CRONOLOGÍA DE UN ASESINATO EXPLOSIVO
Panguipulli en llamas
07.02.2021
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CRONOLOGÍA DE UN ASESINATO EXPLOSIVO
07.02.2021
Nunca en la historia de Panguipulli había pasado algo así. La noche del viernes 5 de febrero los vecinos de la ciudad sureña vieron arder los edificios de la municipalidad, del juzgado local, del registro civil y de varios otros servicios públicos y privados. Cinco horas antes un sargento de Carabineros había acribillado en una esquina del centro de la ciudad al malabarista Francisco Martínez, a vista y paciencia de todos. Nadie se lo esperaba, pero la rabia se expandió como la pólvora. Otra vez la policía uniformada está en el centro de un escándalo social, judicial y político.
Francisco Martínez Romero tenía 27 años y era un malabarista y un viajero. Nació en Santiago en agosto de 1993, su registro electoral figura en la comuna de Arica, y su muerte quedó estampada en los registros oficiales a más de 2.800 kilómetros de esa ciudad, en la sureña localidad de Panguipulli. Allí residía hace años y los vecinos lo conocían porque siempre estaba por las calles del centro haciendo malabares en los semáforos, y por lo general acompañado de dos perros.
Hacía malabares con machetes de hojalata y clavas circenses. También fabricaba artesanías, no le gustaba que le tomaran fotos y huía de la ciencia y la tecnología. Su hermana le dijo a CHV Noticias que tampoco le gustaba hablar por teléfono, por lo que no tenía contacto fluido con parte de su familia que vive al sur oriente de Santiago, en la comuna de Puente Alto. Su madre vive en Estados Unidos, y de su padre no hay rastro, ni siquiera figura en su certificado de nacimiento.
Francisco participó en marchas de protesta durante la revuelta social de 2019, y en las casas okupas de la Región de Los Ríos también era conocido como ‘Franco’ o ‘Tibet`. Su familia le dijo a los medios que Francisco padecía de esquizofrenia, y que no se trataba la enfermedad. Luego de que la tarde del viernes 5 de febrero cayera abatido en el asfalto caliente de una calle de Panguipulli producto de los balazos que le disparó un sargento de Carabineros, en la ciudad explotó la rabia. Pero antes de eso, todo parecía tranquilo en la comuna. Lo único inusual hasta ese momento era el calor. El sol pegó muy fuerte ese viernes en Panguipulli.
CIPER reconstruyó los hechos a partir de testimonios de testigos y de la revisión de documentos oficiales a los que tuvimos acceso. La información recogida de esos testimonios la cruzamos con los datos revelados por la Fiscalía en la audiencia de control de detención del carabinero acusado, y con el parte de la policía uniformada que dio cuenta del hecho. También analizamos los antecedentes recabados por la PDI en el lugar del crimen.
Fernando Silva, vecino de la comuna y empleado de una botillería del centro de la ciudad, regresa de una tarde en la playa y en la esquina de las calles Etchegaray con Ramón Freire ve a Francisco Martínez dirigiendo el tránsito. El semáforo de ese lugar no funciona y el malabarista se gana unos pesos. Por ahí también pasa Fernanda, una joven que participa de la Asamblea Territorial de la comuna. Ve a Francisco y lo saluda.
No era algo extraño. Los testimonios recogidos por CIPER coinciden en que todos en Panguipulli conocían al malabarista que vivía al menos hace tres años en la ciudad.
Durante el estallido social de octubre de 2019, Francisco Martínez se incorporó a la Asamblea Territorial Multicultural de Panguipulli, la organización social que se formó durante las protestas. Participó en las reuniones y en las marchas. Quienes coincidieron con él en ese espacio, dicen que su discurso era distinto al del resto. Creía en las conspiraciones, hablaba de los vampíricos y se declaraba vegano. No a pocos les llamó la atención que alguien que viviera en la calle tuviera esas ideas. Hablaba abiertamente de su enfermedad mental, y aunque no se medicaba, les decía que había dejado el alcohol y las drogas, porque le provocaban cortocircuitos.
En las marchas asumía un rol en la comisión de seguridad, encargada de defender la manifestación. En esas protestas nunca fue detenido por la policía, aunque en ocasiones relataba que era hostigado por carabineros durante las noches, y que alguna vez lo habían golpeado.
