¿Desempleo masivo de doctorados en Chile? Lo que dicen los datos
03.09.2018
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03.09.2018
Una de las más importantes inversiones públicas de los últimos años es la formación de capital humano avanzado. Un gasto que financian todos los chilenos y que se sustenta en la idea de que para crecer económica y socialmente, Chile necesita más y mejores cuadros científicos y académicos. Una encuesta hecha por una asociación de investigadores estimó que más del 12% de los doctorados estaba desempleado. La noticia encendió alarmas y debates. Los autores de esta columna analizan los datos y llaman a tener cuidado al interpretar estadísticas pues se pueden dañar políticas públicas centrales para el desarrollo. Y ponen el acento en lo que falta por discutir: ¿en qué áreas se requieren mayores esfuerzos a nivel de postgrado y cuáles son los impactos que se buscan generar a través de esta inversión?, entre otros tópicos.
En las últimas semanas, a raíz de la publicación de un estudio realizado por la Asociación Nacional de Investigadores en Postgrado (ANIP), donde muestran los resultados de su “2ª Encuesta de Inserción de Investigadores” [1], se planteó que el desempleo de personas con grado de doctor en Chile alcanzaría casi un 13%. Esta cifra, muy superior a la media nacional de 6,8%, generó una importante controversia tanto en redes sociales como en medios de comunicación masivos, los que publicaron reportajes y columnas de opinión tales como “Más de dos mil doctorados en Chile están sin empleo” [2] y “Solo pasa en Chile, ‘Doctores’ desempleados o boleteando” [3].
En medio de esta polémica, la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT), principal agencia pública encargada de entregar financiamiento para la formación de investigadores, entregó datos discordantes con los números de ANIP. En una carta al diario El Mercurio, el presidente del Consejo de CONICYT, Mario Hamuy, indicó que según los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en el Censo 2017 el desempleo de profesionales con grado académico de doctor en el país solo correspondería a un 2,5% y, según otro estudio de la propia comisión, entre los doctorados que obtuvieron una beca entregada por CONICYT existiría un desempleo cercano al 3,7%.
¿Quién tiene la razón? ¿Existe realmente una tasa de dos dígitos de desempleo entre los profesionales con el más alto grado académico en Chile, o en verdad se encuentran mucho más cerca del pleno empleo que el promedio nacional? La discrepancia entre un 2,5% y un 13% de desempleo evidentemente escapa a cualquier margen de error razonable, por lo que, tratándose de materias directamente relacionadas con ciencia, tecnología e innovación (CTI), llama la atención la ausencia de un análisis riguroso para intentar dilucidar la validez estadística de las conclusiones asociadas a cada estudio. En la tabla adjunta podemos ver algunas características del diseño de las encuestas que recogieron los datos en discusión.
Nombre de la encuesta/estudio | Año | Marco Muestral | Desempleo |
2° Estudio de Inserción de Investigadores de Postgrado (ANIP) [1]. | 2018 | Socios y socias de ANIP (690 personas), participantes en encuesta anterior (741 personas), investigadores e investigadoras en ciencias sociales (106 personas), base de datos de postgrado de la Universidad de Santiago de Chile (109 personas) y participación voluntaria a través de un link a la encuesta en RRSS y sitios web. | 12,9% |
Informe Final de Evaluación en el Marco de la Evaluación de Programas Gubernamentales (EPG). Programas Becas Nacionales de Postgrado y Becas Chile (DIPRES). [4] | 2017 | 8.395 doctores en la base de datos de ex-becarios de CONICYT. | 7,4% |
2° Encuesta trayectoria profesional con grado de doctor residentes en Chile (MINECON). [5] | 2014 | 7.981 doctores, obtenidos de las siguientes fuentes: SIES, CONICYT, MINECON, CORFO. | 3,6% |
Encuesta a 3.000 becarios CONICYT (CONICYT) | ? | No hay mayor información, solo lo indicado en la carta de Mario Hamuy. | 3,7% |
Resultados sobre empleabilidad doctorados CENSO 2017. (CONICYT – INE) [6] | 2017 | El marco muestral equivale al total de la población nacional. | 2,5% |
Lo primero que se puede observar, es que existe una convergencia en las cifras de desempleo cercana al 4% con un margen de +/- dos puntos porcentuales, exceptuando el estudio elaborado por ANIP, que se desvía notoriamente de este rango.
Si analizamos los marcos muestrales en el diseño de cada una de las encuestas, la realizada por la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda (DIPRES), se elaboró a partir de la base de datos de ex-becarios disponibles en CONICYT, vale decir, alcanzó a todo el universo de ex-becarios de doctorado con correo electrónico válido y con voluntad de participar, pero excluyó a quienes obtuvieron su grado de doctor de manera independiente o con apoyo financiero de otras agencias.
En el caso de la encuesta del Ministerio de Economía (MINECON), para generar el marco muestral se utilizaron datos proporcionados por CONICYT, el Servicio de Información de Educación Superior (SIES) y CORFO. Si bien la metodología también es sub-óptima, toda vez que se excluyeron registros sin correo electrónico validado y tuvo una tasa de respuesta voluntaria de menos del 20% del marco muestral, probablemente es más representativa que el sondeo de DIPRES al no estar limitada a ex-becarios CONICYT.
