Camaleón: Post Periodismo
13.09.2017
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13.09.2017
Camaleón, el cuarto libro de Javier Rebolledo, es una investigación periodística de primer nivel. No solo porque da a conocer hechos relevantes sobre nuestra historia reciente, entre los que figura la existencia del aparato militar que tuvo el Partido Comunista antes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez; o la denuncia de una estafa que habría hecho el actual presidente del PC Guillermo Teillier contra el protagonista de este libro. No solo por el personaje impresionante que saca a la luz –Mariano Jara-, el camaleón, el rey de la siniestra noche santiaguina de la dictadura y que le permite a Rebolledo contar un pedazo de la historia de Chile desde una perspectiva única, en la que se mezclan vedetes, agentes de la DINE que ofician de cobradores, preparadores de caballos y militantes comunistas que organizan la internación de armas de Carrizal Bajo.
El libro de Javier Rebolledo es una investigación de primer nivel, sobre todo, por la forma en que cuenta esto, por cómo contextualiza esas revelaciones. Por cómo, en aras de saber con precisión quién es Mariano Jara, el periodista se arriesga a moderar el impacto de las revelaciones que ha conseguido.
Es usual que en periodismo haya una relación entre la cantidad de datos que tiene un artículo y el efecto que produce. Pocos datos –como ocurre en una denuncia o en la vitrina de una tienda elegante donde se expone un solo zapato- hacen más fácil impactar. Muchos datos, muchos matices y voces, son la única forma de comprender. Pero el impacto se reduce.
Camaleón es un libro para comprender la complejidad y a la vez una reflexión sobre el periodismo en la época de la post-verdad.
En un contexto en que la clase política y empresarial aparecen metidas en muchas y constantes mentiras y corruptelas, los periodistas aparecemos como los salvadores de la patria. No me sorprende que haya dos candidatos presidenciales que sean periodistas”.
El libro tiene dos partes. En la primera está la historia, muy bien contada, de Mariano Jara, tal como la fuente la reconstruye. Emerge ahí el héroe que en las narices de la dictadura da cobertura a la resistencia que organiza el PC. Muchos periodistas habríamos terminado el libro ahí, en las peripecias que él relata. Cuando tenemos una historia como la de Mariano Jara una vocecita seductora nos dice al oído: “No preguntes más, no te arriesgues a que esto se desmorone; no dejes que la verdad eche a perder esta buena historia”.
En la segunda parte está la deconstrucción de la historia que se acaba de contar: Rebolledo chequea pieza por pieza la historia de Mariano, sin dar por cierto nada de lo que el entrevistado dice. El resultado es que la imagen del héroe que engaña a la dictadura, este Manuel Rodríguez moderno, adquiere matices; se vuelve también un prestamista, un vividor cuyas peripecias despiertan preguntas incómodas: ¿sus juergas con esos agentes son fingimiento o Mariano disfruta esas noches y esa compañía?
Pero en esta parte, Rebolledo hace más que chequear la historia de Mariano (lo que es, después de todo, lo que se espera de un periodista de investigación). Javier Rebolledo mismo se mete en el relato de cuerpo entero. Y así la vida del periodista comienza a correr como una música de fondo de la historia de su personaje. Mientras Rebolledo más logra saber de Mariano, mas sabe también de sí mismo, de cuál es su tarea y de los límites que esa tarea tiene. Lo que le ocurre al periodista influye en su capacidad de entender a su personaje, en la cosas que quiere creer y en aquellas de las que desconfía.
Con su entrada en escena Rebolledo sube un escalón en su esfuerzo por comprender la complejidad porque esboza las limitaciones que el periodismo tiene como herramienta para dar cuenta de los conflictos sociales y quienes los encarnan.
Voy a robar una expresión de mi esposa Marcela Ramos para catalogar este libro: es un ejemplo de post periodismo. Contra la post verdad, el post periodismo, decimos en mi casa. Y diría que este libro se sitúa en ese marco justamente por la segunda parte.