18 horas después de que vecinos lo vieran dirigiendo el tránsito, Francisco recibió 4 balazos en su cuerpo y cayó moribundo en la calle. El carabinero que le disparó arrancó en un auto policial y se refugió en la comisaría. Todo pasó muy rápido.
No pasaron ni 30 segundos desde que el sargento Juan González Iturriaga disparó la primera bala hasta que Francisco cayó al piso herido de muerte. Todo comenzó con un control de identidad.
El parte de Carabineros dice que a las 15:30 intentaron controlar la identidad del malabarista. La información en poder de la Fiscalía entrega más detalles. A esa hora el sargento Juan González Iturriaga, y los cabos primero Cristián Moraga y Jocelyn Carvajal, realizaban el “segundo turno de infantería”, que consiste en recorrer las calles del centro de Panguipulli, cuando se toparon con Francisco Martínez, quien hacía malabares en la esquina de las calles Pedro de Valdivia y Martínez de Rozas.
Según la declaración que entregaron los cabos Moraga y Carvajal, el sargento González le solicitó la cédula de identidad al malabarista, a lo que este le respondió que no lo tenía. Fue ahí, según esa versión, que el sargento le dijo que debía acompañarlo a la comisaría. Carabineros tiene la facultad de llevar a un recinto policial a quien se niegue a entregar su cédula, o a quien no la porte, según la ley de control de identidad aprobada en 2016.
Los carabineros dicen que en ese momento Francisco reaccionó de forma “prepotente” y que amenazó de muerte al sargento, levantando los machetes que utilizaba para sus malabares. Según los policías “con la clara intención de agredir al funcionario”. Fue ahí que el sargento González realizó dos disparos “hacia el piso”, y pocos segundos después, cuando Francisco avanzó hacia el uniformado, “este disparó en reiteradas oportunidades ocasionándole la muerte en el lugar”.
Esa misma escena quedó registrada en un video que circuló en redes sociales. Está grabado desde un automóvil. Allí se ve al sargento apuntando a Francisco, este le grita. Solo se escucha cuando le dice “paco asesino”, varias veces. En ese registro nunca se oye que Francisco amenace de muerte al carabinero. En el informe que tiene en sus manos la Fiscalía, elaborado por la PDI, se subraya que la versión de la amenaza de muerte es sostenida “exclusivamente” por los dos cabos que acompañaban a González Iturriaga.
Mientras Francisco le grita al sargento, este realiza el primer disparo. No queda claro si el policía apunta al piso o a las piernas. Se escucha que otras personas comienzan a increpar al uniformado. Viene el segundo tiro. Por el costado derecho de Francisco se ve al cabo Moraga con una planilla entre sus manos, no sabiendo qué hacer. El sargento González mira a su alrededor, alguien le lanza un proyectil e intenta esquivarlo, y comienza a hablar por la radio que porta en su pecho. En ese momento Francisco corre hacia él, y ahí se escuchan otros tres tiros. Fueron cinco los disparos, no cuatro como reporta el parte oficial (*revisar actualización al final del reportaje).
Un auto negro impide ver cuando Francisco recibe esas balas, pero el sonido de los tiros no deja lugar a dudas. Al instante otros jóvenes corren a atender al malabarista, que está tirado en plena calle. El sargento González corre hacia atrás con su radio colgando. El cabo Moraga algo le dice desde la vereda. Se mantiene distante. La cabo Carvajal no aparece en el video. Eso es porque estaba escondida en un negocio, según le dijeron a CIPER tres testigos que vieron cómo ocurrió todo.
Según los antecedentes que recopiló la PDI, cuatro de las balas disparadas por el sargento González impactaron en el cuerpo del malabarista. Una en el tórax, otra cerca de la parte baja del abdomen y dos más en la pierna derecha. Eso quiere decir que una de las balas disparadas por el carabinero antes de que Francisco se abalanzara contra él, hirió al joven.
La que habla es Natalia Peralta, técnico en enfermería:
“Nosotros estábamos con mi hija en la tienda Nativa cuando ella se percata que había un alegato afuera entre carabineros y un niño. Le habían pedido su carné. Él dijo que se llamaba Franco, que hace tres años trabajaba aquí en Panguipulli, y que no tenía carné. Que tenía doble nacionalidad, le dijo. ‘Me llamo Franco ¿y tú?’, ‘¿Cómo que tú?’, le respondió el carabinero”.
