El Estado de Bienestar retrocede en el mundo, dice Streeck. Y cree que ya no están las condiciones para reconstruirlo, como parecen pedir los miles que marcharon contra las AFP. El retroceso, dice, se debe a que durante los últimos 40 años los más ricos horadaron las finanzas públicas reduciendo sus impuestos. Las democracias desfinanciadas se volvieron deudoras y renunciaron a defender el bienestar por temor a que los capitales huyeran. Incluso perdieron sentido, pues “si un Estado no tiene otra opción que seguir las instrucciones de los inversionistas, no hace diferencia quién es elegido ni cómo”.
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