Al borde de la huelga: la historia del primer sindicato de una corredora de bolsa en Chile
29.07.2016
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
29.07.2016
El sindicato de trabajadores de la corredora de bolsa Banchile Inversiones nació el 5 de noviembre de 2015 en las instalaciones del Sindicato N° 1 del Banco de Chile, con 64 socios fundadores. Ese día nos transformamos en la primera corredora de bolsa con sindicato. Nuestro nacimiento como organización obedece a muchas necesidades de los trabajadores y al único fin de proteger y promover nuestros derechos en atención a la sobrecarga, desigualdad e injusticia que vive hoy esta compañía.
La carga laboral ha crecido mucho. Banchile Inversiones posee sobre el 25% de todos los fondos mutuos que se transan en las corredoras de Chile, pero está funcionando con poco más de 900 personas para resolver trabajo que fácilmente puede ser de 1.300 empleados. A esto se suman los salarios precarios, que apenas exceden el mínimo. Tenemos ejecutivos o asesores de inversión que ganan alrededor de $300.000 de sueldo base (más comisión, sólo si se cumple el 85% de la meta), aun siendo profesionales que cuentan con la Acreditación de Conocimientos para la Intermediación de Valores (ACIV), entregada por las bolsas de valores de Chile y regulada por la Superintendencia de Valores y Seguro (SVS). Injusto, si lo contrastamos con el sueldo de algunos gerentes de Banchile que ganan hasta $9 millones líquidos al mes, más que la Presidenta de la República.
No fue un inicio pacífico el de nuestra organización. De hecho, aún se respira el estado de shock por parte de quienes nos dirigen, sobre todo en el proceso de negociación colectiva en que nos encontramos. Está fresco el recuerdo de las primeras semanas, cuando nuestros compañeros nos buscaban en los baños de la compañía para asociarse al sindicato, todo esto por el temor que despertó entre ellos la evidente molestia de la gerencia general.
Lo que vino más adelante tampoco fue muy auspicioso. Luego de esperar un mes y medio para poder recibir la primera nómina de trabajadores para descontar las cuotas sindicales, la empresa fue rechazando mes a mes a un significativo número de socios, argumentando que ellos estaban contratados bajo el otro rut de la compañía –Banchile Administradora General de Fondos S.A.–, y por ende, sólo considerarían a los contratados por Banchile Corredores de Bolsa S. A.
En la práctica, ambas razones sociales ocupan el mismo logo, el mismo domicilio, el mismo sitio web, comparten servicios –varias gerencias, la división tecnológica y contraloría, entre otras– y los trabajadores de ambas son contratados por la misma unidad.
Tras la nula voluntad de la empresa de aceptar a todos nuestros socios, el 4 de marzo de este año interpusimos una demanda contra Banchile por multirut y subterfugio. La decisión fue arriesgada, a pesar de tener la certeza de que ganaríamos ese pleito jurídico, nadie nos aseguraba que la empresa no nos entramparía recurriendo a todas las circunstancias jurídicas de apelación con el fin de aplazar el veredicto hasta en un año y medio. Finalmente acordamos la unidad económica de ambos rut bajo sentencia judicial el 27 de abril (ver fallo que certifica el avenimiento).
A esa altura, ya nos habíamos visto en la obligación de informar al Sr. Andrónico Luksic, vicepresidente de la Corporación Banco de Chile, el trato poco deferente de la empresa con el sindicato y sus dirigentes a través de una carta enviada en diciembre de 2015. En respuesta, recibimos el 4 de enero una carta firmada por él con un saludo diplomático y amable hacia nuestra organización, lo que puso paños fríos al ambiente de temor que se respiraba entre los trabajadores que anhelaban ingresar al sindicato (ver carta de Andrónico Luksic).
En la carta que enviamos al Sr. Luksic manifestamos también nuestra preocupación frente a la decisión de la empresa de descontarnos todas las horas que ocupábamos para el trabajo sindical, llegando a tener liquidaciones de sueldo con pago cero, a diferencia de lo que ocurre en los otros tres sindicatos de la Corporación Banco de Chile –Bae, Citibank y Chile– que no sufren estos descuentos. Nunca obtuvimos su respuesta en este punto específico y hoy la empresa continúa realizando las mismas prácticas de amedrentamiento.