El audio de Natalia también se viralizó a través de redes sociales, y fue recogido por medios locales. Ella fue la persona que intentó reanimar a Francisco cuando estaba herido de muerte.
“Le dispara en un pie, después le dispara en el otro pie, y en el pecho. Tiene un disparo en el pecho, con salida de proyectil. Carabineros se subieron a la cuca y arrancaron, salieron corriendo. No pude negarme y gritar que era enfermera y sacar el cuerpo de la calle, junto a todos sus amigos. Ahí lo arrastramos hasta la botillería Oh, y traté de reanimarlo todo lo que podía, con todas mis fuerzas, hasta que llegó el SAMU. En el último control de su pulso yo ya sabía que estaba fallecido. Cuando llegó el SAMU ya no había nada que hacer. Carabineros ni siquiera cortó el tránsito de los vehículos”, finaliza Natalia.
Fernando Silva trabaja en la botillería Oh, la misma en cuyo frontis Natalia intentaba reanimar a Francisco. “Nunca había visto morir a alguien”, le dijo a CIPER. “En el momento que pasó todo yo estaba en la entrada de la botillería, y cuando sentí los primeros disparos, atiné a bajar la cortina, y se escucharon un par más, y ahí cachamos que él estaba mal”.
Silva dice que alcanzó a ver el rostro del sargento González Iturriaga después de los tiros. “Su cara estaba desfigurada, y el otro carabinero de atrás como que lo llamaba. Y había una carabinero mujer que se escondió en un negocio. En el momento ellos se tiraron a correr en dirección hacia la comisaría (…) Cuando él todavía no moría, la gente ya se estaba manifestando contra carabineros. Se formó un tumulto de mucha gente. Entonces no había nada qué hacer. La gente le decía ‘dale Franco, tú podís’. Yo vi que esa persona no quería morir”.
El fiscal adjunto de Panguipulli, Marcelo Leal, le ordena a la PDI que vaya al lugar para hacerse cargo de la investigación. A esa misma hora, en la 5ta comisaría, otros carabineros detienen al sargento Juan González por el “delito flagrante de homicidio”, según consta en el parte policial revisado por CIPER. La orden de la detención emanó desde la Fiscalía.
El sargento Juan González Iturriaga no era de Panguipulli. Se encontraba allí prestando apoyo como parte del “Plan Verano”, el que todos los años ejecuta Carabineros para reforzar la vigilancia en los balnearios.
Al momento de su detención los uniformados le requisaron el arma de servicio a González, y le tomaron declaración a los cabos Moraga y Carvajal. Horas más tarde, cuando llegaron a la comisaría los detectives de la PDI, estos también les confiscaron las armas a los dos cabos que participaron de los hechos.
Pasadas las cuatro de la tarde, Fernanda, una joven que participa de la Red de Mujeres de Panguipulli, organización que a la vez es parte de la Asamblea Territorial, se entera de lo que había pasado gracias a los chats de las organizaciones. “Mataron a un malabarista, y parece que era el Pancho”, ese fue el primer mensaje que le llegó. De inmediato se fue al centro de la ciudad.
“Cuando llegué no había pacos en el lugar. Estaba el SAMU con dos paramédicos al lado del cuerpo, el cuerpo estaba tapado y estaban esperando a que llegara la Fiscalía. Y así estuvo un par de horas. La gente se empezó a congregar. Llegó mucha gente, había alguna gente más alterada que otra. Había de todo, mochileros y habitantes de Panguipulli. Llegaron señoras de una feria artesanal y gastronómica que funciona en los veranos en la playa, que habían compartido con él esa misma mañana. Él ayudaba harto a la gente, era muy servicial”.
Fernanda dice que cuando volvieron los carabineros, subió la tensión.
“Llegaron los pacos de orden público y se pusieron al lado del cuerpo, que estaba en una esquina. Todo el mundo empezó a gritarles que se vayan. Era un piquete de, por lo menos, diez carabineros, y estacionaron un par de micros en las esquinas. Se notaba mucha ignorancia de ellos respecto de lo que tenían que hacer. Se ponían al lado del cuerpo, después intentaban salir, y todos gritándoles. Había personas mayores, niños, jóvenes, de todo. Nos trataron de sacar de ahí, y un carabinero me roció gas pimienta en la cara. Ahí muchos corrimos”.
