¿Por qué no salimos a marchar por los niños y niñas del Sename?
02.09.2016
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02.09.2016
La sociedad se ha movilizado en los últimos años por diversas causas. Los ciudadanos salen a la calle con pancartas, motivados por luchas justas, en busca de sus derechos perdidos o transgredidos, con esperanza de ser escuchados por las autoridades para que les brinden alguna solución, para que les propongan un cambio.
La educación, la salud y las AFP han sido las últimas banderas de lucha, movilizadas en parte por noticias publicadas por la prensa nacional que han sido tanto sorprendentes como indignantes, como es en el caso del sistema de pensiones, responsable de pensiones bajísimas que no aseguran condiciones mínimas de vida para las personas jubiladas.
Otras noticias expuestas en los medios de comunicación en las últimas semanas informan sobre la situación de los niños y niñas del Sename. Específicamente, se han divulgado casos de fallecimientos de menores que no han sido debidamente informados e investigados, implicando esto un cuidadonegligente y maltratante hacia la población de mayor vulnerabilidad de nuestro país. No debemos olvidar que estos niños y niñas han sido abandonados o violentados por sus familias, han quedado expuestos a vivir las situaciones más lamentables y abusivas en cuanto a carencias de toda índole y es SENAME quien está llamado a restituir los derechos que fueron vulnerados, a reparar el daño causado. Sin embargo, la realidad es muy distinta.
Dado este escenario, me pregunto: ¿Por qué no salimos a marchar por estos niños y niñas del Sename? ¿No nos duele su realidad? Cuando nos enteramos la muerte de Lissette, una niña de 11 años que falleció en circunstancias anómalas en una residencia del Sename, ¿no nos afecta? Puede que sí, que se nos encoja el corazón al saber estas noticias, que miremos a nuestros hijos e hijas y reflexionemos un momento acerca de la niñez, de la vulnerabilidad y la protección. Pero esta reflexión no arriba a una acción de nuestra parte como sociedad, no hay manifestaciones en las calles ni personas llorando a estos niños y niñas sufrientes.
Es triste y lógico que no veamos miles de personas defendiendo a estas pequeñas víctimas de sus propias familias y del Estado, porque no tienen voz, no tienen quienes los representen, dado que quienes deberían cuidar de ellos y ellas, les dieron la espalda. No tienen voz y la sociedad civil tampoco saca la voz por ellos y ellas. No nos sentimos responsables, no son “nuestros” y ese es, justamente, el problema: la marginación que sufren.
Luego los volvemos a marginar, a no escuchar, a no comprender, cuando algunos y algunas salen enfurecidos a las calles reclamando esa deuda que sienten que la sociedad tiene con ellos y ellas; deuda por una familia, por falta de cuidado, protección, educación y futuro. Salen a agredirse y agredir, a destruir, porque eso han sentido, la destrucción de su ser y su historia, la discriminación y la exclusión durante toda su vida.
En cada marcha, las personas que participan en ellas, quieren construir una sociedad más justa y luchan por las causas que sienten significativas para este propósito… pero se han preguntado alguna vez por la infancia que padece de soledad y carencias. Se han preguntado: ¿Por qué no salimos a marchar por los niños y niñas de Sename?