Énfasis y acomodos en la labor de la Convención

Casi concluido el trabajo de redacción de proyecto para una nueva Constitución, pueden ya analizarse los pesos y contrapesos que durante estos meses tuvo el debate al interior de la Convención. El autor de esta columna para CIPER detalla cálculos elocuentes sobre la distribución ideológica de los convencionales, los cuales representan un cambio profundo con las tendencias en la política chilena durante los treinta años previos.

  

Hace poco más de un año, en la columna «Y cambió también lo profundo» [CIPER, 18/mayo/2021] compartí un análisis de mi autoría con una estimación ex-ante del desarrollo que pronosticaba en la Convención Constituyente (CC) a partir de la distribución ideológica con la que esta había quedado recién conformada. El insumo de mi análisis de entonces eran las respuestas que los convencionales electos habían dado previamente a una encuesta del diario La Tercera entre candidatos a la CC. 

Ahora que la Convención está llegando a su fin quisiera compartir un nuevo análisis, esta vez con el insumo de las votaciones en las sesiones plenarias hasta la redacción del primer borrador de nueva Constitución (elaborado el pasado 14 de mayo). Como se verá, el resultado confirma sustantivamente lo que se había anticipado hace un año, referido al cambio profundo que este órgano representaba para la deliberación política en nuestro país («… cambia todo. Cambian las puertas que los negociadores van a tocar. Cambian los pasillos donde esas conversaciones se darán. Cambia todo eso de lo que está hecha de verdad la política y que sus practicantes se esmeran en esconder en estos tiempos de impostada transparencia […]. El terremoto en el establishment político es total y, esta vez, no sólo impacta a los gobiernos locales, sino que se apresta a plasmarse en las reglas constitucionales durante los próximos doce meses»).

¿Qué es lo que mostraban los datos para hacer afirmaciones así de tajantes sólo dos días después de la elección de constituyentes? El análisis mostraba que la CC tendría un desplazamiento radical hacia la izquierda con respecto a la distribución ideológica que había imperado en la democracia representativa chilena durante las tres décadas previas. Por ejemplo, si se ordenaba ideológicamente a sus miembros de izquierda a derecha, el votante mediano de la CC estaba en representantes del Frente Amplio; y el votante 2/3 de la instancia era del PS (Ricardo Montero). Eso ubicaba a lo que luego pasaría a denominarse Colectivo Socialista y al Frente Amplio como los grupos de mayor gravitación en el texto que finalmente saliera de la CC. El hecho de que el Frente Amplio estuviera en la mitad de la distribución ideológica y que dos tercios de los convencionales estuvieran a la izquierda del Partido Socialista, implicaba que, cuando empezara el juego constitucional, no sólo los convencionales que representaban a la derecha política irían a la banca, sino también que lo mismo pasaría con parte de los sectores de la centro-izquierda.
¿Fue así?

Una manera sencilla para evaluarlo es calcular la eficacia al votar de cada convencional; es decir, del total de votaciones ver cuántas veces ha estado un/a determinado/a convencional constituyente en el grupo ganador. El resultado se resume en el siguiente gráfico. 

 
 
Consistente con lo anticipado hace un año, los grupos que presentaron una mayor eficacia en la Convención fueron el Frente Amplio y la parte relativamente más a la izquierda de la lista del Apruebo que se separó de ésta para pasar a denominarse Colectivo Socialista. Los porcentajes de eficacia comienzan a disminuir hacia la derecha e izquierda de ambos grupos, siendo lo que quedó de la Lista del Apruebo y el conjunto de convencionales de derecha los de menor eficacia.

Un caso interesante de analizar ―y hago de paso una invitación a periodistas e historiadores a reconstruir esa historia cuando sea pertinente― es el del grupo Independientes No Neutrales (INN), quienes pese a no ser numerosos supieron escalar en posiciones de poder dentro de la CC adaptando sus posturas. Cuando dicha historia sea escrita, seguramente mostrará que ese grupo aprendió a negociar con el Frente Amplio y Chile Digno; todo lo cual, en términos ideológicos, llevó a algunos de sus miembros a una relativa izquierdización y a otros a la moderación respecto a sus posturas iniciales [ver el gráfico a continuación]. Seguramente, esta constatación será fuente de análisis sobre el proceder y futuro de la centro-izquierda en años venideros.

 
Si bien quedan algunas etapas para que la CC concluya el total de su labor, la propuesta de nueva Constitución ya está escrita en lo fundamental, pues la distribución ideológica de la Comisión de Armonización es prácticamente idéntica a la del Plenario; y, por lo tanto, no habrá grandes cambios de contenido. Cuán amarrada quede esa propuesta con artículos transitorios es lo que queda por saber del trabajo de la Convención. Si alguna incertidumbre persiste de cara al plebiscito del 4 de septiembre no está en la CC, sino en la alternativa en caso de rechazo. Es decir, la gran incertidumbre que falta por despejar es qué saldrá de las conversaciones que se han estado dando en aquellos pasillos en los que acontece la política por fuera de la Convención, esos que hoy por hoy conforman el poder constituido.