Académico acusa desvinculación arbitraria de la UCN e incumplimiento de compromiso con Conicyt
18.02.2020
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18.02.2020
Mediante la presente vengo a denunciar públicamente que se han cumplido más de dos años sin que el rector de la Universidad Católica del Norte (UCN), el Sr. Jorge Tabilo Álvarez, dé respuesta a mi carta de apelación enviada a su rectoría en noviembre del 2017, a raíz de la no renovación de mi contrato académico, la cual se basó en argumentos falsos dados por su dirección.
A la fecha, pese a las distintas cartas y correos electrónicos enviados a las autoridades de la UCN, lo único que he recibido es silencio. Ya que es evidente que definitivamente no obtendré ninguna respuesta, entonces ejerzo mi derecho de hacer pública esta denuncia contra el rector y su dirección.
Resumamos los antecedentes. En 2014 me contactaron desde el Instituto de Investigaciones Arqueológicos y Museos (IIAM) de la UCN o Museo Arqueológico de San Pedro, con sede en San Pedro de Atacama, para ofrecerme ser parte del equipo de académicos e investigadores de dicha universidad. La fórmula era que tenía que postular con un proyecto académico al concurso estatal PAI (Programa de Atracción e Inserción de Capital Humano Avanzado) de CONICYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) y de obtenerlo, a los tres años que finalizara dicho proyecto, se me contrataría a tiempo indefinido y a jornada completa por parte de la Universidad. Así lo firmó este rector ante CONICYT, comprometiéndose a esta modalidad si se cumplía con los indicadores que serían evaluados dentro del programa (véase en el Anexo 1 este compromiso institucional y léase especialmente párrafo final, junto a la firma del rector).
Obtuve el proyecto y se inició el traslado con mi familia (tengo tres hijos) a San Pedro de Atacama. Trabajé como un académico más, aunque con un sueldo bastante menor que el resto de los colegas, asumiendo distintos tipos de tareas académicas y administrativas, las cuales realicé con el mayor compromiso y profesionalismo. Debo decir que en todas las áreas en la que estuve a cargo se cumplieron los objetivos definidos, obteniéndose importantes avances. Por ejemplo, como editor general de la Revista Estudios Atacameños se impulsó un proceso de modernización de ese medio, generándose mayor agilidad, profesionalismo y transparencia en los procesos editoriales. La revista obtuvo en ese período el puesto más alto en toda su historia en los rankings internacionales especializados, llegando a ubicarse entre las cinco más importantes del país, como la primera revista de Historia de Latinoamérica y entre las 50 más destacadas de arqueología en el mundo. La propia institución encargó incluso una nota periodística con esa noticia.
Al Instituto de San Pedro de la UCN (IIAM), en el cual trabajé por los siguientes tres años (2014 a 2017), lo conocía bien de cerca puesto que en él hice mi postgrado.
En paralelo a mis labores profesionales para la UCN apoyé de manera voluntaria a la Fundación Desierto de Atacama que trabaja a favor de los pueblos originarios de la zona. Mi labor en esa institución me generó problemas dentro del Instituto de San Pedro de la UCN, donde circularon versiones acerca de que las relaciones entre esta fundación y las comunidades indígenas era una “pantalla” y que en realidad mi trabajo en ella consistía en hacer Estudios de Impacto Ambiental (EIA) para la gran minería. Esta situación alcanzó tal notoriedad que me vi en la obligación de explicar durante un encuentro del Consejo Académico a qué se dedica la Fundación Desierto de Atacama (FDA), sus objetivos, metas, etc. Insistí en que la Fundación no ha participado ni participará en asesorías para EIA de la gran minería, por la razón ética de que su rol está enfocado exclusivamente en trabajar a favor de los intereses comunitarios locales y patrimoniales, los cuales son normalmente contrarios a los de la gran minería.
Junto con la molestia que causaba mi trabajo en la Fundación Desierto de Atacama, la UCN tampoco cumplió el compromiso de equiparar mis honorarios a los de otros académicos del IIAM.
Ante estas situaciones adversas, solicité que en un Consejo Académico y en presencia de la vicerrectora, Cecilia Hernández, se definiera cuál iba a ser la fórmula para aprobar la continuidad de los candidatos PAI. La señora Hernández comprometió su palabra ante dicho consejo, precisando que habiendo cumplimiento en la productividad académica de los candidatos, la vicerrectoría procedería a formalizar sus contrataciones. Pero no se cumplió la palabra empeñada por esa autoridad. Y tampoco el compromiso que había adquirido por escrito el rector Tabilo ante CONICYT en el mismo sentido, es decir, que se me contraría si se cumplían los objetivos de mi proyecto académico auspiciado por Conicyt.
El 27 de octubre del 2017 recibí una carta en la que se me informaba que no se me renovaría contrato para 2018, con el falso argumento de que mis antecedentes académicos tendrían un «cumplimiento de manera parcial» (véase Anexo 2, carta de despido). Inmediatamente, hice una carta de apelación indicando que esa información no correspondía con mis reales antecedentes académicos. Esos últimos tres años fue el período de mi mayor productividad académica, por lo que no había ningún argumento efectivo sobre el cual basar un supuesto incumplimiento.
Contrario a la posición de la universidad, estas son las palabras de cierre del proyecto PAI por parte del Programa Atracción e Inserción de Capital Humano Avanzado (CONICYT) de octubre del 2018: “En síntesis, estamos frente a una relación fracturada, no obstante, los antecedentes disponibles no son suficientes para entender el por qué se ha dado esa situación, que ciertamente ha derivado en la no contratación de un investigador que, de acuerdo a lo señalado en el informe, posee méritos de productividad científica acorde a los estándares esperados“.
Por más que fundamenté que mi productividad era muy superior a la norma de la UCN y el CNA, simplemente nunca recibí una respuesta. Ni la carta de CONICYT, que manifestó claras dudas sobre el proceso que me desvinculó y dejó establecido que sí cumplí con los estándares académicos de productividad, ni el hecho de haber sido el único investigador de ese instituto (IIAM-UCN) que obtuvo en los dos siguientes años el concurso académico FONDECYT REGULAR y patrocinado por la propia UCN, fueron suficientes.
Habiendo cumplido con todos los objetivos y metas propuestas (cuestión que fue refrendada por CONICYT) y sin haber recibido en estos dos años una respuesta de parte del rector Tabilo, a mi juicio queda en evidencia que aquello que verdaderamente está detrás de la no renovación de mi contrato laboral es mi trabajo en la Fundación Desierto de Atacama en favor de las comunidades originarias de la zona. Un rol que chocó con la cooptación de Universidad Católica del Norte con los intereses económicos regionales de la gran minería.