (pobreza y participación electoral en la segunda vuelta presidencial de 2021), votaciones progresistas (apruebo de entrada y votación de Gabriel Boric en el balotaje de 2021) y listas afectadas por los patrones territoriales expuestos anteriormente (Partido de la Gente y Chile Seguro). Cada una de las variables fueron testeadas por tres grupos entre las cien comunas con más electores (línea roja), el resto de las comunas con menos población electoral (línea azul) y la totalidad de territorios comunales (línea morada), ya que se deben separar las comunas urbanas más pobladas para medir su impacto electoral [ALTMAN 2004; MORALES y CONTRERAS 2015].
En primer lugar, la desigualdad de la voz política es ampliamente estudiada para medir su impacto electoral [BARGSTED et al. 2017; TAPIA, DUARTE y MIRANDA 2021], pero poco analizada ante los votos que no son válidamente emitidos [NAVIA 2004]. Por un lado, aunque no hay correlación en comunas con menos padrón electoral, sí existe una relación entre pobreza y votos nulos-blancos. Es decir, a mayor pobreza urbana, mayor porcentaje de votos emitidos no válidos. Por otro lado, en la voz política con voto voluntario, a menor votación en la segunda vuelta presidencial, disminuye este tipo de sufragio. La inclusión obligatoria de grupos sociales autoexcluidos en las elecciones tendería a marcar nulo o blanco, especialmente en elecciones con poco interés. En segundo lugar, se comprueba esta tendencia en los tres grupos de comunas analizadas. A mayor votación del presidente Boric en segunda vuelta y apoyo al apruebo por una nueva constitución, aumenta la cantidad de votos nulos o blancos. No solo refuerza la tesis de una nueva desigualdad política, sino que podría tener una expresión electoral en comunas con tendencias progresistas.
Finalmente, se analiza las listas del Partido de la Gente y Chile Seguro (o Chile Vamos) debido a que son (o fueron) fuerzas políticas predominantes en los patrones espaciales mencionados del norte de Chile, sector oriente de Santiago y zona sur rural. Coincide y se refuerza la tendencia territorial de votos nulos o blancos con el apoyo a estos sectores políticos. Mientras el PDG pierde relevancia electoral con los VVN/B, la derecha tradicional tiene mayor éxito en comunas con menor cantidad de estos sufragios (especialmente en los territorios comunales urbanos).
Esta columna tiene la intención de relevar otra mirada al voto nulo o blanco. Si bien ha existido discusión contingente sobre esta sorpresa electoral, es interesante ver la distribución geográfica de esta expresión. Se muestran dos hallazgos claves que sería interesante discutir. En una parte, el voto nulo o blanco se expresó en varias comunas del país, por lo que existe un patrón territorial sólido de este «desencanto electoral»: mientras en el norte del país y la zona austral se expresa con mayor fuerza, la zona sur rural y sector oriente de Santiago aún conservan una gran cantidad de votos válidamente emitidos (con mayor tendencia política de derecha). Por otra parte, estos hallazgos coinciden con una mayor relación de los votos nulos o blancos en tres tipos de causas: pobreza urbana, menor participación electoral previa y tendencias progresistas.
En conclusión, dejo abierto a seguir discutiendo la siguiente hipótesis: la histórica cifra de votos nulos o blancos refleja una nueva mirada a la desigualdad territorial del malestar político. Existen sectores del país desencantados con la política nacional, ya sea en su trayectoria histórica o en la contingencia política. Esto deja un serio desafío para el sistema político: ¿cómo se reflejarían estos votos de «desencanto político» en próximas elecciones que tengan mayor interés en la ciudadanía? ¿Cuáles son las señales correctas que debe ofrecer el sistema político, tanto el gobierno de Gabriel Boric como el nuevo Consejo Constitucional? El nuevo fenómeno del «desencanto electoral» abre una caja negra para la vorágine electoral que hemos presenciado desde el plebiscito de 2020 y las demandas ciudadanas aún no resueltas del estallido social. Invito a seguir indagando en este tipo de votación que no es azar, sino una expresión política que se debe resolver. Tal como se hizo en 1997, esta cantidad anómala de votación por ninguna opción política en particular exige re-emerger el debate sobre el malestar o irritación social hacia el sistema político.