¿En qué consiste esto? Dicho en breve, en poner el acento en las preguntas, no en las respuestas. En tomar conciencia de que los temas complejos tienen muchas caras y que el relato periodístico se tiene que adaptar a esa complejidad, no al revés. Por último, que el esfuerzo periodístico no tiene como tarea descubrir “la verdad”, cosa imposible, sino disminuir las zonas oscuras, reconociendo que esas zonas siempre van a estar ahí: reconociendo que lo que se publica es cierto en un determinado contexto, pero que hay preguntas por hacer. Por último, que tras el reconocimiento de que hay cosas que no se saben, también hay información.
A los periodistas no nos gusta mucho la complejidad. Necesitamos títulos para nuestras notas. Decir algo claro. Forzosamente necesitamos sintetizar, reducir la realidad. Y solemos actuar como si la verdad fuera una cosa pequeña y caliente, una papa, que está escondida debajo de varias capas de mentiras. Por otra parte, nuestro relato no puede tener huecos, dudas. ¿Ha visto a algún periodista en la radio o en la televisión decir sobre algo “no sé”?
No saber está prohibido. Porque la idea que está extendida es que los periodistas sabemos la verdad exacta y sabemos cómo llegar a ella, pues poseemos métodos infalibles. Además tenemos coraje.
En un contexto en que la clase política y empresarial aparecen metidas en muchas y constantes mentiras y corruptelas, los periodistas aparecemos como los salvadores de la patria. No me sorprende que haya dos candidatos presidenciales que sean periodistas.
Lo que hace Rebolledo, en Camaleón, está en el polo opuesto de esta imagen y de esa forma de pensar.
Contra la imagen del periodista que lo sabe todo, o que siempre es ecuánime, el que aparece en Camaleón es un tipo que la pasa mal, que tiene miedos y convicciones, que quiere contar la historia pero no ser utilizado por su fuente, que cae detenido, se separa, llora por su hijo. No tiene métodos infalibles…Evita completar los vacíos para redondear la historia… Al final, en temas esenciales de la vida de Mariano y de la suya propia Javier dice la frase prohibida: NO SÉ”.
Yo hago un periodismo muy distinto al de Javier. Alguna vez, tal vez en la época en que trabajamos juntos en Siete+7 y The Clinic, me interesaron mucho los personajes y las narraciones atrapantes (tenía la ambición de escribir un reportaje que se leyera como Sabotage de los Beastie Boys). Ahora me interesa más la matrix, entender cómo funciona la estructura. Pero creo que coincidimos en algo: que las respuestas que obtenemos son siempre parciales y que si trabajamos duro y tenemos suerte, a partir de esas respuestas podremos hacer preguntas más precisas, lo que es un gran avance.
En el libro de Javier están los elementos de este post periodismo: lo esencial no es la respuesta que consigue sino la pregunta que cada respuesta abre. A medida que avanza su investigación Javier toma conciencia de que la verdad que obtenga no será completa, que los grados de incertidumbre usualmente son altos.
Contra la imagen del periodista que lo sabe todo, o que siempre es ecuánime, el que aparece en Camaleón es un tipo que la pasa mal, que tiene miedos y convicciones, que quiere contar la historia pero no ser utilizado por su fuente, que cae detenido, se separa, llora por su hijo. No tiene métodos infalibles. Está preocupado por la democracia y en ocasiones predica un poco, es inevitable. Pero sobre todo, hace preguntas. Evita completar los vacíos para redondear la historia, no lima los bordes para que encajen. Al final, en temas esenciales de la vida de Mariano y de la suya propia Javier dice la frase prohibida: NO SÉ.
Creo que Camaleón es un gran aporte, porque a fin de cuentas, el gran desafío que impone la post-verdad -las verdades a medias, las mentiras flagrantes, etc.- no es si existe o no la verdad.
Al menos desde la perspectiva de las personas el asunto realmente importante es ¿en quién podemos confiar?
Personalmente confío en el periodismo que Javier Rebolledo despliega en este libro. Un periodismo sin capa de superhéroe, que reconoce sus límites, que no renuncia a averiguar ni a hacerse preguntas y está consciente de que la realidad es, como lo dice su libro, camaleónica.
*El texto está basado en la presentación que hizo Juan Andrés Guzmán, periodista de CIPER, en el lanzamiento del libro de Javier Rebolledo.