Pocos minutos después arribaron al lugar familiares lejanos de Francisco que estaban en Choshuenco, un pueblo que está a 60 kilómetros al sur de Panguipulli. Ya había enfrentamientos entre carabineros y las personas que estaban en el centro de la ciudad. Cuando llegó la PDI, cerca de las 18:00, intentaron calmar los ánimos, pero Fernanda dice que la presencia de Carabineros lo impedía. El cuerpo de Francisco seguía en el piso, cubierto con un plástico naranjo que había traído el personal de salud.
Algunos minutos después los carabineros se fueron y el Servicio Médico Legal pudo retirar el cuerpo. Fernanda dice que en ese momento comenzaron a construir una especie de altar en el lugar donde había muerto Francisco, y donde todavía estaba su sangre. “La gente empezó a decir ‘saquemos todas las rosas de este pueblo’, y sacamos todas las rosas que había en la plaza. Otra gente empezó a traer pintura. Pasado un rato volvieron los carabineros con el zorrillo, y pasaron por encima de ese altar que habíamos hecho. Nos llenaron de gas lacrimógeno”.
Fernando Silva, el trabajador de la botillería, coincide en que la protesta fue subiendo su intensidad:
“Se empezó a juntar gente acá abajo en el mismo sector, cortaron la calle principal, Martínez de Rozas, prendieron fuego, empezaron a tirar cosas para quemar, y después empezaron con los semáforos, con los letreros, pero no supe en qué momento se fueron a la municipalidad. Después en mi casa, caché que era mucho. Se veía el cielo rojo, el humo. Todo partió en esa intersección donde yo te digo. Así se mantuvo mucho rato”.
La PDI no pudo realizar las pericias ordenadas por la Fiscalía, debido a los enfrentamientos entre carabineros y quienes reclamaban por la muerte de Francisco. Eso sí, los detectives le señalaron a la Fiscalía que no encontraron en el lugar los machetes que utilizaba el malabarista. Una persona que estuvo allí le dijo a CIPER que se los había llevado una mujer que estaba en la esquina vendiendo artesanías.
Este es el relato de una mujer que vive en los alrededores de la municipalidad de Panguipulli, y que solicitó resguardo de su identidad.
«Vi que empezó a llegar gente afuera de la municipalidad. Hubo movimiento de jóvenes, de chicos, pero yo no sé, no eran muchos. A las 20:30 empecé a sentir movimientos y fui a mirar. Vi que trataban de abrir las puertas. Estaban incendiándose las bancas. No tengo una cosa cronológica muy clara, porque la verdad es que estaba un poco nerviosa, estaba ocurriendo algo que acá no es habitual. Eran chicos jóvenes, algunos andaban con la cabeza tapada, con pasamontañas. Y de repente lograron derribar la puerta, y entraron. Entran estos jóvenes y salen con cualquier cosa. Salían con toldos, cosas por el estilo, tonteras. Tipo 21:30 tiene que haberse declarado el incendio, pero no estoy tan segura de la hora”.
La vecina está en lo cierto. CIPER conversó con uno de los bomberos que participó en la extinción de las llamas, y que pidió resguardo de su nombre para evitar represalias.
«A las 21.40 llegó la alerta de que se estaba quemando la municipalidad. Nosotros no pudimos asistir de inmediato, porque a esa hora Carabineros aún no tenía controladas las manifestaciones”. La vecina agrega que “en 20 minutos esa cosa era una hoguera”.
A esa hora más de una decena de compañías de bomberos intentaban llegar a los edificios que estaban en llamas. “No podíamos exponernos porque estaban tirando piedras y otros elementos contundentes”, recuerda el bombero que acudió al lugar.
A pesar de que el fuego consumía distintos edificios en la zona, las primeras acciones de bomberos se enfocaron en terminar con incendios más pequeños, como las bancas que estaban en llamas, mientras seguían a la espera de que Fuerzas Especiales pudiera neutralizar la acción de los manifestantes.
“Cuando se supone que estaba controlado llegamos hasta la municipalidad, pero no se podía respirar por las bombas lacrimógenas y todo el material particulado que había en el aire. Los Carabineros estaban como medios perdidos, se escondían detrás de nosotros, entonces cuando les tiraban piedras, nos llegaban a nosotros también”, agregó el bombero de una de las compañías de Panguipulli que llegó a controlar los incendios.
