Cartas: Depresión y estrés postraumático en los infectados por Covid-19
26.04.2022
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26.04.2022
Señor director:
La OMS ha señalado que la variante ómicron del coronavirus, clasificada en la actualidad como variante de preocupación, es la que más circula en el mundo. Casi todas las secuencias del SARS-CoV-2 enviadas a la GISAID (iniciativa internacional para compartir datos genómicos del virus de la gripe y del SARs-Co-2) pertenecen a esta variante, que consta de varios sublinajes, todos ellos sometidos a vigilancia por la OMS. Los sublinajes más frecuentes son el BA.1 y el BA.1.1 En las últimas semanas, la proporción de secuencias notificadas de BA.2 ha aumentado con respecto al sublinaje BA.1, a pesar de que la circulación mundial de todas las variantes está disminuyendo. La investigación se refirió a las epidemias de enfermedades infecciosas que han tenido letalidad, y se ha observado un incremento del riesgo de problemas mentales, agudizando síntomas ansiosos, depresivos y de estrés postraumático en los infectados por Covid, así como entre sus familias y el personal de salud que los atiende.
La información actual sobre la pandemia cuenta con la particularidad de no tener precedentes en medidas tales como: el riesgo de contagio por personas asintomáticas, la amplia variabilidad en la gravedad de los síntomas de los infectados, las medidas de distanciamiento social implementadas en casi todos los países del mundo, las cuales han sido de larga duración y han llevado a problemas económicos y a cambios en la manera de trabajar, recibir educación, vivir en familia y relacionarse con otros. Todo esto hace impredecible el impacto real en la salud mental, y que sea imperiosa la necesidad de investigar sobre el tema desde varios ángulos.
La investigación en salud mental durante la pandemia es muy importante en Latinoamérica, donde la mortalidad por COVID-19 está entre las más altas del mundo y la frecuencia de condiciones de vulnerabilidad como la pobreza, el hacinamiento y dificultades en el acceso a los servicios de salud pueden hacer que el efecto sea muy distinto al que se pueda observar en otras regiones. Asimismo es necesario precisar las consecuencias psicológicas de quienes se han infectado, así como las alteraciones neurológicas a corto y largo plazo que pueden presentarse por la enfermedad. Es posible que el pronóstico de los trastornos mentales se vea afectado, y que incluso se incrementen las tasas de suicidio.
Adicionalmente, se ha propuesto la necesidad de un seguimiento a niños cuyas madres estuvieron infectadas durante el embarazo, por posibles efectos a largo plazo como los que han sido descritos para otras enfermedades virales.
Indudablemente quedan muchos temas por fuera, y es ésta la oportunidad para crear conocimiento que pueda utilizarse en un futuro para situaciones similares y evaluar nuevas formas de atención que podrían seguir usándose aún cuando concluya esta contingencia.