Tres propuestas contra la catástrofe del fuego
15.02.2023
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15.02.2023
«Si se está preparado y se toman medidas previas, los incendios forestales del futuro podrían ser mucho más reducidos, menos frecuentes y no constituir verdaderas catástrofes nacionales», comenta un ingeniero forestal en columna para CIPER: «Pareciera que este es el momento de asumir medidas definitivas de prevención.»
Se dice que Chile es un país de catástrofes, pero la verdad es que más bien carece de planificación de su territorio, y que muestra deficiente prevención y educación. Les echamos la culpa de lo que nos sucede a la Naturaleza, a los terremotos, a los volcanes, a los tsunamis, al cambio climático, a las especies vegetales, etc.; que son fenómenos que existen —hoy el cambio climático nos golpea con fuerza—, pero cuyos efectos se pueden mitigar o reducir.
Por ejemplo, Chile es uno de los países más sísmicos del mundo y a la vez somos un referente mundial en construcción antisísmica. Después del terremoto de 1960, se establecieron las primeras normas antisísmicas, consolidadas a partir de 1980. En nuestro país son muy pocos los edificios que se desploman con los terremotos de alta intensidad (como el 8,8 del año 2010). Y con el más reciente tsunami, el país tomó medidas de prevención en todos los bordes costeros.
Esto nos muestra que, si se está preparado y se toman medidas previas, los incendios forestales del futuro podrían ser mucho más reducidos, menos frecuentes y no constituir verdaderas catástrofes nacionales. Pareciera que este es el momento de asumir medidas definitivas de prevención. A continuación presento tres elementos claves para la prevención y mitigación.
1) LA PLANIFICACIÓN DEL PAISAJE FORESTAL. Este es uno de los problemas claves que determinaron los megaincendios de este verano. Las plantaciones forestales masivas aplicadas desde los años 70 en adelante generaron enormes superficies homogéneas y de continuidad del combustible o biomasa forestal. La planificación del paisaje de acuerdo a los diferentes clases de suelos permite tener diferentes usos, tales como cultivos, praderas, bosques nativos y plantaciones de diferentes edades. De esa forma se corta la continuidad del combustible o del combustible forestal, y se hace posible el control de los incendios. En la Región de los Ríos ya existe la experiencia: se ha realizado planificación del paisaje en cerca de cuarenta predios, con el apoyo de CONAF y las empresas.
Los megaincendios forestales muchas veces no son posibles de combatir en forma directa, y lo que hacen las brigadas de incendios es desviarlos hacia zonas de menor combustible, bosques recién plantados, praderas, bosque de baja densidad que poseen poco combustible y por lo tanto son lugares ideales para apagar los incendios. Para este efecto es necesario planificar el paisaje y generar un mosaico de usos de la tierra y de bosques de diferentes edades, especies, densidades, tamaños y formas [FIGURA 1]. Este es un trabajo de ordenación a nivel local, que deben ejecutar el Ministerio de Agricultura y CONAF.
2) LOS CAMINOS COMO CORTAFUEGO. Para proteger a la población local es necesario desarrollar una silvicultura distinta para los poblados rurales y ciudades, basada en bosques de manejo intensivo, de baja densidad y en el uso de cortafuegos. Estas actividades deben planificarse necesariamente a nivel local, ya que cada realidad es diferente. Los caminos deben ser planificados como cortafuegos; sus bordes deben estar libres de pasto seco y ramas en los primeros 30 metros, y luego otros 30 m. con bosques de baja densidad, con grandes árboles podados y dispersos, uno cada 7 a 10 m. de distancia entre sí.
Este mismo tratamiento de los caminos podría realizarse alrededor de cada centro poblado. La eliminación total del bosque alrededor de los pueblos y ciudades genera otros riesgos, como convertir esos espacios en basurales o derivar tomas de terreno, que vuelven a generar riesgo de incendios. Por otra parte, los árboles dispersos a orillas de caminos ayudan a bajar las temperaturas, y no deben ser eliminados.
Pero hay características especiales de cada centro poblado, como los vientos dominantes, la topografía y las fuentes de agua que deben ser analizados a nivel local por el servicio forestal, las empresas y los municipios. Es decir, se trata de un trabajo descentralizado dependiente de las condiciones locales cambiantes de expansión urbana e infraestructura.
La mantención de los cortafuegos para evitar su ocupación por pobladores o su invasión por pastos y arbustos es una tarea local permanente entre el municipio y la empresa. Estos bosques de protección pueden convertirse en áreas de silvopastoreo por parte de pobladores locales y de actividades agroforestales apoyadas por las empresas, lo cual implica un cambio profundo en la gestión forestal de las compañías, más cercana al territorio y comprometida con el desarrollo local.
3) EDUCACIÓN DE LA POBLACIÓN Y PREVENCIÓN DE INCENDIOS. El sistema de incendios en Chile ha incrementado bastante sus recursos los últimos años, aumentando la cantidad de aviones y equipos terrestres, la CONAF invierte anualmente cerca de US$100 millones, principalmente en aviones y, en menor medida, en brigadas de combate; las empresas forestales, una cifra similar. Los grandes déficit están en la educación y en la prevención a nivel local: los recursos que se invierten en ambas son mínimas.
Es necesario preparar a la población de las zonas forestales. La población rural desconoce elementos básicos de la dinámica del fuego, el rol del combustible, el oxígeno, el efecto de los vientos, la topografía, etc. Es necesario desarrollar programas de educación de adultos y de escolares, vinculados al programa de ciencias naturales o de física y química. A los adultos no se les explica cómo prevenir en forma práctica el incendio de las casas y centros poblados. Los incendios forestales solo se apagan los primeros veinte a treinta minutos, y por ello cada comuna forestal debería contar con una brigada voluntaria de combate de incendios. Coordinados por CONAF, podrían identificar las zonas de mayor riesgo y las fuentes de agua, y además contar con herramientas, transporte y equipos básicos, junto a protocolos de comunicaciones en coordinación con Bomberos, empresas y el sistema regional de incendios. Con una población educada se evitarían gran parte de los incendios por negligencia, y también se podría prevenir, en alguna medida, el ataque de pirómanos y gente que usa el fuego para generar terror.
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El cambio climático ya llegó, y estas que aquí indico son tres medidas básicas de prevención que pueden ponerse en marcha en nuestro país. Evidentemente hay otras que agregar, pero no podemos seguir lamentando catástrofes o megaincendios cada cuatro o cinco años, sino que es la hora de tomar medidas definitivas.