Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil: Veo, veo… ¿Qué ves? Alguien que no se parece a mí
03.04.2023
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03.04.2023
«Cuando un niño se ve reflejado en un cuento y logra identificar su historia o su pelo, su color de piel o su estructura familiar, el mensaje que recibe es que su experiencia de vida es tan importante que es digna de aparecer narrada en un libro.»
Justo en el momento en que CJ y su abuela Nana salen de misa, empieza el aguacero. Por suerte estaban preparados y se albergaron bajo el paraguas mientras esperaban la micro en uno de esos paraderos que no están cubiertos. En general, los niños disfrutan de la lluvia cuando es esporádica, pero para CJ, andar mojándose había sido parte de la rutina por cinco años, la totalidad de su existencia, así es que había un dejo de reclamo en su voz cuando le preguntó a su abuela por qué tenían que esperar la micro bajo la lluvia.
Nana, muy astutamente, tratando de embolinarle la perdiz le contó a CJ que «los árboles también sienten sed», y lo invitó a buscar las bombillas por las que los gigantes pardos toman agua. El truco funcionó porque CJ estuvo un largo rato mirando cada árbol a su alrededor, decidido a encontrar las famosas bombillas. Pero la magia duró hasta que un amigo de CJ pasó en auto mientras él y su abuela seguían esperando la micro. En ese momento, la pregunta se volvió inminente: «Abuela, ¿por qué nosotros no tenemos auto?».
El destino de Nana y CJ era el corazón de una población azotada por el abandono, la suciedad, los grafitis y los negocios clausurados. Contrastaba mucho con otros lugares que el niño conocía, entonces dejó escapar palabras cargadas de inocencia y genuina curiosidad, que la sociología, la historia, la antropología y otras disciplinas están constantemente tratando de contestar. Pero ninguna de las respuestas que se encuentran en la academia hubieran podido satisfacer a ese niño de cinco años, porque cuando la vida te obliga a frecuentar ambientes indeseables y hostiles, la imaginación es el salvavidas más efectivo para combatir la desesperanza. Y si bien la situación económica de Nana no le dejaba otra opción que asistir a comedores libres, en creatividad esa abuela era multimillonaria:
—¿Por qué este lugar está siempre tan sucio?
—A veces, cuando la suciedad te rodea, CJ, te hace apreciar mejor lo que es realmente bello—, le respondió Nana, mientras apuntaba al cielo en dirección a un arcoíris de colores intensos que apareció después de la lluvia.
Para quienes crecimos con la idea de que los cuentos de hadas y las historias de princesas son la norma en la literatura infantil, leer la historia de un niño que anda en micro y almuerza de una olla común es un cambio drástico, pero en la dirección correcta. Nana y CJ son los personajes principales del libro Última parada de la Calle Market, escrito por Matt de la Peña e ilustrado por Christian Robinson. El libro fue publicado en 2015 y ha sido reconocido con varios galardones de literatura infantil, como la Medalla Nowreby, que se entrega anualmente desde 1922 al autor del mejor libro infantil de Estados Unidos. El reconocimiento de De La Peña fue emblemático, no sólo porque era la segunda vez en la historia que el galardón era entregado por un libro ilustrado, sino también porque era la primera vez que lo recibía un autor latino. Pero lo más importante de este premio es que muestra la importancia de construir espacios de representación donde todos los niños y niñas puedan sentirse identificados. En el discurso de recibimiento del galardón, De La Peña compartió que sus experiencias personales explican la autenticidad de este cuento y la forma en la que logra crear un espacio para relatos que han sido históricamente ignorados por la industria de la literatura infantil.
El clamor y entusiasmo con el que fue recibido este libro muestra que hacen faltan historias como la de CJ. O como la de Pamela, que es una niña que no puede seguir estudiando porque su escuela rural llega hasta sexto básico. O la de Cristián que vive en un cité y prefiere aguantarse hasta llegar a la escuela antes de hacer la fila del único baño disponible para las siete familias que viven en su galpón. O la de Rosaline, que aún cuando está muy agradecida por los cuidados de su abuela, todos los días reza para poder viajar a ese país donde sus padres viven desde hace más de un año. Cuando un niño se ve reflejado en un cuento y logra identificar su historia o su pelo, su color de piel o su estructura familiar, el mensaje que recibe es que su experiencia de vida es tan importante que es digna de aparecer narrada en un libro. Está claro que tenemos una deuda pendiente con los niños y niñas que no se reconocen en las historias que leen, pero por suerte, autores como Matt De La Peña ya iniciaron la cruzada para remediarlo.