Cartas: Otra relación entre Economía y Sociedad para la Nueva Constitución
07.02.2022
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07.02.2022
Señor director:
Se trata de que la economía esté al servicio del desarrollo humano, y no que la sociedad esté al servicio de la economía. En nuestras sociedades contemporáneas, y más todavía en el contexto de modelos capitalistas neoliberales, la superespecialización funcional entrega el mando de la economía a las familias y grupos económicos que controlan las grandes empresas, bancos y financieras. También inciden los ministerios de Hacienda y los bancos centrales. Con ellos la toma de decisiones está dominada por las élites tecnocráticas que conforman los equipos de ambas instancias privadas y públicas. Los objetivos estrictamente económicos y técnicos predominan por sobre los sociales y culturales.
Cuando la sociedad y la cultura se anteponen a la economía es factible generar un círculo virtuoso de equilibrios en el cual la economía debe tomar medidas rectificadoras, regulatorias o intervencionistas a fin de evitar que no sean los intereses económicos de unos pocos los que salen ganando, así como introducir criterios de equidad, redistribución, solidaridad y respeto por la cultura y la naturaleza. No se trata de desconocer la importancia de la economía sino de acotar su ámbito de decisiones, y definir su relación con la sociedad. en el marco de un objetivo general superior, cual es el de garantizar el desarrollo humano en armonía con la naturaleza.
Se trata de superar el ethos de la ganancia por la ganancia y de la competencia y la depredación (de hombres y naturaleza) a toda costa, y sustituirlos por un ethos de la colaboración, la solidaridad y el cuidado.
No se niega la relevancia de los factores económicos, ni la importante función de la propiedad privada y los mercados: se redefinen sus características y funciones. No se niega la función decisiva que cumple la Naturaleza en la producción y en el consumo humano, pero la finalidad de buscar un desarrollo sustentable obliga a revisar los criterios económicos y de inversiones en sintonía con los ecosistemas, la biodiversidad y la etnodiversidad.
Cuando la economía se pone al servicio del bien común es factible generalizar la participación democrática en la toma de decisiones a nivel nacional, regional y local, y asegurar el desarrollo equilibrado de los territorios y las comunidades tomando en cuenta sus identidades, tradiciones y necesidades.
El objetivo del desarrollo humano integral, intercultural, sustentable y equitativo para un país como Chile es factible y deseable. Existen probadas experiencias históricas a nivel internacional, en las cuales hay una multitud de ejemplos de iniciativas que pueden considerarse para este objetivo. Pero lo central está en las opciones estratégicas que toma una sociedad. Cuando se discute y redacta la nueva Constitución se abre una oportunidad para que redefinamos el paradigma de desarrollo.
La conformación de un amplio consenso entre sectores sociales, políticos y culturales parece factible en la medida en que se trata de apuntar a una dirección histórica distinta a la que el país ha seguido durante las últimas décadas y que probadamente ha generado un descontento que llevó al estallido social de 2019. Tenemos la posibilidad de apuntar en otra dirección y evitar que a futuro se siga acumulando frustración porque ya sabemos a dónde nos conduce. La cultura de la violencia puede ser vencida por una nueva cultura de la convivencia y el objetivo de largo plazo del desarrollo humano, como el propuesto, decisivamente apunta en esa dirección.