Respuesta a entrevista realizada por CIPER Académico a la directora de CRHIAM, Gladys Vidal
24.03.2021
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24.03.2021
El autor de esta carta enviada a CIPER es socio fundador y CEO de Via Marina
Vea acá la entrevista a la que se hace alusión en esta carta: “La carretera hídrica es una medida de corto plazo. Es mucho esfuerzo y dinero, solo para regar pobreza”.
Concuerdo con la inmensa mayoría de su análisis y las conclusiones que deriva de ellos, sobre todo dada nuestra experiencia en Europa donde la gestión del agua se fundamenta desde más de un siglo en la gestión integral por cuencas a través de organismos públicos denominados Confederación Hidrográfica en España y Agence de Bassin en Francia, por ejemplo.
Sin embargo, tomo la libertad de disentir sobre algunos puntos de forma y de fondo: por muy secundarios que sean, no me parece oportuno dejarlos pasar sin reacción.
Sobre la forma, creo que la publicación no favorece el principal foco de la entrevista de repensar el derecho al agua en una discusión constituyente y tampoco lo refleja el título enfocado en la carretera hídrica. El resto del alegato, y pues el punto fuerte de la toma de posición de la entrevistada, se refiere al tema de las cuencas y las múltiples consecuencias tanto económicas como jurídicas, políticas, sociales, ecológicas que derivan de dicho tema. Cabe preguntarse el porqué de la elección de ese título.
Sobre el fondo, tengo las siguientes observaciones.
Se cita el caso de abastecimiento de algunas comunas de la Región del Biobío por camiones aljibe. Que sean las cuatro citadas u otras que están en la misma situación lamentable en esa región, no se trata de un problema de escasez de agua, sino más bien de un problema de falta de infraestructura (pequeñas conducciones locales o pozos a la profundidad adecuada) o de un problema de falta de derechos de agua. De hecho, en muchos casos, esas comunas son ribereñas del mismo río Biobío (Santa Juana y Hualqui) o de algunos de sus tributarios (Yumbel: río Claro). El problema pues no es hidrológico sino político, bien presupuestario, bien legal.
Referente a la carretera hídrica, se dice que ese tipo de proyecto “no conversa muy bien” con la “cuenca hidrográfica”. No se explicita si se refiere a los diferentes proyectos terrestres o a nuestro proyecto submarino. Como proponente del proyecto de Río Submarino Sur-Norte Chile, recuerdo que nuestro proyecto se fundamenta sobre el concepto de “disponibilidad” que se define como la diferencia (A-B) entre (A) el caudal físico real que llega a la desembocadura y (B) el caudal requerido por los ecosistemas tanto fauna como flora tanto del pequeño tramo del río restante hasta el mar como de la pluma del río en el mar, considerando todos los aspectos del tema, entre otros muchos los servicios prestados, por ejemplo para la pesca artesanal local. Dicho caudal (B) y la fracción de la diferencia (A-B) que se autorizará captar, se determinarán, en su debido momento, por el Estudio de Impacto Ambiental y las consultas ciudadanas y de pueblos originarios que requiere la legislación chilena. Si añadimos a ese procedimiento, una toma de agua respetuosa del medio ambiente y de la calidad de las aguas a transportar en nuestro tubo submarino, se puede concluir, sin ningún lugar a dudas, que nuestro proyecto sí conversa perfectamente con la cuenca hidrográfica, particularmente con la jerarquización que sugiere para asegurar la seguridad hídrica: “Agua para las personas, agua para los ecosistemas, agua para el desarrollo socioeconómico”.
Sin embargo, si bien el concepto de gestión hídrica por cuenca hidrográfica es absolutamente fundamental y pues necesario, no tiene que llevar a un regionalismo radical. De hecho, aplicando el concepto de “disponibilidad”, existen cuencas “con” disponibilidad en la desembocadura, donde las “demandas” locales (humana, ecológica y económica, retomando su jerarquización) no usan la totalidad del caudal local, cual es el caso de todos los ríos al sur del Maule, y otras cuencas “sin” disponibilidad en toda su extensión donde las “demandas” locales (tanto expresadas como potenciales para maximizar su bienestar y desarrollo social y económico) exceden su caudal local, cual es el caso de la totalidad de las regiones al norte del Maule.
Este hecho queda demostrado por el Estudio Corfo/UCh de junio 2019 que concluye a la existencia de una “disponibilidad” desde Valparaíso hasta Puerto Montt, principalmente concentrada en la desembocadura de cuatro ríos –Maule, Biobío, Imperial y Toltén–, de aproximadamente 1.000 m3/s, muy superior a la demanda nortina total prevista para 2050 en un escenario de crecimiento optimista, que se estima en 378 m3/s, lo que da un margen de 1 a 3 aproximadamente entre “demanda” y “disponibilidad”, el cual pudiera reducirse a un margen de 1 a 2, considerando los eventuales impactos negativos del Cambio Climático en el escenario más pesimista, según los recientes resultados del Balance Hídrico Nacional.
En palabras del Profesor Fernando Santibáñez de la Universidad de Chile: “… aplicar el concepto ya en uso en muchas áreas de la economía de los países, cual es el de la solidaridad territorial en base a las vocaciones de cada territorio. Así, por ejemplo, hay regiones en Chile que producen minerales en beneficio de toda la nación, aun cuando los impactos ambientales quedan en la región de origen. … Mañana los parques eólicos invadirán mayormente las costas y los solares las regiones del norte, produciendo energía para toda la nación”.
En esta lógica sistémica del desarrollo de un país, el agua no es una excepción. La profundización de la crisis climática podría llevar a una crisis hídrica que requerirá aplicar una lógica de “solidaridad hídrica” que no vulnere los derechos de los habitantes locales “proveedores” en beneficio de los “receptores”. Éste es un principio que debiera estar presente en toda actividad humana, en la búsqueda del bien común y el respeto a los derechos de unos y otros. De alguna manera, los desequilibrios territoriales, sociales o económicos, perjudican igualmente a unos y otros.
Porque si se llevara al extremo el “razonamiento” por cuenca, se podría llegar al “racionamiento” de las regiones nortinas donde las tres demandas deberían adaptarse a su insuficiente “disponibilidad” local. El Río Submarino aboga pues a favor del aumento de la “disponibilidad” local por equiparación interregional de toda la disponibilidad nacional, no de la limitación de la demanda. No responde a una directriz donde la demanda queda condicionada por la oferta que la abastece; su línea es más bien: “la oferta crea la demanda”. Se trata de “multiplicar los panes”, no de “disminuir los comensales”.
Aunque se realizara esa adaptación en orden inverso a la jerarquía citada más arriba, no solamente sufrirían las poblaciones de aquellas regiones nortinas, también todo Chile. Vale decir que, contrario a lo que se dice, nuestro proyecto no lleva a “regar pobreza” y sí a impedir que “la pobreza riegue Chile”.
Espero que la entrevistada y las prestigiosas instituciones académicas en las cuales participa, aporten su ciencia al diálogo que nuestro proyecto induce en la sociedad chilena acerca de “¿qué Chile para el 2050?”, con el fin que la respuesta que salga de dicho diálogo sea la más beneficiosa para su país.