Por otra parte, la encuesta realizada por ANIP generó su marco muestral a partir de cinco fuentes no mutuamente excluyentes: la base de datos de socios y socias de ANIP (690 personas), los datos de contacto de los participantes en su encuesta anterior (741 personas), los datos de contacto obtenidos de investigadores en Ciencias Sociales (106 personas), la base de datos de postgrado de la USACH (109 personas) y todos quienes fueron reclutados a través de llamados en redes sociales. Es evidente que esta última encuesta posee un marco muestral sesgado, ya que no representa necesariamente a los ex-becarios de CONICYT, ni menos aún al total de investigadores con grado de doctor del país, y probablemente sobre-representa a quienes desean manifestar su malestar a través de redes sociales (sesgo de autoselección).
Finalmente, la encuesta del INE con motivo del Censo 2017, considera como marco muestral a toda la población nacional, es decir, incluye prácticamente a todos los profesionales con grado de doctor ocupados o desempleados en Chile. En consecuencia, y solo en función de los marcos muestrales, es evidente que las conclusiones extraídas de los datos censales son, con una alta probabilidad, mucho más precisas que las derivadas de los demás sondeos disponibles que incluyen muestras más acotadas o abiertamente sesgadas. Cabe señalar que, hasta ahora, no se han considerado los resultados obtenidos por el INE a partir de la Encuesta Nacional de Empleo y la Encuesta Suplementaria de Ingresos, las cuales también entregan información acerca de la ocupación de investigadores con grado de doctor [7, 8].
Otro elemento necesario para el análisis comparativo es la fiabilidad de la información que entregan los encuestados. El cuestionario del Censo, por ejemplo, contiene una pregunta acerca del nivel educacional más alto alcanzado, la cual puede inducir a error a profesionales del área médica que consideran su nivel de especialización como equivalente a un grado académico de doctor. La encuesta de ANIP tampoco está libre de este tipo de distorsiones, ya que es prácticamente imposible corroborar que todos quienes declaran voluntariamente tener el grado de doctor efectivamente lo posean. En este aspecto, las encuestas más confiables son las realizadas entre los ex-becarios de CONICYT y la de MINECON.
Un tercer elemento relevante en el análisis, son las conclusiones proyectadas a la población nacional derivadas de los datos recabados desde las muestras. Para poder establecer un dato válido y representativo del desempleo de profesionales con grado de doctor, es necesario contar con los factores de expansión adecuados que permitan proyectar la muestra a la población nacional. De todas las encuestas analizadas, solo el Censo 2017, aún con sus limitaciones, cuenta con los datos y la metodología suficientes para extraer conclusiones a nivel país.
Todo lo expuesto corrobora que el análisis y la comparación de conclusiones derivadas de distintas encuestas es un trabajo complejo y peligroso. Complejo, porque no es trivial comparar los valores de un mismo parámetro (por ejemplo, desempleo) obtenidos mediante encuestas con un diseño completamente diferente. Peligroso, porque las conclusiones que se extraen pueden errar el diagnóstico cuando la selección de la muestra hace imposible mapear los resultados a la población nacional. Lo más preocupante es que esta falta de rigurosidad se puede traducir en opiniones y propuestas de política pública que responden a un diagnóstico equivocado. Esto, a su vez, es fácil de instrumentalizar por grupos de interés como herramienta de presión para beneficio propio, aun arriesgando la implementación de soluciones deficientes, algo que debiéramos evitar en la discusión de políticas nacionales de CTI.
Es importante recalcar que ninguna encuesta ha sido capaz de capturar rigurosamente un panorama general acerca de las cifras de empleo y la calidad del mismo al que acceden los doctorados e investigadores [9] a nivel nacional. Una situación de aparente “pleno empleo” puede esconder condiciones de trabajo precario, jornadas parciales y labores que no necesariamente aprovechan la formación adquirida durante el postgrado. En esta tarea, las universidades podrían jugar un rol clave a través del seguimiento laboral de sus postgraduados, complementando los esfuerzos que puede hacer el Estado para levantar esta información por otros medios.
Finalmente, y más allá de las polémicas coyunturales, proponemos que, para resolver el tema de fondo, el foco de la discusión debe ponerse en aristas poco exploradas de las políticas de formación de investigadores. En particular, ¿cuál es el real propósito de formar investigadores a nivel nacional?, ¿en qué áreas se requieren mayores esfuerzos a nivel de postgrado?, ¿cuáles son los impactos que se buscan generar a través de esta inversión en CTI?, ¿son pertinentes los actuales programas de doctorado para generar estos impactos?, ¿corresponde al Estado asegurar la empleabilidad de los investigadores que contribuye a formar?
Creemos que aún no se ha realizado un esfuerzo serio para contestar estas preguntas ni para indagar el impacto efectivo que está teniendo la formación avanzada de científicas y científicos sobre el desarrollo integral de Chile. Esto debiera ser parte de una labor permanente tanto de las instituciones de educación superior como de las agencias que financian estas actividades, toda vez que gran parte de los recursos tanto para la formación como para la investigación a nivel nacional siguen siendo públicos. Este solo hecho debería ser suficiente para abandonar el voluntarismo y poner más y mejor ciencia en el análisis de temas tan relevantes para las políticas de CTI.
[1] https://www.anip.cl/encuesta-insercion-2018/
[2] https://www.latercera.com/tendencias/noticia/mas-dos-mil-doctorados-chile-estan-sin-trabajo/133791/
[4] http://www.dipres.gob.cl/597/articles-163122_informe_final.pdf
[6] http://www.censo2017.cl/microdatos/
[7] http://www.ine.cl/estadisticas/laborales/ene
[8] http://www.ine.cl/estadisticas/ingresos-y-gastos/esi
[9] Definición de Investigador según el Manual de Frascati http://www.oecd.org/sti/inno/Frascati-Manual.htm