¿Está la Universidad de Chile avalando la instalación de grandes hidroeléctricas en Aysén?
24.08.2015
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24.08.2015
Una duda ronda entre los integrantes de la Comisión Regional de Desarrollo Energético, entre quienes me incluyo. Una interrogante que no es banal a la luz del interés que ha expresado el ministro de Energía, Máximo Pacheco, en el uso a gran escala de los recursos hídricos de Aysén para inyectar electricidad al resto del país.
La inquietud apunta al proceso de construcción de una política energética para la Región de Aysén, la que anunció esa cartera en septiembre de 2014, en un simbólico acto en la Escuela Pedro Quintana Mansilla de Coyhaique. En la ocasión, el jefe de la Unidad de Participación y Diálogo del Ministerio de Energía, Javier Zulueta, informó que “el gran objetivo de estas iniciativas es abrir posibilidades reales de participación, que tengan influencia real en la construcción de políticas públicas, sobre todo en los grandes temas que nos influyen a todos, como es la energía”.
Originalmente tres de los cuatro escenarios propuestos incluían la opción de exportación de energía con hidroelectricidad a gran escala, en coincidencia con los intereses declarados por el Ministerio de Energía y que entran en contradicción con los de la Región de Aysén.
A partir de ese momento se conformó un consejo consultivo para acompañar el trabajo de la definición de una Política Energética Regional. Pasadas un par de sesiones, esa instancia se convirtió en Comisión Regional de Desarrollo Energético para Aysén, incorporando incluso empresas de energía sin operaciones concretas en la zona. En paralelo, el Centro de Energía de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile se adjudicaba por $42 millones la licitación para levantar información tendiente a avanzar en “la construcción de una política energética para la Región de Aysén” para los próximos 35 años. En múltiples talleres los ayseninos fuimos expresando lo que quienes habitamos este territorio queremos en términos de energía.
Y ese era, específicamente, el objetivo del convenio suscrito entre el Ministerio de Energía y la Universidad de Chile, basado en los términos de referencia a los cuales se tuvo acceso vía Ley de Transparencia: “Elaborar una propuesta de alternativas de matriz energética para la Región de Aysén, tanto para el corto como para el mediano plazo (2050), en base a los recursos de la región, considerando los precios económicos de dichos recursos, los riesgos de suministro y la sustentabilidad ambiental y aceptación social de la matriz”. En el fondo, una matriz que apunte a superar las trabas energéticas de la propia región.
A esa invitación respondió la ciudadanía de Aysén. Según cálculos extraídos de las propias actas: unos 200 dirigentes en los talleres comunales, casi 80 en los provinciales.
En un informe preliminar presentado en mayo de este año por el director del Centro de Energía, Guillermo Jiménez, la mirada regional apuntaba indiscutiblemente a energía limpia, equitativa y asequible, que potencie actividades sustentables como el turismo rural, local y a pequeña escala, horticultura, ganadería y producción forestal con incentivos para la producción de madera local, eficiencia energética con campañas de educación. Y en términos de generación, se planteó privilegiar la “hidroelectricidad de pasada, mini hidro, diversificación de la matriz y explorar potenciales locales”, prefiriéndose “proyectos a pequeña escala, generación distribuida, con energías renovables no convencionales y de administración comunitaria, acercando la generación a los centros de consumo para ahorrar en distribución”.
Durante el mes de junio se realizaron nuevos talleres en Coyhaique, Puerto Aysén, Chile Chico y Cochrane (capitales provinciales), donde la discusión sobre la escala fue uno de los temas no resueltos. Sin embargo, algo claro fue que las comunidades no están demandando grandes proyectos de generación –que no están enfocados a las necesidades energéticas regionales- sino soluciones a sus déficits en calefacción, electricidad. Y tal, se supone, es el ejercicio al que se convocó para discutir la política energética regional, considerando que el propio ministerio señala que esta tiene por objetivo asegurar “el abastecimiento para la región a precios razonables, con el óptimo aprovechamiento de los recursos propios, considerando el marco regulatorio y los resultados de procesos participativos que se desarrollen en política de energía de la región y del país”.
Con esta información, el Centro de Energía debía elaborar una propuesta de escenarios a evaluar, considerando modelos de demanda proyectada.
La sorpresa llegó el 24 de junio cuando, sin la presencia de los expertos de la Universidad de Chile, el ministerio expuso lo que se supone planteó ese centro de estudios. De los cuatro escenarios propuestos, tres contemplaban exportación de energía a gran escala y solo uno era medianamente coherente con lo que en la región se había señalado: 1) micro-redes, generación distribuida y diversificada a pequeña escala, sin exportación; 2) micro y minihidros, centrales de pasada hasta 200 MW, eólica a todas las escalas, con exportación hub submarino (N. de la R.: en la práctica lo que propone el proyecto de represas de Energía Austral); 3) generación a todas las escalas, en el caso de hidro sin río Baker, con exportación hub submarino; y 4) generación a todas las escalas, con exportación de cualquier tipo.