El objetivo de los bomberos era evitar la propagación del fuego a las casas que estaban frente a la municipalidad, ya que el edificio fiscal estaba completamente perdido, lo que pudieron lograr con éxito, ya que ninguna residencia resultó con pérdidas mayores. No ocurrió lo mismo con otros nueve edificios que resultaron dañados, entre ellos el del Registro Civil y el del Juzgado de Policía Local.
Las imágenes del municipio de Panguipulli en llamas aparecieron en medios internacionales como El País y The New York Times. Nunca los habitantes del balneario de la Región de Los Ríos habían visto una protesta de ese tipo. La vecina que vive cerca del municipio se lamenta: “Los que hicieron esto nos hicieron un daño a todos. Las casas aquí son todas de madera, todo cerca, esto podría haber sido un infierno”.
La Fiscalía inició una investigación paralela para encontrar a los responsables del incendio. El intendente de Los Ríos, Cesar Asenjo, lanzó la tesis de que se trató de una acción planificada: “Había planificación de los manifestantes, de los delincuentes. Actuaban en grupo, buscaban la forma de lanzar objetos incendiarios al recinto. La Municipalidad era un sitio sin cierres perimetrales, se tenía acceso por las dos calles principales. Por lo tanto hubo una organización de los manifestantes para poder destruir el edificio público”. La vecina que vive en los alrededores del municipio, y que presenció todo, no está tan segura:
“Yo creo que no habían más de 20 cabros afuera, entre los que entraban y salían. Yo vi a cabros entrando con bidones. Es que sabes lo que pasa, esta municipalidad tiene un subterráneo de piedra, y resulta que esa parte la rompieron. De ahí yo entiendo que sacaron combustible, porque después cuando pasó el incendio, los bomberos sacaron muchos bidones de ahí, porque parece que guardaban bidones de bencina para la máquina de cortar pasto o cosas así, guardaban utensilios de aseo. Yo no sé si los jóvenes venían con bidones de afuera o los sacaron del subterráneo. Pero de que rociaron, eso sí lo tengo claro”.
“Las casas amanecieron con pedazos de carboncillo. En el zinc quedó esta especie de ceniza. Hoy día me di cuenta que el techo estaba lleno de cenizas”, dice la vecina de Panguipulli.
El asesinato de Francisco Martínez generó una ola de indignación nacional, y la protesta que terminó con la municipalidad de Panguipulli calcinada y otros nueve edificios afectados por las llamas, recordó a punta de violencia que la tensión social evidenciada desde el estallido de octubre de 2019 sigue activa.
En noviembre de 2020 un adolescente cayó desde el Puente Pio Nono al cauce del Río Mapocho, en Santiago, durante las ya tradicionales protestas de los viernes en la Plaza Italia (o Plaza de la Dignidad, como la renombraron los manifestantes). La Fiscalía indaga a un carabinero que está acusado de haber lanzado al joven al río. Ese joven es sobrino directo de Francisco Martínez, según señaló su familia a la prensa durante el sábado.
Dos semanas después de lo ocurrido en el Puente Pio Nono, otro carabinero le disparó a dos adolescentes al interior de un centro del Sename, en Talcahuano. Eso gatilló la renuncia del entonces director general de la institución, Mario Rozas, quien había aguantado en el cargo mientras llovían las denuncias contra los uniformados por violaciones a los derechos humanos durante la revuelta. El asesinato del malabarista en Panguipulli reavivó las críticas a la institución. Líderes políticos de la oposición y dirigentes sociales pusieron sobre la mesa la necesidad de reformar, o bien de refundar, a Carabineros.
Durante la audiencia de control de detención del sargento Juan González, al mediodía del sábado 6 de febrero, el fiscal Marcelo Leal solicitó una ampliación de la detención, ya que la PDI no había podido terminar las pesquisas que le encargó por “toda la disuasión que Carabineros hizo a los manifestantes, lanzando bombas lacrimógenas en el sector que impedían la ubicación de los locatarios del lugar”. La audiencia de formalización del sargento se realizará durante el mediodía del lunes 8 de febrero, cuando ya estén los resultados de la autopsia del cuerpo del malabarista, y la PDI haya levantado la evidencia pertinente.
Hasta ahora Carabineros ha realizado una defensa cerrada de su accionar. Por medio de un video enviado a la prensa, el coronel Boris Alegría recalcó que la acción del sargento González Iturriaga, respondió a una “legítima defensa propia”. Argumento que, en un inicio, también esgrimió el alcalde de Panguipulli, Rodrigo Valdivia. En una entrevista con 24 Horas, afirmó que «en un principio, uno podría ver que es en defensa propia».
