COLUMNA DE OPINIÓN
El camino de salida
13.12.2019
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COLUMNA DE OPINIÓN
13.12.2019
¿Cómo debe ser el líder que lleve adelante los cambios que el estallido del 18/O exige? Usando la encuesta “Espacio Público- Ipsos”, el autor señala que el 50% de los chilenos y chilenas valora un liderazgo empático y solo un 14% “la mano firme para combatir la violencia”. Esto es concordante con que el 68% percibe el estallido de octubre como un hito necesario para generar cambios. El gobierno, pese a que repite que “hemos escuchado a la ciudadanía” no logra generar empatía. Por el contrario, esa frase se percibe como vacía, pues sus acciones demuestran que no ha escuchado, escribe el autor.
La encuesta de Espacio Público e Ipsos da cuenta de la complejidad del momento que está viviendo Chile, en la que conviven sentimientos de esperanza y de temor en la población, los que se plantean como un desafío difícil de abordar por las autoridades. Pese a esta ambivalencia, el “estallido social” se percibe como un hito necesario para generar cambios en el país por un 68% de las chilenas y chilenos.
En el plano político, el desafío de conducción para llevar estos cambios a puerto implica dificultades en varios ámbitos, siendo uno de los más críticos el del estilo de liderazgo con el que se ejercerá la autoridad. El 50% valora un liderazgo empático para conducir un camino de salida a la crisis, por sobre otros atributos como el liderazgo para generar acuerdos (19%) y la mano firme para combatir la violencia (14%).
“Pese a esta ambivalencia, el 'estallido social' se percibe como un hito necesario para generar cambios en el país por un 68% de las chilenas y chilenos”.
La empatía es una cualidad que no se agota en un tono amable ni en una constante repetición de frases del tipo “hemos escuchado a la ciudadanía”. La empatía requiere acciones que se hagan cargo de las necesidades que está expresando la movilización. Por el momento, el lenguaje y la acción del gobierno no han podido reflejar lo que padece la gente, las dificultades de sus experiencias cotidianas que fundan el descontento. Esto implica que la expresión de esas dificultades no ha podido establecer una relación política positiva ni con el gobierno ni con las instituciones democráticas en general, inmóviles e incapaces de procesar sus demandas. Y esta sensación se acentúa cada vez que las vocerías del gobierno insisten en una frase que suena totalmente vacía: “los hemos escuchado”. Porque las acciones, e inacciones, demuestran que no ha sido así.
Las chilenas y chilenos perciben la ausencia de reacción ante el sufrimiento que se ha manifestado en el estallido. Una suerte de insensibilidad que se aprecia como un desapego no sólo cognitivo, también de distanciamiento ético hacia el sufrimiento que han expresado las chilenas y chilenos. Esto se manifiesta en la falta de reacción en atención a las demandas sociales, y también en la casi exclusiva reacción acotada con obstinación al ejercicio de la fuerza. Según datos de la misma encuesta, el 45% considera que Carabineros ha cometido excesos en muchos casos en los que no era necesario, y un 21% que Carabineros ha usado la fuerza incluso en algunas ocasiones donde no era necesario. Ante la visión crítica de amplios sectores de la sociedad hacia el actuar de Carabineros, la priorización de una agenda legislativa centrada en la seguridad parece no responder siquiera a una lógica de populismo penal, como se ha denunciado, sino simplemente al extravío del camino de salida a la crisis.
En esto también aporta la encuesta de Espacio Público e Ipsos, al permitir observar con claridad que las demandas más sentidas por la población son una reforma a las pensiones (51%), a la salud (28%), y el aumento del sueldo mínimo (38%). Estas tres demandas no han sido abordadas con la suficiente profundidad y sentido de urgencia por parte del Gobierno, pudiendo estar ahí una respuesta de conexión política con las motivaciones más sentidas de las movilizaciones.
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