Cartas: Naturaleza, actividad económica y honestidad
09.05.2022
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09.05.2022
Señor director: Escribo a propósito de la columna «No hay desequilibrio entre vida natural y actividad económica», publicada recientemente en Ciper. Lo primero es acusar, y a la vez reconocer, el negacionismo sobre los recursos naturales imperante desde el dominio del fuego; pues en el momento en que se garantizó la subsistencia debieron haber sonado las alarmas que avisan de un desequilibrio natural, pues la Naturaleza funciona en armonía. Esta debacle comienza en una escala ínfima pero ascendente, hasta casi lo exponencial posterior a la famosa revolución industrial y su aparejado quiebre a escala geológica del equilibrio natural. Luego, como consecuencia, viene el segundo y peor error, el que consiste en desaprovechar cualidades innatas mucho más gratificantes que la hipersubsistencia; las que son inmateriales, del tipo emocional e intelectual. Contaminar y degradar el entorno implica la propia aniquilación de la especie (nosotros). Mal por dónde se le mire. Lo bueno es que salta a la vista cual es la enmienda: limitarse a lo natural o normal en cuanto a la subsistencia física, y expandirse al infinito en cuanto a la vivencia plena.
Efectivamente, sin naturaleza no existe la economía. La cuestión es que lo que coloquialmente se entiende como “Economía” es, en rigor, todo lo contrario: despilfarro de recursos naturales, vía contaminación y degradación del entorno, para obtener y vender cuestiones innecesarias. Es cosa de ver una ciudad, cualquier ciudad, pero sin el casi inconsciente filtro negacionista que a todos nos protege.