De Irak a Ucrania: imperialismo y Derecho Internacional
21.03.2023
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21.03.2023
«EE.UU. y Rusia esgrimieron el derecho a atacar preventivamente a un Estado adversario no solamente en ausencia de amenaza inminente, sino que basándose en hechos falsos; como que en Irak había ADM, y, en Ucrania, nazis…»
Ayer lunes 20 de marzo de 2023 se cumplieron veinte años desde que Estados Unidos invadió Irak. Hace casi un mes, el 24 de febrero de 2023, se cumplía a su vez un año de la invasión rusa a Ucrania. Aunque lejanos en tiempo, lugar y dinámicas, me parece un momento propicio para analizar ambos conflictos, los cuales comparten notables similitudes desde el punto de vista del Derecho Internacional (DI), fundamentalmente en dos sentidos que expongo a continuación:
(1) ambas guerras son ilegales ante el DI, el cual admite el uso de la fuerza de un Estado sobre otro sólo en dos circunstancias: mediando autorización por parte del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, o en ejercicio de la legítima defensa ante un ataque armado. Y ni la invasión a Irak ni aquella contra Ucrania han contado con autorización del Consejo de Seguridad.
¿Acaso han sido ejecutadas en el ejercicio de legítima defensa? Probablemente no exista duda entre los expertos en DI que la respuesta es negativa; simplemente, pues ni EE.UU. había sido atacado por Irak, ni Rusia por Ucrania. Sin embargo, los dos jefes de Estado al momento de esas invasiones, George W. Bush y Vladimir Putin, difieren en el significado de la legítima defensa, lo cual nos conduce a la segunda similitud entre ambos conflictos;
(2) en ausencia de autorización por el órgano legalmente estatuido para otorgarla, tanto Estados Unidos en 2003 como Rusia en 2022 recurrieron a maquinaciones teóricas de escaso valor jurídico, como es el concepto de la defensa preventiva ante ataques no inminentes (la amenaza inminente es uno de los elementos que suelen considerarse necesarios para ejercer válidamente la legítima defensa).
EE. UU. sostuvo, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que Irak poseía armas de destrucción masiva (ADM), y que Saddam Hussein podría utilizarlas contra dicho país o facilitárselas a terroristas para que lo hicieran. Para evitar la materialización de la eventual y futura amenaza, Bush afirmaba que era necesario sacar a Saddam Hussein del poder, y establecer instituciones democráticas en Irak. Como es sabido, Irak realmente nunca poseyó ADM. A mayor abundamiento, Michael Ignatieff, un influyente político y experto en relaciones internacionales, afirmó en su momento que la verdadera motivación de EE.UU. para invadir Irak no era el establecimiento de una democracia, sino mantener poder e influencia en Medio Oriente.
Putin, por su parte, en el discurso ante la televisión rusa mediante el cual anunció la invasión de Ucrania, señaló que la expansión hacia el este de la OTAN reporta una amenaza para la seguridad de su país, especialmente con el crecimiento de la influencia occidental en Ucrania. Afirmó que era indudable que Crimea, anexada por Rusia, sería atacada por nacionalistas antirrusos, lo cual requería defensa preventiva. Anunció además que Rusia proporcionaría defensa a las —supuestamente independientes— República Popular de Donetsk y República Popular de Lugansk, reconocidas por Rusia justo antes del conflicto y respecto a las cuales se habría ejercido la legítima defensa colectiva, en aplicación de tratados suscritos entre dichos países. Tal como los intereses geopolíticos explicaban Irak, Rusia entiende que Ucrania es parte de su «tierra histórica», y que tiene una suerte de autoridad sobre ella, lo cual parece ser el verdadero fundamento para la guerra.
En suma, EE.UU. y Rusia esgrimieron el derecho a atacar preventivamente a un Estado adversario no solamente en ausencia de amenaza inminente, sino que basándose en hechos falsos; como que en Irak había ADM, y, en Ucrania, nazis que querían la destrucción de Rusia. Lo más llamativo es que, al momento de sus ataques, ambos países invasores decían contar con el respaldo del DI, pero la mayor parte de la doctrina internacionalista niega la existencia de un derecho a atacar preventivamente a otros países frente a amenazas no inminentes.
Que las dos décadas que en estos días se cumplen de la invasión a Irak nos permitan obtener las lecciones correctas: cuando se trata de torcer la legalidad internacional, no debiese haber bloques ni ideologías que nublen nuestro juicio, ignorando los males de un país para solamente condenar al otro. Esto es hoy aplicable a la dramática situación en Ucrania, como también a lo que eventualmente pueda suceder en Taiwán, amenazada por una retórica agresiva por parte de China. El poder tiene formas similares en todas partes.