En todo caso, el alcalde ha realizado varias declaraciones distintas. En un inicio dijo que a él solo le importaba que se reestableciera el orden público. Pero con el paso de las horas dirigió sus descargos contra Carabineros: los acusó de haber realizado un control de identidad irregular y cuestionable, y de no resguardar los edificios municipales durante las protestas. Los trató de inoperantes.
El director del Instituto Nacional de Derechos Humanos, Sergio Micco, apuntó en Radio Cooperativa contra la policía uniformada, y dijo que sus declaraciones eran “precipitadas”, y que solo “solo contribuyen a aumentar una desconfianza pública que ya está instalada”.
El ministro del Interior, Rodrigo Delgado, condenó la protesta violenta y dijo lamentar la muerte de Francisco. Agregó que se le solicitó a Carabineros que entregue toda la información necesaria a la Fiscalía.
Mientras se sucedían las declaraciones públicas de partidos políticos y autoridades, en la calle se reavivaron las protestas. Durante la tarde del sábado, Carabineros reprimió una manifestación en la Plaza Ñuñoa, y ya durante la noche manifestantes atacaron con bombas molotov una comisaría en Maipú. También en esa comuna incendiaron una caseta de seguridad, y en Puente Alto quemaron un bus del Transantiago. También hubo protestas nocturnas en Peñalolen, Antofagasta y otras comunas del país.
En Panguipulli también siguieron las manifestaciones durante la despedida que le brindó la ciudad al cuerpo de Francisco Martínez. Mientras cientos de personas despedían con pétalos de flores al malabarista, un grupo se enfrentaba con Carabineros.
Fernanda, la joven que participa en organizaciones sociales de la comuna, relató a CIPER que realizaron una colecta para financiar los gastos de la funeraria y el traslado del cuerpo a Santiago: “A una de las personas que iba a ir con la funeraria a buscar el cuerpo, lo llamaron de la Intendencia y le dijeron que el gobierno se iba a poner con todos los gastos, pero eso no se aceptó, ni la familia ni las organizaciones lo aceptamos. Juntamos más de $1.000.000. $600.000 y un poco más para el traslado, y el resto se le entregó como aporte a la familia. La Funeraria Panguipulli se puso con el féretro”.
(*) ACTUALIZACIÓN (8 de febrero a las 21.30 hrs). Durante la audiencia de formalización del sargento Juan González Iturriaga, realizada durante la tarde del lunes 8 de febrero, la Fiscalía entregó nuevos antecedentes. Entre ellos, el fiscal regional de Los Ríos, Juan Agustín Meléndez, indicó que los disparos que salieron del arma del sargento fueron seis. También señaló que el último tiro que percutó el carabinero se produjo cuando Francisco Martínez ya estaba en el suelo, por lo que lo calificó de “injustificado”. Este tiro final hirió a la víctima directo en el corazón, matándolo de inmediato.
La Fiscalía confirmó, tal como señaló CIPER, que el malabarista ya estaba herido al momento de abalanzarse sobre Juan González Iturriaga. El fiscal agregó que los machetes que utilizaba Francisco sí tenían filo, por lo que podrían considerarse armas blancas.
Sobre la procedencia de los tres carabineros que participaron del control de identidad preventivo, como aparece consignado el procedimiento en el parte policial, se indicó que son de la Región del Biobío, y que estaban en Panguipulli desde inicios de febrero colaborando con el Plan Verano, que aumenta la dotación policial en los balnearios.
El juez de garantía de Panguipulli, Felipe Muñoz, descartó la solicitud del abogado querellante, que representa a la familia del malabarista, de decretar prisión preventiva para el sargento González y calificar el crimen como un homicidio calificado. El juez sí aceptó la solicitud de la Fiscalía e imputó al sargento González por un homicidio simple, a la vez que fijó la cautelar de arresto domiciliario total: “No se dan los requisitos, no es una persona que se vaya a fugar. No se pone en riesgo la vida de otras personas, tiene una familia. No se justifica el arresto domiciliario total ni la prisión preventiva”, aseguró el magistrado, quien también descartó la tesis de la legítima defensa, esgrimida por el defensor del carabinero acusado.
Puedes escuchar esta investigación aquí:
*Audio realizado por CarolinaPereira.de