El sueño de un Ministerio del Mar
11.05.2022
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11.05.2022
«Quienes trabajan en la nueva Constitución y el gobierno entrante deberán sin duda atender la problemática marítima como un eje fundamental. Si bien en su tiempo la idea de un Ministerio del Mar fue una propuesta de vanguardia, existen experiencias interesantes en varios países que la han implementado.»
Hace algunos años escribí una novela titulada Carabela portuguesa (La Calabaza del diablo, 2013) y cuyo epígrafe era la cita de un discurso del presidente Salvador Allende: «Somos un país eminentemente marítimo, y vamos a crear el Ministerio del Mar». En aquel momento, me parecía que la crítica frontal al llevado y traído asunto de las salmoneras debía tener un formato de ficción diferente, quizás más alegórico; y de ahí la aparición de ese libro.
Cada mayo me embarga una sensación particular en torno a este tema, más allá de los discursos patrióticos que asoman en estas fechas. Nuestro mar, la costa de Chile. Ese milagro de la geografía, ese gigante de agua y sal que Neruda calificaba como una verdadera universidad, ese mar entrañable que baña al país insular; el mismo que contemplaron los lafquenches divisando a las cuatro ballenas que guiaban el alma de los guerreros hacia la zona espiritual, que encarna el espíritu de la tempestad en el Paso Drake, que esconde su espada de acero en el estrecho de Magallanes, que protagoniza nuestros puertos y caletas de norte a sur. Ese mar que ha sido tantas veces saqueado.
Las siete familias que controlan el mar han desarrollado un modelo extractivista, con escasas regulaciones y profundos daños medioambientales. La corrupta Ley de Pesca ha sido un paraguas que protege y legitima un sistema que atenta contra nuestra autonomía alimentaria, siempre en desmedro de una costa que nos pertenece a todos. Los grandes daños generados por la pesca de arrastre en la modificación de la morfología del fondo marino y sus correspondientes ciclos de nutrientes, la remoción de sedimentos y la turbidez del agua, sumado al menoscabo a la biodiversidad, invitan a que la problemática se convierta en una reflexión profunda como sociedad.
Los trabajadores de la pesca artesanal y sus familias son particularmente castigados en este contexto. Quienes trabajan en la nueva Constitución y el gobierno entrante deberán sin duda atender la problemática marítima como un eje fundamental. Si bien en su tiempo la idea de un Ministerio del Mar fue una propuesta de vanguardia, existen experiencias interesantes en varios países que la han implementado, tales como Indonesia, República de Corea, Canadá, Francia, Portugal y Mozambique. Así como la agricultura tiene su ministerio, es menester que nuestro océano también tuviese un rango similar. En el caso de nuestro país apunta esencialmente a una política de ordenación del espacio marítimo que implique áreas diseñadas y reguladas, tanto para la pesca de captura como de cultivo, capaz de dinamizar sistemas de logística y competitividad de productos pesqueros.
El mar es el horizonte de Chile y debiese ser objeto de un acuerdo nacional. Una costa privilegiada como la nuestra ofrece la idea de una conectividad efectiva y la creación de puertos de altura; instala la posibilidad de la energía mareomotriz, y la generación perentoria de fondos públicos para limpieza de basurales y residuos oleosos; posiciona a la zona austral como puerta de entrada a la reservas de agua dulce más grandes del planeta, entre muchísimas más propuestas. En casos específicos como estos, áreas que aparentemente no parecen tocarse como turismo, geopolítica o cultura encuentran una singular simbiosis.
Y, de manera especial, un rol axial en la educación. Habría que generar a través del territorio carreras técnicas ligadas al mar, y destacar desde la infancia una conciencia de que somos un país marítimo. Como escribe Andrés Sabella, el gran poeta de Antofagasta: «Entonces, el mar devoraba su ración de soledad. En la costa hablaban las arenas con su lengua de tiempo».
Así, cuando un niño se asome a su ventana en las mañanas para contemplar el oleaje en la caleta de pescadores más remota del país sabrá que el coloso que gobierna las mareas es su madre, es su padre, es su hermano, es su amigo, es su irrenunciable patria.