VIOLENCIA EN MÉXICO
Femicidios en Juárez II: Once mujeres llegaron atadas y con vida a El Navajo, ahí las mataron
06.08.2015
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VIOLENCIA EN MÉXICO
06.08.2015
Las jovencitas llegaron al arroyo El Navajo vivas, atadas y caminando por su propio pie. Ahí fueron asesinadas a golpes.
Después de concluir su obra, los homicidas arrojaron todas sus pertenencias junto a los cadáveres.
Los victimarios no se molestaron en enterrar los cuerpos. Los dejaron a ras de suelo para que los animales carroñeros desprendieran las extremidades y se los comieran, primero la piel y luego los órganos internos.
Así perdieron la vida 11 de las jóvenes secuestradas en la zona Centro de Ciudad Juárez entre los años 2009 y 2010. Poco más de un año después, sus huesos comenzaron a ser encontradas en esos cauces secos, llenos de piedras y vegetación árida.
El lugar está ubicado a un máximo de 10 kilómetros del poblado El Porvenir, en el municipio de Praxedis G. Guerrero, y en las faldas de la Sierra de San Ignacio, de acuerdo con las conclusiones a las que arribaron las antropólogas forenses de la Fiscalía General del Estado, Zona Norte.
Cuando los huesos fueron recuperados, no había nombres ni identidad alguna. Inicialmente se les denominó Femenina No Identificada (FNI) y se les asignó un número.
La FNI 105/11 fue localizada casualmente el 20 de enero de 2011. Los fragmentos de hueso estaban dispersos a un lado de varias prendas y dentro de un canal seco, ubicado a 3 kilómetros de la carretera Juárez-El Porvenir, cerca del poblado Las Placitas.
De los 11 cuerpos éste fue, tal vez, el que quedó en la parte más cercana a una zona habitacional.
De esa víctima se recuperaron únicamente dos huesos correspondientes a la pelvis, también el cráneo completo y una mata de cabello semi ondulado de unos 30 centímetros de largo.
La dispersión de los restos óseos que observaron las antropólogas se debió principalmente a que coyotes y jabalíes se encargaron de desmembrar el cadáver para comérselo, e incluso se especula que si los carroñeros eran grandes o medianos podrían haber despedazado el cuerpo para arrastrarlo hasta 20 kilómetros de distancia del punto donde fue abandonado.
“Es una acción de los carroñeros. Llegan por el aroma a putrefacción o incluso por el aroma a sangre. Cuando los cuerpos tienen lesiones va a ser mucho más rápido esa llegada de los animales y van a comenzar a comer o a desgarrar prendas, a desgarrar el tejido y es lo que empieza a ocasionar que dispersen los restos”, estableció la perito Roxana Enríquez Farías en su participación en el Juicio Oral 267/14, que se instruyó en contra de los cinco feminicidas que la semana pasada fueron sentenciados.
Meses después, la 105/11 sería identificada, a través de exámenes en genética, como Mónica Liliana Delgado Castillo.
La FNI 1320/11 fue hallada el 21 de octubre de 2011 por un ejidatario en el arroyo conocido como “Las Arcinas”, que forma parte del arroyo El Navajo. Y aunque al momento de levantamiento las antropólogas determinaron que se trataba de un solo individuo, al realizar el análisis en el laboratorio encontraron un omóplato extra.
El pantalón, la sudadera con fragmentos óseos, la chamarra, el par de botas, el brasier morado, la pantaleta de la 1320/11, también estaban ahí, junto a varios fragmentos de hueso aún articulados y cerca del cráneo.
Retazos de una playera blanca ya descolorida por la acción del sol, la cual tenía un nudo en unos de los extremos así como manchas de líquidos de putrefacción originados por la descomposición de los restos humanos, probablemente fue usada para sujetar a la FNI 1320/11, quien resulto ser Jéssica Terrazas Ortega, de tan solo 18 años al momento de ser secuestrada para usarla como prostituta y vendedora de droga.
Dos meses después, el 14 de enero de 2012, en donde inicia el arroyo El Navajo, en una especie de cañada donde las paredes son muy altas, ubicada a una distancia de 10 kilómetros de la carretera Juárez-El Porvenir, que corresponde al poblado de San José de Paredes, se encontró un cráneo, una pelvis, la cuarta costilla y algo de cabello.
Estos restos fueron marcados como FNI 46/12.
Al parecer, a ella corresponde el omóplato extra que estaba con los restos de la 1320/11.
Junto a estos huesos también había prendas de vestir anudadas y unas agujetas de zapatos con nudos. Estaba el perfume, la cera para el cabello, el polvo compacto, el delineador, el maquillaje, la mochila tipo morral e incluso una solicitud de empleo llena.
“Se señalaron tiras de plástico, probablemente ixtle o una especie de listón, pero de plástico que presenta nudos y manchas probablemente eran hemáticas o líquidos de putrefacción… posiblemente la víctima fue atada y llevada con vida hasta el lugar”, afirmó Enríquez.
La 46/12 fue identificada como Jazmín Salazar Ponce, de 17 años.
Los días 26 de enero y 7 de febrero de 2012, se hallaron tres cráneos completos y otros cinco ya reventados debido que durante el día se calentaron mucho y por la noche perdieron de forma muy rápida esa temperatura, aunado a que en temporada de lluvia fueron arrastrados y también por la acción de los materiales que hay en el arroyo El Navajo, ubicado a unos 60 kilómetros de Ciudad Juárez, que básicamente son piedras y arena, y a las lesiones que sufrieron al momento de la muerte las jóvenes.
A esos mismos huesos se asoció una mancha de sangre localizada sobre una roca; muchas prendas de vestir sin signos de putrefacción, por lo que se concluyó que no las llevaban puestas las mujeres; cintas de zapatos también anudadas y un elemento balístico.
Los huesos fueron marcados como 81/12; 82/12; 83/12; 84/12; 85/12; 86/12; 87/12 y 104/12, que correspondían a Idalí Juache Laguna; Andrea Guerrero Venzor; María Guadalupe Pérez Montes; Deysi Ramírez Muñoz; Beatriz Alejandra Hernández Trejo; Lizbeth Avilés García; Jéssica Leticia Peña García y Perla Ivonne Aguirre González.
En todos los casos, además de que los carroñeros se comieron todo lo que pudieron, los restos que dejaron al momento de ser encontrados estaban incompletos, a excepción de María Guadalupe, de quien se contabilizaron 40 restos, el cráneo casi completo y parte de su cabello negro semiondulado, así como de Beatriz Alejandra Hernández Trejo, de quien se considera es la más completa de los todos restos recuperados en el Valle de Ciudad Juárez, al contabilizarse el cráneo, un fémur, un sacro y otros restos.
Por lo que las familias de estas jóvenes recibieron unos cuantos huesos.
En la mayoría de los casos se pudo identificar un mismo patrón o marca en los fragmentos de hueso que permitió a las antropólogas forenses determinar que los criminales usaron el mismo objeto para golpear a las jóvenes en el rostro o directamente sobre el cráneo, las veces que fuera necesario hasta que dejaran de moverse.
La identificación de los restos se logró a partir de que se pudo extraer el ADN de los huesos rescatados en el arroyo y compararlo con las muestras entregadas por las familias de las jóvenes desaparecidas.
Ver reportaje original en El Diario de Juárez.
Ver primera parte de la serie sobre femicidios en Juárez: 16 víctimas del caso “El Navajo” aún no tienen justicia