A principios de mayo, y apenas a una semana de haber logrado nuestro triunfo por multirut, el directorio de la Corporación Banco de Chile decidió desvincular al gerente general de Banchile, Andrés Bucher, y un mes después a la gerente general de Recursos Humanos, Mariette Guillón. El mensaje era claro: si la empresa podía desvincular a estos dos gerentes, la vulnerabilidad permeaba para los trabajadores comunes y corrientes.
A pesar de todo, nuestra organización continuó creciendo y organizamos mesas de trabajo por cargos específicos con el fin de recopilar las necesidades de nuestros trabajadores y de esa forma elaborar el proyecto de contrato colectivo, el que nos tiene hoy en medio del primer proceso de negociación colectiva. Ya habíamos superado el temor de vivir en la clandestinidad, pero al entregar la primera nómina de descuento de socios, nos encontramos con otro problema.
La empresa tenía un gran número de trabajadores con el artículo 305 en sus contratos de trabajo. Este artículo alude a que la persona no puede negociar colectivamente con la empresa por la naturaleza de su cargo. Fueron muchas las oportunidades en que solicitamos a la compañía que corrigiera los contratos o realizara las aclaraciones correspondientes, ya que el artículo legalmente no correspondía y nos impedía incorporar a nuestra organización a más de un tercio de los trabajadores.
Hubo que solicitar a la Dirección del Trabajo que fiscalizara y que finalmente informara que este artículo no correspondía en los contratos de los trabajadores con cargos como ejecutivos y jefaturas que no fueran apoderados de la empresa. La Dirección del Trabajo a esa altura ya conocía a nuestra compañía, puesto que en la primera fiscalización por multirut ya había descubierto una deuda previsional por parte de Banchile (que se encontraba en Dicom por este motivo), y fuimos los dirigentes quienes aportamos con esta información a la empresa para que pudiera regularizar su situación.
El 10 de mayo de 2016 hicimos entrega de nuestro proyecto de contrato colectivo con una adhesión de 480 socios de un total de 940 trabajadores. El proceso de negociación no ha estado exento de rudeza e intransigencia por parte de la empresa, quienes de 60 puntos en nuestro petitorio, sólo accedieron a aprobar o mejorar siete, siendo que varios de estos beneficios ya existían antes de nuestra formación.
Después de ocho reuniones de negociación, esta intransigencia y subestimación por parte de Banchile nos llevó a alinearnos como organización y votar el día 26 de julio por huelga con un 90% de los socios, por sobre el 10 % que aceptó esta última oferta. Es una señal clara de descontento por la desigualdad, injusticia y poca consideración de quienes nos dirigen. Afortunadamente, al día siguiente, la empresa recurrió a los Buenos Oficios para evitar la huelga, una instancia que nos otorga la posibilidad de continuar negociando hasta el 2 de agosto, pero ahora con la Dirección del Trabajo como intermediaria.
Al mismo tiempo, estaremos atentos a los resultados del juicio que enfrenta actualmente el Banco de Chile por aumentos unilaterales en las metas de sus trabajadores. Tenemos un 60% de ejecutivos sindicalizados y en castigo les han aumentado las metas sobre el 30%. Normalmente el aumento es semestral, pero este año, por primera vez en la historia de la empresa, se hizo de manera trimestral, lo que hace pensar que en septiembre subirán de nuevo.
El argumento para no mejorar la oferta durante la negociación colectiva era que el país está creciendo muy poco y que hay inestabilidad. Si el escenario es incierto, ¿por qué castigan a sus ejecutivos subiendo las metas? La respuesta de Banchile a esta pregunta ha sido un silencio rotundo.
Banchile ofrece entre $55 mil y $60 mil de aumento a quienes ganan menos de $1 millón y excluye a quienes ganan más que eso, es decir, a un tercio de nuestros socios. Esperamos que esta vez la empresa, cuya utilidad en el 2015 superó los $25 mil millones, ofrezca más del 1,2% de sus utilidades para distribuirlos con sus trabajadores por un contrato a 4 años.
Deseamos que efectivamente la empresa no desaproveche esta oportunidad de generar y consolidar buenas relaciones laborales con su sindicato y sus trabajadores, como lo debería realizar una compañía que dice aspirar a estar entre los mejores lugares para trabajar, participando en el ranking de “Great place to work”. En 2004 nuestro puesto ahí fue el N°9. El año pasado bajamos al N° 29 y este año difícilmente apareceremos entre las mejores 50.