Aula Segura: la mediatización de políticas públicas
17.10.2018
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17.10.2018
El proyecto Aula Segura ha generado una atractiva discusión en la agenda pública sobre el rol de las escuelas en la disciplina formativa y el tipo de enfoques que pueden utilizar las comunidades educativas para enfrentar hechos de violencia. Sin embargo, más allá del proyecto en sí y sus implicancias para las escuelas, un aspecto especialmente interesante del caso es la creciente utilización de lógicas mediáticas en la elaboración de políticas públicas. Este fenómeno, que ha sido llamado por algunos investigadores “mediatización”, no es nuevo y ha sido materia de análisis de la investigación en comunicación hace por lo menos una década. Sin embargo, pocas veces podemos verlo en la práctica como en este caso.
La mediatización implica en un primer nivel que la esfera política, con el fin de ganar visibilidad e influencia en la agenda pública, debe recurrir a una serie de tácticas propias del mundo mediático, por ejemplo, teatralización, preeminencia de la imagen, simplificación, generalización, storytelling, emotividad, foco en el conflicto, etc. Esto lo vemos recurrentemente en política cuando se intenta “vender” una determinada legislación (y las ideas fuerza que la sustentan) para así lograr convergencias en su apoyo, tanto de otros políticos como de la población en general.
Para esto, gobiernos, partidos y políticos intentan captar la atención de los medios y a su vez, los medios, utilizando lenguajes y gramáticas propias, intentan construir narrativas de esa particular legislación o política pública. Narrativas que, muchas veces, pero no siempre, están ligadas a la visión política-económica de los dueños de esos medios. Así, medios y política se retroalimentan en una relación bidireccional que, sin embargo, está mediatizada, en términos de cómo se visibiliza y comunica una particular política o legislación.
Lo común es que la pregunta entre legisladores y políticos sea “¿cómo ´vendemos’ esta legislación?”, usando para ello estrategias comunicacionales. Pero el proyecto Aula Segura nos ejemplifica que la mediatización comienza antes, durante la etapa de planificación de políticas públicas. Es decir, ahora la pregunta es: “¿cómo ´nos vendemos` a nosotros mismos?”, usando para ese propósito una legislación que dé respuesta a un tema de interés mediático.
De esta manera, la definición de políticas públicas tiene en su origen a la agenda pública instalada por los medios como catalizador. Esto implica que la dimensión legislativa, antes entendida como exógena a los medios, ahora tiene un carácter endógeno a ellos.
Volviendo al caso de Aula Segura, el fenómeno es que luego de algunos incidentes de violencia entre activistas escolares y carabineros, ampliamente difundidos por los medios de comunicación, el gobierno y sus autoridades del Ministerio de Educación han decidido que un proyecto para cambiar algunos aspectos en los procesos de expulsión y las atribuciones de las escuelas (redefinidos hace muy poco con la Ley de Inclusión Escolar), será su prioridad en materia de legislación escolar.
Es decir, el gobierno ha resuelto que un proyecto de alcance especialmente limitado, pero que goza de alta visibilidad mediática debe ser prioritario. Así, el país se encuentra discutiendo un cambio legislativo circunscrito a situaciones muy particulares y específicas, y no aspectos del debate más convencional sobre política educativa, como por ejemplo, iniciativas para el mejoramiento escolar, prácticas de enseñanza-aprendizaje, estructura del sistema escolar, habilidades para el siglo XXI, entre otras.
En cualquier caso, los desafíos de la mediatización implican no circunscribir el análisis meramente a las decisiones del gobierno o legisladores, pues los medios también juegan un rol, quiéranlo ellos o no, que hay que atender. Sobre todo, si el propósito es hacer más eficiente, equitativo y representativo el proceso de diseño de políticas públicas para construir una mejor democracia.
Así, una pregunta atendible, tomando en cuenta el contexto actual de mediatización, sería: ¿qué podemos exigir a los medios en términos de cobertura y enfoque, por ejemplo, en temas educativos? Y aunque estamos lejos de tener una respuesta única y completa, sí sabemos que la mediatización de la política es un fenómeno simbólicamente interactivo y co-articulado, en que lo mediático, cultural y político se fusionan, por lo que el rol de los medios debiera ser reexaminado, no en términos necesariamente prescriptivos, pero sí como elemento ético a considerar al momento de cubrir y encuadrar políticas públicas.
Finalmente, lo que realmente nos muestra la polémica por Aula Segura, es que la colonización del espacio político por el mundo mediático, aunque no es un fenómeno nuevo, está teniendo consecuencias directas en la definición y diseño de políticas públicas, lo que debiera ser materia de preocupación para investigadores, políticos, medios y la población en general. Especialmente, porque hoy la idea de deliberación de política pública no está sólo en el campo legislativo y existe un creciente proceso de gobernanza a través de (y con) los medios (tradicionales y nuevas tecnologías), lo que presenta nuevos desafíos éticos y normativos tanto para medios de comunicación y periodistas como para legisladores, políticos y gobierno, sobre todo en lo relacionado a potenciales casos de política pública que por diversas razones no son visibilizados por los medios.