Un primer argumento entregado para cuestionar la propuesta fue que la discusión sobre convertir a Aysén en una región exportadora de energía no es propia del debate de una política energética regional, sino de la de modelos de desarrollo regional. Incluso sobre esto último la región ya ha expresado su opinión. La última Estrategia Regional de Desarrollo, aprobada hace algunos años por el Consejo Regional de Aysén y elaborada por Ilpes/Cepal de la Organización de las Naciones Unidas con amplia participación regional, estableció una imagen objetivo sustentada “en el desarrollo de un sector turístico sostenible de calidad internacional; en la consolidación de un sector acuícola competitivo y armónico con otros usos del borde costero; en la potenciación de un sector silvoagropecuario acorde con los recursos de la región, y en el desarrollo de una plataforma de actividades de investigación científica de alto nivel en temas en los que la región tiene ventajas comparativas, como son los glaciares, agua, calentamiento global, y ecosistemas, entre otros”.
En ninguna parte aparece la decisión de convertir a la Región de Aysén en la “gran pila de Chile”.
El segundo argumento es la incongruencia entre los escenarios propuestos y la información que aparece en la sistematización de los talleres comunales y provinciales. Ante la consulta sobre este punto, desde el Ministerio de Energía se señaló que el trabajo de la Universidad de Chile no respondía necesariamente a los resultados de la información levantada, sino a un contexto más amplio. Se llegó a mencionar incluso que antropológico.
Una frase muy recurrida por el seremi de Energía Juan Antonio Bijit, ha sido la necesidad de “abrir la mente” a las diversas opciones. Para muchos, la disyuntiva no se relaciona con abrir o no la mente, sino con que desde el nivel central se respete lo que desde la región se está planteando. Más aún considerando que las otras opciones realmente sustentables, como la energía solar, mareomotriz, geotérmica, de biomasa o eólica son presentadas con un muy bajo perfil y algunas incluso no son mencionadas. Algo extraño considerando que son propuestas con miras al 2050 y todo apunta a que se irá avanzando cada día con mayor fuerza hacia las energías renovables no convencionales que se han ido abaratando fuertemente.
Al criticarse lo desbalanceado de los escenarios, exigiendo que el segundo se modificara para opciones de hidroelectricidad a mediana escala (muy por debajo de los 200 MW propuestos) y sin exportación, el seremi de Energía expresó su negativa arguyendo que se podría ver la posibilidad de elaborar un quinto escenario pero sin modificar el segundo. En la última sesión del 12 de agosto, se optó por señalar que estos son “posibles” escenarios. Lo que falta ahora es que la Universidad de Chile informe formalmente su opinión al respecto.
Lo que está quedando en claro es que la opción de inyectar electricidad al norte del Seno del Reloncaví (por la presión de la gran minería, particularmente del cobre, que es la que necesita multiplicar en la próxima década su consumo actual) es la que decidió el Ministerio de Energía y no la que necesita la región. Esto, dado que si se llegan a abrir las puertas a la exportación será prácticamente imposible limitar las escalas de generación y sus impactos sociales, ambientales y en otros sectores productivos de Aysén.
Es aquí donde aparecen las primeras dudas sobre el trabajo que está realizando la Universidad de Chile, institución que postula a ser el ente tutor de la nueva Universidad de Aysén. Porque de comprobarse que adecuó los escenarios a los objetivos de la cartera, se pondría en entredicho la calidad del trabajo y la metodología aplicada.
El 21 de agosto llegó la respuesta a una solicitud de información pública requiriendo todos los antecedentes vinculados con la realización del estudio, incluidos los informes de avance y final, el contrato o convenio suscrito, eventuales anexos de este, correos electrónicos entre responsables de la ejecución y funcionarios del ministerio, entre otra información. Solo se entregaron los términos de referencia y la resolución aprobatoria, denegando el resto de la información bajo el argumento de que el convenio con el Ministerio de Energía establece confidencialidad. ¿Confidencialidad hacia la ciudadanía para actos ejecutados entre dos instituciones sujetas a la aplicación de la Ley de Transparencia?
En esos antecedentes entre dos entes públicos, y cuyo acceso se restringe, están los indicios sobre el rol que podría estar jugando la Universidad de Chile en el empeño del Ministerio de Energía de convertir a Aysén, como hiciera el Estado años atrás con el Alto Biobío, en zona de sacrificio hidroeléctrico.
Una intención que se condice con la licitación abierta por la cartera hasta el 4 de septiembre -por $ 290 millones- con el fin de realizar un “análisis para el desarrollo hidroeléctrico en Aysén”, en las cuencas Palena, Cisnes, Aysén, Baker y Pascua. Casi $300 millones destinados por el Estado a generar información que servirá, esencialmente, a las grandes compañías eléctricas privadas que ya controlan ingentes volúmenes de derechos de aguas en dichas cuencas. En el fondo, recursos de todos los chilenos para subsidiar el negocio de privados.